LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

miércoles, 1 de abril de 2015

MÁXIMO PARO...DE NEURONAS


Pasó el cuarto paro del sindicalismo opositor contra el gobierno de Cristina, repitiendo el mismo reclamo (la eliminación/modificación de Ganancias) y -como los tres anteriores- no aportó demasiadas novedades.

Es más, el asunto parece entrar en un loop indefinido donde todo se repite: el sindicalismo opositor presiona por Ganancias (haciendo foco en un reclamo que afecta a uno de cada 10 trabajadores en blanco), el gobierno rechaza las presiones (el discurso de ayer de Cristina lo dejó claro a futuro), los sindicalistas arman el paro, a la iniciativa de la "burocracia sindical" se suman los troscos tratando de "apropiarse" de la medida, arman los cortes en los accesos a la Capital (fungiendo de infantería del moyano-barrionuevismo), y todos celebran el éxito de un "parazo" (versión trosca) "contundente" (versión Barrionuevo); que hubiera sido un fracaso si no paraban los transportes y -sobre todo en la CABA- si no hubieran existido los piquetes.

En el colmo del delirio (que se repite cada vez), el trosquerío habla de la contundencia del respaldo de la clase trabajadora al reclamo (con lo cual no se entiende que la sigan el día después, lanzando ellos solos la huelga general revolucionaria hasta que caiga el capitalismo), que se reflejará en las urnas en la próxima elección; posibilitándoles duplicar sus votos y pasar así del 2 al 4 %.

En este caso en particular, completaron una semana bizarra que incluyó la disertación de Altamira en Harvard, y la quema del muñeco de Hebe de Bonafini: como plan de lucha de la izquierda, suena lisa y llanamente lisérgico.

Y la burocracia sindical -que con los paros le muestra los dientes al gobierno, pero sobre todo a los candidatos, reclamando protagonismo político- sigue el día después del paro encerrada en su propia impotencia sin obtener rédito alguno del paro por su condición de notorios piantavotos; esa misma condición que los excluyó de las listas de esos candidatos a los que quieren apretar, haciendo el paro. 

La oposición -como siempre- aparece escondida detrás del protagonista del quilombo del momento (puede ser un fiscal  muerto o un sindicalista vivo, lo mismo da), pidiéndole al gobierno "que escuche el reclamo de la gente"; lo que por cierto habla bastante sobre su capacidad de conducir a esa misma gente, en un sentido político.

En el caso particular de Ganancias, una y otra vez aparecen -incluso algunos en el campo propio- los que reclaman "una reforma tributaria integral"; sanateando bastante sobre las posibles rentas alternativas a captar por el fisco para reemplazar el agujero de eliminar el impuesto para los salarios (ver al respecto información acá); omitiendo además las implicancias políticas del asunto: imaginemos a un gobierno que transita el último año de su mandato en pleno año electoral, proponiendo cosa semejante.

E imaginemos los apoyos concretos que lograría el gobierno entre los que reclaman esa reforma, cuando los antecedentes indican que cuando se trató de modificar algún impuesto, votaron en contra (ver acá), sin mencionar lo que hicieron cuando se quisieron imponer retenciones móviles; o que todos lo días están proponiendo eliminar un impuesto nuevo si son gobierno, sin indicar como lo reemplazarían para que el Estado no pierda recursos. 

Ni hablemos de la izquierda, porque desde la absoluta e inmodificable irrelevancia electoral (en términos de posibilidades concretas de ser gobierno, alguna vez), se pueden prometer viajes a Saturno, con subsidio estatal para el pasaje: el teorema de Baglini se debe haber inspirado en ellos. 

El gobierno -mientras tanto- sigue por su ruta, y se entetiene en cuestiones nimias, como recuperar para el Estado el manejo de los trenes, o garantizar que cada vez más habitantes del conurbano tengan cloacas: el tibio reformismo populista es así, se conforma con poco.

En medio del paro Clarín -la verdadera conducción de la oposición- se pega un tiro en el dedo gordo del pie, en su desesperado intento por mantener con respirador artificial el caso Nisman, su denuncia y alrededores; implicando a Máximo en una novela bizarra de cuentas secretas, plata iraní y bombas nucleares. 

Lo cual motiva la respuesta del aludido con Víctor Hugo, oscureciendo el "éxito del parazo" y haciendo subir la consideración de Máximo entre el electorado kirchnerista (parte del cual parecía haber comprado la imagen del gordito boludo que jugaba todo el día a la play station), en la msma medida que Clarín y sus periodistas bajan hacia el abismo del papelón; como lo comprueba ésta nota de Santoro, que le reclama al denunciado que haga lo que debería haber hecho él, antes de publicar nada sin chequear la información

Mientras tanto, el diario donde trabaja inventó un nuevo recurso periodístico, al imponer en tapa en lugar destacado, los condicionales que indican que una noticia puede o no ser cierta; o lo que se denuncia puede o no haber ocurrido, pero no lo pueden aseverar a ciencia cierta.

Con entusiasmo digno de mejor causa en su afán de incidir en el humor social y en las elecciones de octubre, persisten en cazar en el zoológico de su propio público cautivo y lobotomizado, que -defraudado una y otra vez como lector, oyente o televidente por un periodismo muy berreta- insiste en leerlos, verlos u oírlos y además, creerles.

Y que no se detiene a leer más allá de los títulos, o a analizar si el contenido de las notas es o no real.

Con lo cual se privan por ejemplo de haber leído acá en Clarín una inesperada nota kirchnerista, en la que nos cuentan que: "Con la plata que le sacan a la Presidenta por el "impuesto a los salarios altos", tal la nomenclatura que propuso el ocurrente Aníbal Fernández, se pagan casi 42 Asignaciones Universales por Hijo. Cada mes.".

Claro, chicos, de eso se trata.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

NO DIGAMOS NADA... DEL RECUADRO SUPERIOR IZQ.... LOS APOYOS???

Luis Freire dijo...

Me apropio del comentario del compañero Julio Fernández Baraibar, por lo claro, sintético y acertado: "Los amigos que intentan tomar distancia de las diversas sectas de ultraizquierda -denominadas genéricamente trotsquistas- caracterizándolas como purista cometen un error conceptual. Purismo, es decir una actitud principista abstracta frente a la más concreta y mediada actitud de la política, existe en todas las carpas políticas y tendencias ideológicas. El problema de estas sectas es una radicalmente incorrecta apreciación del mundo y la sociedad en la que viven. Parten de establecer que la contradicción principal de nuestra sociedad en entre el socialismo y el capitalismo, entre el proletariado y la burguesía -a la que últimamente se le han sumado rasgos de un cierto rousseaunianismo hipposo antiindustrial y eglógico-, contradicciones propias del mundo del capitalismo avanzado como Alemania, Francia, el Reino Unido o EE.UU. Nuestra condición es semicolonial, en el marco de una gran nación desmembrada que es América Latina. Por lo tanto, la contradicción liberación o dependencia, patria o colonia, unifica a las distintas clases y sectores sociales en oposición al imperialismo y los sectores nacionales ligados al mismo. El antikirchnerismo de estos grupos no es producto de un exceso de principios, sino de principios incorrectos que los lleva a unirse con esas clases que constituyen la punta de lanza interna del imperialismo en nuestra propia sociedad.
Mientras Hebe, ante la resignación generada por el alfonsinismo y la capitulación menemista, se enfrentaba al conjunto de los partidos y el estado en manos del imperialismo, era el ídolo de estos sectores. Cuando descubre, por su inteligencia y por la aparición providencial de Chávez y de Néstor, la complejidad mayor de nuestras sociedad, se convierte en una de las más férreas defensoras del actual proceso latinoamericano y se abraza en una foto al General Milani, un militar peronista y kirchnerista, se convierte en objeto de su odio expresado en la repugnante escena de La Plata. Insisto, así fue como lo colgaron a Gualberto Villarroel. Lo de La Plata fue una representación de ello o, para ser más incisivos, un ensayo incruento de ello."