LA FRASE

"LE DIJE AL PRESIDENTE MILEI QUE ESTOY MUY INTERESADO EN INVERTIR EN SU PAÍS, ESPECÍFICAMENTE CONTRATANDO A LOS CIENTÍFICOS DEL CONICET, ARSAT Y EL PLAN NUCLEAR QUE SU GOBIERNO ESTÁ DESPIDIENDO." (ELON MUSK)

martes, 17 de diciembre de 2013

USTEDES NO, NO TIENEN DERECHO


El editorial de la tribuna de doctrina de hoy (completo acá) sobre el ascenso de Milani supera todos los límites concebibles del cinismo y la hipocresía.

Sobre el caso Milani dijimos lo nuestro acá, y a lo dicho nos remitimos: si el pliego termina siendo aprobado el gobierno pagará un enorme costo político; aun cuando la situación en la justicia siga siendo exactamente la misma, y no se hayan disipado ni confirmado las acusaciones en su contra. Precisamente por eso (porque la situación sigue siendo la misma), no debió haberse insistido con su ascenso. 

Sin embargo, no se pueden juzgar del mismo modo las críticas a la decisión de quienes (aun siendo opositores al gobierno, o duros críticos del kirchnerismo) han tenido una conducta y una trayectoria en la defensa de los derechos humanos (como podría ser el caso de Pérez Esquivel); que las de los cínicos como La Nación, que utilizan el tema con el sólo propósito de golpear al gobierno. Que éste se los facilite insistiendo con el ascenso de Milani, no debe hacernos perder de vista este aspecto.  

Así leemos en el editorial: "En torno de Milani se desarrolla una tenebrosa discusión, referida a su conducta durante el último régimen militar. Una administración que ha truncado la carrera de uniformados libres de toda sospecha por el solo hecho de llevar apellidos caracterizados de la historia reciente mira para otro lado ante reproches gravísimos contra el jefe del Ejército.". No hacía falta tanta prosa alambicada para defender al hijo de Videla; y lo tenebroso en todo caso no es la discusión, sino los hechos ocurridos en el país en la última dictadura; incluyendo aquéllos en los que se endilga responsabilidad a Milani.

Pero hay más: "El deterioro institucional que se pone de manifiesto con la promoción del general Milani no tiene que ver sólo con su pasado, remoto o reciente, sino con su desempeño de estos días. Cinco meses atrás, este militar declaró que quería "un Ejército al servicio de un proyecto nacional y popular". 

¿Qué es para Milani un "proyecto nacional y popular"? ¿Qué sucedería si en 2015 se impusiera en las urnas un proyecto que no responde a la definición formulada por Milani? ¿El Ejército debería desconocer su triunfo y desobedecerlo? 

Con la aspiración de convertir a los militares en militantes, Milani hace reaparecer la febril ensoñación carapintada de transformar al Ejército en una montonera, es decir, en la organización armada de un movimiento político. Con la fantasía de este general, el kirchnerismo agrega otro rasgo familiar con el chavismo, que concibió a las instituciones castrenses de Venezuela no como un dispositivo de defensa sometido a la regla constitucional, sino como la dimensión castrense de una experiencia política específica.".

Al diario fundado por un general golpista (que llegó al poder tras su única y amañada victoria militar, y la renuncia del presidente constitucional; y siguió conspirando armas en mano tras su salida del poder), y que cohonestó todos los golpes de Estado en el país no le preocupan las instituciones, ni el compromiso político de un militar (¿acaso le molestó el compromiso político de Uriburu, Aramburu, Rojas, Onganía o Lanusse?); sino que sea con un proyecto político al cual detestan, ése es todo el problema.

Es la vieja discusión de la Década Infame, cuando bajo el pretexto de la asepsia profesionalista, las fuerzas armadas se erigían en custodios del fraudo y la entrega del patrimonio nacional: para la oligarquía y sus voceros calificados (como La Nación) joden los militares que exceden el estricto marco de su labor profesional, sólo cuando se convierten en Mosconi, Savio o Perón.  

Por estas cuestiones es que el caso Milani (a quien por supuesto no vamos a poner a la altura de los nombrados) deja un doble sabor amargo: porque castiga al kirchnerismo en una de sus políticas más trascendentes como la de derechos humanos; y porque queda flotando la sensación de que algunos terminan aprovechando las acusaciones en ese plano, para facturarle su compromiso político con un proyecto que no es el que ellos impondrían, de gobernar el país.

Y remata La Nación con éste párrafo de antología: "La sociedad argentina ha pagado carísimo su antigua propensión a convertir a las instituciones castrenses en el brazo armado del que manda. Y los propios militares soportan todavía una carga muy pesada por haber olvidado que sólo deben obediencia a la ley."

No fue "la sociedad argentina" así a secas, en general, la que tuvo propensión por convertir a las fuerzas armadas en el brazo armado del que manda, La Nación: fueron grupos sociales y económicos bien concretos, de los que ustedes son parte principalísima.

Que no casualmente comenzaron a utilizar esa herramienta cuando por fin el pueblo (con la ley Sáenz Peña) pudo votar libremente para elegir a sus gobernantes.

Y la "carga pesada" que soportan los militares será en todo caso el peso de la justicia, para los que tienen rendir cuentas ante ella por lo que hicieron en el pasado (incluyendo a Milani si fuera el caso, como no); y no por haber "olvidado" que sólo deben obediencia a la ley (después de todo, no hay ninguno juzgado por rebelión o sedición), sino simple y dolorosamente, por haber cometido crímenes de lesa humanidad.

En épocas en las que ustedes no sólo silenciaban los hechos, sino que los disfrazaban, los aplaudían y aprovechaban el terror, para hacer negocios; sin preocuparles si las fuerzas armadas se apartaban o no de su misión específica.

Hay muchísima gente (kirchnerista, opositora, simpatizante o no del gobierno, indiferente al respecto) con derecho a sentirse indignada con el ascenso de Milani o a rechazarlo, considerarlo un error, o un retroceso.

Pero ustedes no, La Nación; ustedes no tienen derecho.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sugiero un diàlogo con La Naciòn.
Luego del pan de trotyl.

Anónimo dijo...

La Nación se cansó de despotricar contra el matrimonio igualitario y las comunidades de lesbianas, gays y travestis, más o menos en la época en que encontraban muerto en su lujoso departamento a Luis Mitre, el hermano homosexual de Bartolomé Mitre.
Son muy parecidos a dona Mirta la octogenaria almorzadora, cuando le preguntó a Ana María Campoy (mamá de Pepe Cibrián) que se sentía tener un hijo homosexual; y la otra le respondió: "Tú debes saberlo". Claro la ochentona tenía oculto a su hijo homosexual y sin temor a errarle don Daniel Tinayre también andaba en el rasguño.

Anónimo dijo...

La Nación se cansó de despotricar contra el matrimonio igualitario y las comunidades de lesbianas, gays y travestis, más o menos en la época en que encontraban muerto en su lujoso departamento a Luis Mitre, el hermano homosexual de Bartolomé Mitre.
Son muy parecidos a dona Mirta la octogenaria almorzadora, cuando le preguntó a Ana María Campoy (mamá de Pepe Cibrián) que se sentía tener un hijo homosexual; y la otra le respondió: "Tú debes saberlo". Claro la ochentona tenía oculto a su hijo homosexual y sin temor a errarle don Daniel Tinayre también andaba en el rasguño.