LA FRASE

"PENSÁNDOLO BIEN, VOY A SACARLE EL PRESENTISMO A LOS DOCENTES, NO SEA COSA QUE ME ACUSEN DE KIRCHNERISTA." (MAXIMILIANO PULLARO)

martes, 16 de abril de 2024

PONGAN FIN A LA LOCURA

 
Hace unos días decíamos en ésta entrada: "El poder real de Milei no viene de sus 15 millones de votos en el balotaje, ni de su magnetismo personal, ni de las alianzas que haya podido articular con la política, sino del poder económico nacional y extranjero del cual es un simple instrumento. Ese poder que redacta sus DNU y hasta dirige su mano para firmarlos aunque se contradiga abiertamente de un día para el otro, como acaba de pasar con los aumentos de las prepagas, la telefonía celular, la televisión por cable o internet.".

"La misma mano que habilita esos aumentos es la que niega la homologación de las paritarias que recomponen salario, y ninguna de ellas es la de Milei, aunque su firma figure al pie de los decretos. Y es a esas manos a la que la dirigencia de la CGT -como buena parte de la dirigencia política, incluida la de "Unión por la Patria"- teme realmente enfrentar, o cree que no puede: aun sin ser verbalizada en público, la teoría de la "correlación de fuerzas desfavorable" que presidió al gobierno fallido de Alberto Fernández, vuelve a imponerse a la hora de definir estrategias.".  

El razonamiento aplica perfectamente -incluso con mayor razón- para la absurda política exterior del gobierno, que consiste básicamente en un alineamiento incondicional con Estados Unidos e Israel (son palabras de Milei), en el marco de una afiebrada visión ideológica anclada en los tiempos de la Guerra Fría, y empeorada con lecturas bíblicas mal digeridas.

Ese eje de poder (e influencia) que mueve los hilos de la marioneta presidencial y le hace prometer la instalación de una base militar extranjera en territorio nacional, coquetear con la idea de enviar tropas a Ucrania o conformar un comité de crisis para analiza lo que pasa a 13.000 kilómetros de distancia, es el que amedrenta a la casi totalidad de la dirigencia opositora, que eligió por miedo y cálculo especulativo no condenar ni siquiera verbalmente la escalada de idioteces de Milei, que comprometen la imagen y la dignidad del país ante el mundo, sin ningún interés nacional en juego que lo justifique.

La Argentina tiene muchos y graves problemas que reclaman atención inmediata como para andar perdiendo el tiempo involucrándose en un conflicto que le es ajeno, al riesgo de sufrir represalias en su propio territorio: el grado de alienación del gobierno es tal que sindicando a Irán como responsable de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA -lo que está muy lejos de haber sido establecido como verdad legal por la justicia argentina, como machaca la propaganda oficial-, no vacila en escalar en la confrontación verbal con ese país y al mismo tiempo, advertirnos que podemos volver a sufrir otro atentado. 

La misma advertencia que señalan con total irresponsabilidad el embajador israelí que asiste a las reuniones de gabinete, y las instituciones que dicen asumir la representatividad de la comunidad judía en el país. Los disparates de Milei nos han degradado como país al punto que no solo decidimos por nosotros mismos sino respondiendo a directivas ajenas en nuestros propios asuntos, sino que nos involucramos en asuntos ajenos con una dedicación que no le ponemos a las urgencias propias.

Y a éste gobierno desquiciado y a este presidente que demuestra transitar a diario todas las formas posibles de la locura (como olvidar cuando se gastaron ríos de tinta hablando de la presunta bipolaridad de Cristina), hay buena parte de la oposición política que está dispuesta a otorgarle facultades extraordinarias para disponer de la vida y hacienda de los argentinos. Con lo cual a ésta altura no cabe sino sindicarlos como cómplices o partícipes de la misma locura.

Si Milei sigue haciendo lo que hace y diciendo lo que dice, metiéndonos en los lugares en los que nos mete (con su política interna y exterior) no es solo porque quiere y se le antoja, sino porque puede y lo dejan. Por menos de la millonésima parte de sus disparates en tiempos de Cristina se reclamaba la renuncia de la presidenta y el llamado a elecciones, o su destitución.

Quizás también entonces porque se entendía que eso agradaba a los mismos titiriteros a los que hoy se les tiene miedo, y manejan a Milei. Tuits relacionados:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedido de Juicio político al demente. Hoy.
Los legisladores a mover las cachas, den o no los votos.
El Colo.