LA FRASE

"NO DOY ABASTO REPRIMIENDO PIQUETES, REQUISANDO GENTE QUE DUERME EN LA CALLE Y PERSIGUIENDO TERRORISTAS IMAGINARIOS, Y PRETENDEN QUE CUIDE A LOS PRESOS PARA QUE NO SE ESCAPEN DE LAS COMISARÍAS." (WALDO WOLF)

viernes, 11 de marzo de 2022

DIÁLOGO Y CONSENSO

 

Al momento de subir estas líneas, el acuerdo del gobierno con el FMI se encaminaba a su aprobación en la Cámara de Diputados con un amplio apoyo, incluyendo los votos de buena parte de la oposición. Según  dicen, ayudó a eso que el gobierno cediera a los reclamos de "Juntos por el Cambio" para separar la refinanciación de la deuda, de las medidas de política económica que son consecuencia del acuerdo para esa refinanciación, que no es reprogramación: los vencimientos siguen siendo los mismos, y se cancelarán con nuevos desembolsos, de un nuevo préstamo, que después habrá que pagar.

La oposición logró así desentenderse de la responsabilidad política por el ajuste que el gobierno deberá instrumentar, aunque ellos pidieran uno mayor, reformas estructurales incluidas. No debería sorprender esa conducta en quienes vienen intentando desprenderse de su responsabilidad por la deuda original, incluso la parte de esa responsabilidad que tiene implicancias penales, y se dirime en causas judiciales en trámite. A propósito de esto: es imposible no ver en el acuerdo -al que se llega por las negociaciones lideradas por Massa con su socio jujeño Morales- un indulto a Macri, aunque se lo niegue.

Esa negativa no disuade las dudas que despiertan los discursos en el debate parlamentario (con escasas menciones a la responsabilidad macrista, con el antecedente del raje de diputados del PRO de la sesión inaugural del Congreso a la vista), ni la actitud  de los jueces de Comodoro Py que, si dormían las causas antes, con mayor razón lo harán ahora; olfateadores de climas políticos como ninguno, frente al acuerdo entre oficialismo y oposición para aprobar el acuerdo. 

El "vamos a votar el acuerdo con la nariz tapada pero dejando en claro quienes fueron los responsables de la deuda" quedó atrás, limitado a la nariz tapada (de algunos, otros audaces siguen intentando explicarnos que es un rosario de maravillas y posibilidades), reemplazado por el "demos vuelta la página y que la historia juzgue lo que hizo cada uno", de un por estas horas olvidado discurso presidencial, que cobra nuevo sentido a la luz de las circunstancias.

Nada indica que el acuerdo no vaya a tener tránsito favorable en el Senado, o que aun en la eventualidad que naufragara allí -por la resistencia del kirchnerismo-, el presidente lo termine aprobando por decreto: habrá acuerdo a como de lugar, porque hay mucho en juego; sin que esto signifique validar la extorsión a que se nos somete planteando la disyuntiva "acuerdo o caos".

Ahora bien: sería un muy grosero error (uno más, de una larga lista) de parte del gobierno confundir los amplios apoyos que cosecha el acuerdo en el Congreso, los empresarios y hasta parte del sindicalismo, con lo que pasa en la base de la sociedad. Una sociedad que viene de votar en su contra, retaceándole seis millones de votos respecto a la cosecha que la fórmula del FDT obtuvo en 2019, y que está preocupada por temas mucho más acuciantes, como el precio de los alimentos, o llegar a fin de mes, sin ir más lejos.

No sería la primera vez en nuestra historia que "la Argentina visible y audible" que ocupa la agenda de los medios alcanza puntos de acuerdo amplios, que producen consecuencias que luego son rechazadas por la mayoría de la sociedad, haciendo que esos acuerdos se les vuelvan en contra a sus firmantes, en forma de discurso anti-político: en estas condiciones, el "que se vayan todos" está tan a la vuelta de la esquina como una nueva crisis económica; y el gobierno se ha dado (lo sepa o no) una praxis que no hizo sino fortalecer esa posibilidad, rompiendo el contrato electoral con sus votantes, aunque muchos de sus integrantes no parezcan tomar nota de ello.

Los cuestionamientos del kirchnerismo (en boca de Cristina, de Máximo y de muchos otros dirigentes) a la política económica y a la forma en que se negoció la deuda con el FMI vienen así no solo a expresar las disidencias al interior de la coalición oficialista en un tema nodal o a intentar preservar capital político, electoral y simbólico en riesgo (alguien lo tiene que hacer, al fin y al cabo, dentro del FDT), sino a evitar que la sociedad caiga en la anomia política, por carecer vastos sectores de ella, de quien exprese sus intereses.

Como sugeríamos en entradas anteriores, el tratamiento legislativo del acuerdo hizo aflorar -con una naturalidad que desnuda afinidades visibles más allá de la "grieta"- el funcionamiento en acto de "la Argentina del 70 %", la Moncloa criolla de la que hablaba Larreta. Y si los pactos tejidos en estas horas fueron cocinados al calor de la coyuntura y para encaminar una brasa caliente como la deuda con el FMI, sus consecuencias se proyectarán a largo plazo, como si hubieran sido pensados con esa perspectiva.

Para la próxima vez que los argentinos vayamos a las urnas, ya el acuerdo con el Fondo no estará en la agenda, pero sus consecuencias serán cosa cotidiana, y habrá que ver entonces -con el razonable pesimismo que aconsejan los precedentes históricos- cuantos de los amplios consensos alcanzados hoy se sostienen, cuantos de los acordantes se despegan de lo que por éstas horas están apoyando, y quien queda legitimado para expresar políticamente el descontento. No sea cosa que después alguno se sorprenda, como pasó en las elecciones del año pasado. Otros tuits relacionados:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta la seguridad que tienen respecto de las presidenciales '23. De que se realicen, digo.
No veo como podemos llegar al '23.
Massa (porque Alberto siempre fue un títere de Sergio) piensa que con el apoyo de JxC puede llegar al '23 (vaya saber esa cabeza que proyecta, vice '23/presi la próxima?), Pero no tiene en cuenta que, aunque en el 2001 no haya Sido el pueblo, sino la política, la que dió un golpe blando apoyado en la masa popular de la capital federal; eso no significa que en la actualidad no pueda ser el pueblo real el que suba al helicóptero a estos soretes. Si es que pueden zafar.
Con lo que ha hecho Alberto (y Aníbal! Duhaldista al fin y al cabo) se merece colgar de un árbol en la plaza de mayo