Ojo, no sería la primera vez que les pase: ya vimos acá como el nuevo hospital Iturraspe tiene rajaduras y otros problemas en la estructura de hormigón armado de la primera etapa; que inexplicablemente le pagaron a otra empresa para que las arregle, en lugar de reclamarle a la contratista original, Ponce Construcciones.
Tampoco nos vamos a asombrar del hecho de que en el "Yaciretá del socialismo" (como dimos en llamar acá al Cemafe) se aprueben adicionales de obra, redeterminaciones de precios, trabajos extracontractuales y otras yerbas: ver al respecto acá, acá y acá. Y acá también, ya que estamos.
Pero lo del decreto de las imágenes que ilustran el post, pintar para entrar en el libro Guinness de los récords: resulta que allá por julio del año pasado, a los 3 meses de haberse adjudicado los trabajos de la 2º etapa ("Urbanizaciones y cerramientos exteriores") la UTE adjudicataria (donde está la inefable PECAM) "descubre" que hay tanques de combustible enterrados, y las napas del terreno están muy altas; provocando el peligro de desmoronamientos, y la necesidad hacer tareas de entubamiento para evitar inundaciones.
Raro que no lo hayan descubierto antes los que hicieron la estructura de hormigón armado, cuando se supone que la obra arranca de cerro, y por ende si hay dificultades en el terreno, tienen que aparecer; sumado a que es habitual en las licitaciones que se les exija a las empresas declarar que conocen perfectamente el terreno y las condiciones de la obra.
Increíble (¿o no?) que se les haya escapado el detalle de -ponéle- hacer un estudio de suelos a los que diseñaron el proyecto, empezando por la ex mujer de Binner, Silvana Codina (aun funcionaria del Ministerio de Obras Públicas de la provincia), que lo paseó por cuanta exposición nacional e internacional de arquitectura hubo, como podemos ver acá.
Sobre todo porque la caprichosa elección del lugar (cuestionada por muchos especialistas en salud pública y urbanismo) tuvo que sortear un pleito judicial de la provincia con sus presuntos propietarios.
Un "descuido" (el de los tanques enterrados y las napas altas) que nos terminará costando a todos los santafesinos más de 5 millones de pesos (total, el fondo soja de donde salen, da para todo); y que tampoco sabemos si desde julio del año pasado (cuando descubrieron el problema) hasta ahora fue resuelto, y como.
De última ¿a quién le importa, no? si ahí va a funcionar -algún día, vaya uno a saber cuando- nada más que un hospital.
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