LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

lunes, 19 de febrero de 2024

ARMAR EL ROMPECABEZAS

 

El 24 de enero pasado (a solo 45 días de haber asumido Milei el gobierno) la CGT protagonizó un paro general que movilizó en todo el país a más de un millón y medio de personas, contra el mega-DNU que aun no ha sido tratado por el Congreso. Pocos días después, la central obrera conseguía en la justicia anular el capítulo de la reforma laboral flexibilizadora que contenía. No hubo manifestaciones públicas de los principales dirigentes de UxP (Cristina, Alberto, Massa) sobre el paro y sus efectos.

Por entonces Pablo Moyano reclamaba la presencia de la dirigencia de Unión por la Patria (habló concretamente de Alberto, Massa y Cristina) para ponerse al frente del reclamo social. Sobre el fin de la semana pasada se conoció -por boca del propio presidente- que el gobierno no piensa aumentar el salario mínimo, ni convocar a la paritaria nacional docente; y el mismo Moyano señaló que la CGT evalúa convocar a otro paro. 

También la semana pasada, y después que naufragara en el Congreso (en buena medida por el paro convocado por la CGT) la ley ómnibus de Milei, se conoció el documento de Cristina en el que ensaya una retrospectiva histórica sobre los modelos económicos aplicados en el país para demostrar -con datos concretos- que las actuales políticas económicas fracasaron cuantas veces se intentaron, y advertir sobre los riesgos de la dolarización.

No hubo en el documento mención alguna al paro de la CGT (si al DNU y la ley ómnibus), pero si deslizó la apertura a discutir las condiciones de incorporación de capital privado a las empresas estatales, posibles cambios a la legislación laboral (los dos aspectos, entre los más cuestionados del DNU) y las políticas de educación y salud. En estos dos últimos casos, Cristina volvió sobre cuestiones ya planteadas en sus gobiernos, que le valieron por entonces críticas desde sectores sindicales; y la referencia implícita del documento a la conflictividad laboral en la docencia cae en medio de la virtual disolución de la paritaria nacional, y el desguace del Fondo de Incentivo Docente. No hubo comentarios de la CGT -ni en general de dirigentes gremiales- sobre ésas y otras cuestiones planteadas en el documento.

Es como si todas las partes concernidas pensaran -erróneamente, en nuestra opinión- que ambas cosas son antagónicas, o que no puede plantearse una sin antes resolver la otra: articular una respuesta organizada frente al salvaje plan de ajuste de Milei, y comenzar a pensar en ofrecer a los argentinos una salida alternativa, cuando ese plan finalmente estalle. Algo que puede suceder más pronto que lo imaginamos, por lo agresivo de las políticas que se están desplegando desde el gobierno, lo que puede acelerar la dinámica propia de la crisis, reconduciéndola de económica y social (punto en el que ya estamos instalados, a juzgar por los indicadores), en política e institucional.

Quizás la dirigencia política que no tiene al presente responsabilidades institucionales (condición que comparten en común Cristina, Massa y Alberto) entienda que no puede liderar la protesta social, para no ser acusada de desestabilizadora de un gobierno que -nos guste o no- fue electo por el voto popular. La falta de respuesta de muchos sectores del ex "Frente de Todos" al documento de Cristina impide saber -entre otras cosas- si comparten o no la lectura que allí se hace de la experiencia del gobierno de Alberto, del cual Cristina intenta despegarse remitiéndose a sus críticas de entonces, y al sistema presidencialista de nuestra Constitución; hechos tan ciertos como que Alberto no hubiera llegado a ése lugar, sin su decisión.

Y tan ciertos como que la CGT que acaba de pararle a Milei llegó a ese paro con su dirigencia desprestigiada no solo por su complacencia con Macri durante su gobierno, sino porque tampoco expresó una oposición firme al rumbo claudicante de Alberto y su núcleo íntimo: por entonces y a la inversa de lo que está pasando ahora, los mayores cuestionamientos al gobierno provinieron de la política, y en particular desde el kirchnerismo, empezando por la propia Cristina. Una prueba de que la historia es dinámica, y no siempre se repite.

Hay cierta tendencia a confundir gravitación política con conducción, y de allí que muchos le reclamen a Cristina que en su documento no mostrara signos de querer ejercerla. Como prueba de que ambas cosas son distintas aunque suelen ir de la mano -por lo general termina conduciendo al conjunto el que mayor gravitación política tiene-, Cristina en los últimos tiempos no ejerce la conducción (al menos no explícitamente y con la aceptación del conjunto del dispositivo ex FDT, hoy UxP), ni la reclama: parece haber asumido que su rol es el de seguir alentando (con tozudez y sin respuestas) elevar el nivel del debate político, para ver si se pueden alcanzar ciertos consensos mínimos.

Y cuando el que tiene la mayor gravitación política -por volumen y méritos propios- no conduce, lo que sucede es que no hay conducción, y cada uno hace lo que puede y quiere: desde irse del país como Alberto (al que nadie le pidió orgánicamente y por los canales  específicos la renuncia a la presidencia del PJ), hasta integrarse al gobierno de Milei como Scioli, o recluirse en el silencio como Massa; al fin y al cabo nada menos que el último candidato presidencial del espacio, aunque sus advertencias de campaña se hayan ido cumpliendo una tras otra con la misma precisión que se cumplieron las de Scioli en el debate del balotaje del 2015. Claro que cada dirigente hace sus propias opciones políticas personales, y éstas no son atribuibles de pleno a la conducción (o a la falta de ella), ni tampoco se trata siempre -como sostienen algunos- de "compañeros a los que no se los supo contener".

En éste contexto, cabe preguntarse para quienes escribió -preponderantemente- Cristina su documento, descartando por nuestra parte que sea para los propios: en las 33 páginas no hace sino reiterar posiciones públicas suyas conocidas desde hace tiempo. Es posible conjeturar que esté destinado a los "dadores voluntarios de gobernabilidad" y en especial a la UCR, para advertirles -en el caso que decidan reincidir en apoyar al gobierno en el Congreso- sobre los riesgos que entraña para el país y la mayoría de sus habitantes el abismo de la dolarización. Esta advertencia también parece dirigida a los sectores del "círculo rojo" que redactaron tanto el DNU como la ley ómnibus, para impulsar sus negocios: hay párrafo enteros del escrito señalando los daños que causaría el experimento para distintos sectores productivos.

Acaso sea el tiempo de tender puentes para empezar a juntar las piezas del rompecabezas opositor, en el espacio del peronismo/kirchnerismo y sus aliados; aunando representación social y canalización de la protesta en defensa de los derechos e intereses agredidos por Milei y sus políticas, con una organización política -que necesariamente debería incluir espacios colectivos de discusión, para no repetir la frustrante experiencia del FDT- que esté en condiciones de diseñar un modelo alternativo que se reconduzca en propuesta política atrayente y salida electoral. No como en el 2019, en que pareciéramos haber replicado la lógica del gorilismo contra el peronismo: juntémonos dejando de lado nuestras diferencias para ganarles, y después en el gobierno vemos que hacemos.   

Al paso que vamos, con un Milei desenfrenado y convencido de que sus ideas van a conducir a otra cosa que no sea ponerse el país de sombrero con todos nosotros adentro, es muy posible que la crisis se agrave tanto que su velocidad y magnitud impida separar en el tiempo ambos aspectos del dilema: resistir el ajuste, y organizar una salida al desastre. Por otro lado, lo que pasó con la discusión en torno al DNU y la ley ómnibus demuestra que -a diferencia de la experiencia macrista- las piezas no están tan lejos unas de otras. Tuits relacionados:

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