LA FRASE

"¿CÓMO VAS A SER TAN GIL DE QUE TE AGARREN CON UNA VALIJA CON PLATA EN PARAGUAY?" (GUIDO ANTONINI WILSON)

domingo, 8 de diciembre de 2024

TWEETS POLÉMICOS

 

sábado, 7 de diciembre de 2024

TWEETS POLÉMICOS

 

viernes, 6 de diciembre de 2024

POR ENCIMA DE LA LÍNEA

 

En la Argentina se habla mucho de la pobreza: como se mide, cuantos pobres hay, si sube o baja, que políticas o gobiernos la hicieron crecer o bajar. En el discurso, les preocupa a todos: Macri hizo campaña en el 2015 prometiendo alcanzar la "pobreza cero", y Milei basa su cruzada contra el socialismo en que son "zurdos empobrecedores". 

De lo que no se habla tanto (casi nada) es de la riqueza y de los ricos: quiénes son, cuan ricos son, como y por qué se hicieron ricos. Y menos que menos se habla de la relación directa y necesaria que hay entre las dos cosas: en el capitalismo salvaje que vivimos, para que haya (pocos, cada vez menos) ricos cada vez más ricos, es imprescindible que haya pobres (cada vez más, y cada vez más pobres).

De los pobres sabemos mucho, o nos cuentan bastante: quien los manipula políticamente o los emplea como mano de obra clientelar, ellos pueblan las cárceles o son la carne de cañón de la violencia en todas sus formas, y no pocas son tildados como los causantes de su propia desgracia: son vagos, son pobres porque no quieren progresar, no trabajan porque no quieren.

De los ricos solo sabemos -a veces- lo que ellos mismos nos quieren contar a través de las revistas de la farándula, y de la mayoría de ellos no conocemos ni los rostros, ni los nombres. Sin embargo, siempre están ahí, al acecho, en todos los gobiernos: son los que firman comunicados pidiendo "reglas de juego claras y estables para invertir", "reducir la presión fiscal" o "modernizar la legislación laboral". Son también los que siempre convocan al sacrificio social (que ellos no hacen) como condición inexcusable para poder progresar y superar las crisis.

No los vota nadie pero gobiernan siempre, con todos los gobiernos, aunque jamás aparezcan porque prefieren permanecer entre bambalinas. Están presentes en la génesis de todas las crisis que hemos padecido, pero jamás asumirán sus responsabilidades, y les sacarán provecho a todas: devaluaciones, hiperinflaciones, recesiones, tarifazos, fugas de capitales, vaciamientos, estatizaciones de deudas privadas, pesificaciones asimétricas, leyes de bienes culturales, blanqueos de capitales, moratorias impositivas y exenciones fiscales los van a contar siempre anotados en el listado, en primera fila.

Esta semana se publicó (no se hacía desde 2020) la lista Forbes de los millonarios más millonarios del mundo, y entre ellos, los argentinos. Acá pueden acceder en Ámbito Financiero al listado con los 50 ¿compatriotas? más acaudalados.   

Los números son impactantes: entre los 50 acumulan una fortuna de 78.000 millones de dólares, de los cuales 41.700 millones los suman solo entre los 10 primeros, un listado selecto que encabeza Marcos Galperín y en el que figuran Hugo Sigman, Eurnekián, Paolo Rocca, los Pérez Companc, Bulgheroni y los Roemmers, entre otros: laboratorios, petroleros, siderúrgicas, constructoras, plataformas virtuales, "unicornios", los ganadores del modelo, de éste y de todos los anteriores. Desde 2020 hasta el año pasado (al cual corresponde el relevamiento) las fortunas de estos mega-millonarios crecieron un 68 %, en dólares.

Esos apellidos nunca van a aparecer asociados a causas judiciales, hechos de corrupción o pedidos de "ficha limpia", y si por alguna razón aparecen, de inmediato se las ingenian para desaparecer, como en la causa "cuadernos". Porque en la Argentina siempre hay corruptos, pero no corruptores, coimeros pero no coimeadores: un fenómeno curioso. Nunca son el blanco de ninguna cruzada moralizadora, ni el objetivo de ninguna ONG dedicada a la transparencia y coso. 

A la inversa, en el listado no aparecen dirigentes políticos ni funcionarios públicos, de ningún gobierno, y no se trata de negar que exista la corrupción política (ahí está el bolso del senador Kueider para recordárnoslo), sino de ponerla en su justa dimensión: ni sumando todos los latrocinios (presuntos o reales) de la política con los que nos abruman a diario, llegamos ni por asomo a los 8500 palos verdes de fortuna personal declarada de Marcos Galperín, construida en buena medida a través de exenciones fiscales, o sea con la nuestra.

La invisibilización de la riqueza es necesaria para la perpetuación de un modelo en el que ella es consecuencia directa y necesaria de la brutal desigualdad, y por ende revertir ésta supone -entre otras cosas- poner sobre el tapete aquélla. No intentar "seducirla" con políticas ofertistas de rebajas de impuestos, RIGI, o reformas flexibilizadoras para abaratar el costo de la mano de obra (transfiriendo salarios a la renta del capital), compitiendo desde la política para ver quien resigna más recursos públicos (es decir, de todos) para seducir al capital.

Con mayor razón desde el peronismo, donde no debería haber otro asunto de mayor importancia. Si es que todavía -como dice la marcha- seguimos buscando "que reine en el pueblo el amor y la igualdad". Tuits relacionados: 

jueves, 5 de diciembre de 2024

TWEETS POLÉMICOS

 

miércoles, 4 de diciembre de 2024

LA CRUELDAD AL PODER

 

No es la primera vez que a los afiliados del PAMI les recortan la cobertura en medicamentos, menos cuando gobierna la derecha. De hecho, la cobertura integral que tuvieron en los gobiernos de Néstor y Cristina fue la excepción que confirma la regla.

Tampoco es ésta medida el único ajuste que está ejecutando este gobierno sobre sectores vulnerables, con la excusa del mal uso de los beneficios, o su indebido aprovechamiento: las turradas siempre encuentran en éste país una excusa para justificarse, y gente dispuesta a creer en esas excusas; que conoce un tío que pide medicamentos que no necesita, o un vecino que se queda con un paquete de polenta destinado a un comedor comunitario. La hijoputez se alimenta del prejuicio, siempre, y este gobierno es experto en manipular ambos en su beneficio.

Impacta sí, una contradicción notoria que puede observarse: estamos asistiendo por estos días a la etapa final del blanqueo de capitales más generoso de la historia para con los evasores, fugadores, lavadores de dinero y -muy posiblemente- narcotraficantes. Esos a los que el presidente calificó como héroes en sus tiempos de candidato, y de los que Macri (que era y seguramente es aún uno de ellos) decía que se habían visto forzados a evadir impuestos y fugar capitales, para escapar a la voracidad del Estado.

A toda esa buena gente no se le pide documentación ni explicaciones sobre como hizo ese dinero que hasta acá negaba -a los ojos del fisco- haber hecho, con tal de que lo traigan y lo tengan un ratito en un banco como para engordar los números de las reservas del Banco Central. Si a los 10 minutos se lo quieren volver a llevar, no hay problemas. Tampoco nadie les pregunta como es que siguieron evadiendo y fugando incluso cuando gobernaban los "amigos del mercado", o por qué es necesario lanzar un nuevo blanqueo en cada gobierno, incluso antes de que cambie.

En cambio los que necesitan algún tipo de ayuda o asistencia del Estado -que el propio Estado sabe y le consta son cada vez más, no menos- como ahora les pasa a los jubilados con los medicamentos, están siempre en período de sospecha, respecto a ellos siempre se invierte la carga de la prueba, y deben demostrarlo todo: que son viejos, que son pobres, que no les alcanza para comer y comprar medicamentos, que están enfermos y necesitan esos medicamentos para no enfermarse ni morirse, y así.

Esa vergonzante declaratoria de pobreza tampoco es la primera vez que la vemos, menos con éste gobierno: ya nos han obligado a completarla para acceder a los subsidios a las tarifas, tener la SUBE o mantener una pensión no contributiva. Lo que es novedoso, en cambio, es la impudicia con la que el gobierno justifica estas forradas, sabiendo -y acá está el verdadero problema- que tiene audiencia bien predispuesta para el discurso de la crueldad: no solo hacen el mal y son -en palabras de Néstor- poderosos con los débiles y débiles con los poderosos, sino que se vanaglorian de ello.

El darwinismo social en la Argentina, la ley de la selva, la supervivencia del más apto siempre han existido, pero nunca antes fue tan explícito como credo oficial de las políticas públicas: ni siquiera las dictaduras se jactaban en público de sus crímenes. 

Subyace en todo esto -y pretende ser la justificación- que hay personas "útiles" a la sociedad (para Milei y su recua, los más ricos), que buscando su propio provecho individual, la harían crecer y progresar, "derramando" parte de su riqueza. Y el resto (jubilados, desocupados, precarizados, discapacitados) son una carga molesta para la sociedad, gente a la que hay que dejar librada a su suerte para soltar lastre (lo que el Papa ha llamado la cultura del descarte), o hacerla pasar por mil y un trámites para conseguir algo, con la  esperanza de que mueran en el intento, y se dejen de joder.

Cualquier similitud con la idea de sociedad -por caso- del nazismo, no es pura casualidad. Pero el problema -no menor- es que al igual que pasó con las bestias pardas, no se trata simplemente de las alucinaciones de un puñado de loquitos que circunstancialmente tomaron el poder y conducen el Estado: están allí porque millones los pusieron con su voto para que -en buena medida- hagan lo que están haciendo.

Y no son pocos los que aplauden la maldad y la crueldad -como la que ahora les dispensan a los jubilados con los medicamentos- diciendo "es exactamente lo que voté". Tuits relacionados: 

martes, 3 de diciembre de 2024

TWEETS POLÉMICOS