“Avanzar
en el camino propuesto por el FMI formalizaría un preocupante recorte de
capacidad de maniobra de la política económica que sería heredado por el
próximo gobierno. Bajo el argumento de “fortalecer” el BCRA, el
acuerdo con el FMI plantea el compromiso de modificar la carta orgánica dándole
mayor autonomía, claro está, respecto al poder político. Los dos ejes
principales de la propuesta pasan por “reforzar la estabilidad de precios como
el mandato principal”, lo que implicaría volver a subordinar las condiciones de
la economía real al objetivo de estabilización monetaria. En realidad, las
sucesivas conducciones del BCRA ya han abrazado sin mucho éxito esta postura a
lo largo de los últimos tres años. Con la falsa premisa de que si se logra la
estabilidad, el crecimiento y el empleo vienen por añadidura, la política
monetaria, cambiaria y financiera se ha desentendido de la economía real.
Si formaliza en una ley ese nuevo mandato único que “de hecho” está ejerciendo
el BCRA se perderían, entre otras, las atribuciones de esta entidad para
regular el crédito y las tasas de interés.”
“El
otro eje de los cambios propuestos pasa por achicar la capacidad del BCRA para
financiar al Tesoro Nacional. En el texto del acuerdo se explicita la necesidad
de “suspender la financiación directa o indirecta del BCRA al Tesoro”. Esta
postura súper ortodoxa insiste en ignorar que la gran mayoría de los bancos
centrales desempeñan la función de financiar a sus Tesoros para que lleven
adelante los gastos e inversiones que consideren necesarios.”
“La
insistencia en que se legisle en ese sentido persiste a pesar de que “de hecho”
el Banco Central ya ha optado por resignar sus atribuciones para financiar al
Tesoro. A mediados del año pasado, por ejemplo, en una demostración de buena
letra con el FMI, se dejaron de transferir 112.000 millones de pesos en
concepto de adelantos al Tesoro. Ese financiamiento a tasa cero fue
reemplazado por la ampliación de la deuda con el sector privado. De
formalizarse en una nueva ley esta inhibición para asistir al financiamiento
del gasto público, se cristalizaría una mayor dependencia del financiamiento
del mercado, achicando los espacios para la gestión de la política económica
del próximo gobierno.”
“Uno no
puede dejar de preguntarse cuál es el apuro del gobierno y de los funcionarios
del FMI por cambiar la carta orgánica cuando en los hechos ya se están
implementando las principales líneas de acción propuestas: se
dejó de financiar al Tesoro, la política monetaria se desentiende de cualquier
meta vinculada a la economía real y lejos de cancelar deuda con reservas, el
endeudamiento se ha transformado en el único mecanismo para engrosarlas. No
hay que tener una mirada demasiado conspirativa para pensar que el objetivo es
garantizar que el próximo gobierno, particularmente si es de otro signo
político, se encuentre con restricciones formales para reemplazar
financiamiento del mercado por financiamiento intra sector público, o para
apartarse de la lógica monetarista en el manejo de la política monetaria
y cambiaria, entre otros severos condicionantes.”
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