Para el Día del Trabajador del año pasado, gobernaba Macri y Cristina aun no había anunciado que proponía como candidato presidencial a Alberto `Fernández, acompañándolo ella en la fórmula.
El país llevaba un año bajo el acuerdo con el FMI, y mucho más tiempo que ése bajo una recesión que se llevaba puestos empleos, salarios y empresas. En buena medida, esas fueron las razones del triunfo del "Frente de Todos", cuya fórmula sería respaldada mayoritariamente por los trabajadores; tanto como se puede saber o presumir acerca de la composición del voto, y sus razones.
En diciembre del año pasado se cerraba así el ciclo de la restauración neoliberal en el país, una experiencia de claro sesgo clasista y anti-obrera; que vio a los trabajadores como enemigos, y a sus derechos como un obstáculo para el crecimiento del país, a punto tal de culpabilizarlos de todos sus males, y hasta de eliminar el Ministerio de Trabajo.
Es importante recordar hoy estas cosas, cuando los mismos sectores sociales que fueron el sustento real de la experiencia macrista (que accedió al poder también con el voto de sectores de trabajadores, sería necio negarlo) vuelven a mostrar los dientes en plena pandemia, saboteando los esfuerzos del gobierno para evitar que el peso de la crisis recaiga sobre las espaldas de los que trabajan.
Un gobierno, el de Alberto Fernández, que repuso casi en simultáneo con su asunción el Ministerio de Trabajo, y la doble indemnización por despido, porque como decía Perón, los hombres son buenos, pero si se los vigila son mejores. La medida, por supuesto, tuvo el rechazo inmediato de los que dicen que, para crear empleo, hay que facilitar los despidos: comer y descomer, lo ejemplificó un ex burócrata de Techint devenido funcionario del gobierno macrista.
Techint, dijimos: el mismo grupo empresarial cuyo CEO no es solo el hombre más rico de la Argentina (aunque sea italiano y el hólding tenga su domicilio en Luxemburgo) que hizo punta en la estrategia empresarial para marcarle la cancha al gobierno, despidiendo 1450 trabajadores de una de sus empresas, para forzarlo a levantar la cuarentena, en beneficio de sus negocios y a costa de la salud de los trabajadores.
En respuesta, el gobierno dictó un DNU que prohibió por 60 días los despidos y suspensiones por causa de fuerza mayor (por ejemplo la merma en las ventas y la facturación por la pandemia), pero que al día de hoy es letra muerta: los despidos y suspensiones siguen estando a la orden del día, sin que el propio gobierno haga nada para hacer cumplir su propia norma.
Peor aun: esta misma semana se conoció que la UIA y la cúpula de la CGT llegaron a un acuerdo por el cual, a cambio de evitar despidos, los trabajadores (o en todo caso los sindicalistas que dicen representarlos) aceptan una rebaja de hasta el 25 % de sus salarios; y el gobierno adelantó que homologará todo acuerdo que se mueva dentro de esas pautas, con la velocidad que no tuvo -por ejemplo- para aprobar el impuesto a las mayores fortunas, ya en el inicio de su mandato.
Hasta acá y en medio de la pandemia (que vino a agravar el ya de por sí complejo cuadro heredado del macrismo en materia laboral, económica y social), el gobierno ha venido funcionando a los tumbos, ensayando distintas medidas para sostener el empleo y los salarios en la crisis (el IFE, el pago de parte de las nóminas salariales, los créditos subsidiados a las Pymes para pagar sueldos) con mejores intenciones que resultados. La eyección de Alejandro Vanoli de su cargo en ANSES podría tener que ver con eso, pero hay otros que han hecho sobrados méritos para ser también eyectados de sus cargos, y permanecen en ellos.
Pero lo concreto es que, mientras bancos, fondos de inversión, sectores de la especulación financiera y grandes grupos empresarios formadores de precios, o con posición dominante en el mercado, no han sufrido nada o casi nada de los efectos de la crisis (muchos de ellos incluso se han favorecido) los trabajadores hoy conmemoran su día con la incertidumbre de saber si conservarán su empleo, o cobrarán su salario íntegro, en tiempo y forma.
Por estas horas se supo incluso que hay empresas que accedieron a los préstamos subsidiados para el pago de sueldos, e invirtieron lo recursos en comprar dólares vía la Bolsa, el MEP o el contado con liqui; mientras que algunos bancos (desoyendo la letra expresa del DNU presidencial que lo prohíbe) les están descontando a los beneficiarios del IFE, deudas que tienen con el sistema financiero. O hay empresas como el Grupo Clarín, que distribuyen dividendos entre sus accionistas, mientras les pagan los salarios en cuotas a sus trabajadores.
Nada de eso debería pasar en un gobierno peronista, o éste no lo debiera permitir, porque como dice la cuarta verdad, "no existe para el peronismo más que una clase de personas: las que trabajan".
Tenemos un compromiso moral con todos los que nos votaron, de cumplir con la palabra empeñada en campaña, sin desconocer las enormes dificultades que se nos plantean, y la descarnada oposición que tenemos enfrente. Pero es bueno recordar, justo hoy, el día de los trabajadores, que nuestro primer compromiso es con ellos, y no podemos fallar en cumplirlo.
4 comentarios:
Porque la primera verdad es la realidad.
Y ella nos dice, que está faltando temple para hacer cumplir algunas normas.
Hay que hacer. No hacer como qué...
Con Alberto no va funcionar la de dejarlo pastar que engorde.
Los leales critican
20verdades
Tá' bien. Lamentablemente,así son las cosas.-
Suscribo todo. Kña
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