Por A.C.
Marzo de 2019 y una nueva corrida del dólar. El gobierno de Macri desde que asumió se endeudó con los mercados de manera demencial por más de 100 mil millones de dólares, hasta que los mercados le cerraron los créditos porque el volumen de deuda tomado se tornaba impagable.
Debió recurrir entonces desesperadamente al FMI ante una situación de explosión económica inminente, y ese organismo (cuyas recetas no pueden exhibir éxito alguno en décadas) liberó fondos, generando mayor aumento del ya sideral endeudamiento macrista, para intentar apagar un incendio cuyas brasas no solo siguen encendidas, sino que aumentan día a día.
Aumentan día a día. Como lo muestra el propio mercado, una recesión económica sin precedentes, tasas de interés inviables, una inflación galopante, el corte de la cadena de pagos, el incesante aumento del riesgo país, la revitalizada fuga de divisas ante un carry trade que deja de ser rentable por la disparada del dólar, una devaluación récord, una dolarización masiva de las carteras y un grupo de funcionarios ineptos que son solo instrumentos de las órdenes del los técnicos del FMI.
Este panorama se presenta en un año electoral, con más de 59.000 millones de dólares a afrontar por vencimientos de la deuda tomada por Macri, y con vencimientos de un enorme volumen de plazos fijos en pesos entre abril y mayo, que indefectiblemente en su gran mayoría volarán al dólar.
Y el mercado sabe que no hay autonomía posible del gobierno de Macri para tomar decisiones, ni siquiera ante éste marco de desastre cambiario, porque el que toma las decisiones es el FMI. Por más que el dólar se siga disparando y salga de la “zona de no intervención”, el Banco Central sólo podrá intentar parar la corrida vendiendo como máximo 150 millones de dólares diarios. En el marco actual, una gota de agua en el mar. Así lo dispuso el FMI.
Por eso, para el mercado es la competencia más fácil de ganar, porque conoce de antemano los movimientos contrarios.
Al gobierno macrista solo le queda implorar piedad al mercado, con oraciones basadas en la soberana estupidez de creer que el mercado se mueve por ideología.
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