¿LAS RATAS EMPIEZAN A ABANDONAR EL BARCO?

Aun sin conocerse (por lo menos para el conjunto de los santafesinos) los resultados definitivos de las PASO del 19 de abril, siguen los coletazos de las urnas hacia el interior del Frente Progresista; y tal parece que -conforme al dicho conocido- las ratas comienzan a abandonar el barco ante lo que vislumbran como una derrota segura en las elecciones generales. 

Primero y como da cuenta la imagen de apertura, las ratas del periodismo oficialista; que nos cuentan ahora con lujo de detalles en el Boletín Oficial (por la pluma de su mismísimo director) lo que por acá sabemos desde hace años: que el Frente Progresista (la famosa "coalición construida durante 20 años, modelo para el país") es en realidad un rejuntado electoral armado al solo efecto de ganarle al peronismo; algo en lo que tuvieron éxito en el 2007 luego de varios intentos, desde aquélla primitiva alianza de Usandizaga, Natale y Binner.

Un revuelto Gramajo conformado por socios principales (radicales y socialistas) que en realidad se detestan, y sólo se mantuvieron unidos hasta acá porque gobiernan, y porque saben que de fracturarse, tendrían que despedirse ya de los despachos oficiales que ocupan hace 8 años, tras 24 de espera.

Y socios minoritarios (algunos ya desprendidos, otros jugando a varias puntas) que no aportan votos sino algo de "color pluralista" a la coalición; que en realidad se trata del socialismo, y algunos cuantos radicales seducidos por la chequera.

Uno de los mayores lenguaraces del "relato" oficial en la provincia nos cuenta en la nota -con lujo de detalles- las broncas de Barletta y Giustiniani, los reproches radicales al sectarismo socialista, el desmarque de los senadores del FPCyS de la fórmula Lifschitz-Fascendini (chocolate por la noticia, Coni) y los radicales que están preparando la garrocha para saltar al PRO, apretados por Sanz.

Cosa de la que también se da cuenta acá en Sin Mordaza (con inobjetables fuentes macristas): Sanz quiere apretar a los radicales santafesinos (a los que haga falta, por supuesto, con algunos no sería necesario) para que acepten bancar la candidatura de Reutemann a senador nacional en agosto y octubre, poniendo el segundo término de la boleta para meter el otro senador por la mayoría; y colando algunos nombres de la UCR santafesina como candidatos a diputados  en la boleta presidencial de Macri.

Una reedición del pacto Reutemann-Usandizaga con el que en su momento ambos se repartieron cargos e influencia en la justicia santafesina (empezando por la Corte Suprema) y los organismos de control; facilitado por el hecho de que una de las principales espadas del vasco (Jorge Boasso) es el compañero de fórmula de Miguel del Sel.

Según se informa, Macri le pone como ultimátum a Sanz para "meter en cintura" a los radicales díscolos de acá el 10 de junio, o sea cuatro días antes de la elección general en la provincia: un reaseguro para garantizar la migración de votos de Barletta a la fórmula del PRO, y asegurar el triunfo de Del Sel.

Para colmo, al perro flaco le sobran pulgas: mientras una nueva pericia judicial devela que la PC del narco Medina fue manipulada por Echaniz y los funcionarios provinciales que la abrieron; y la justicia federal decidió hacer lugar al pedido del fiscal y solicitar los desafueros de Lifschitz y Binner, por no haberse presentado a prestar declaración indagatoria en la causa en la que se investigan aportes no justificados a la campaña electoral del socialismo; hecho del cual diéramos en su momento la primicia acá. Dos hechos de inevitable asociación entre sí, además.

Visto desde nuestra óptica, estos hechos y movimientos refuerzan la necesidad de redoblar la apuesta por el voto al FPV (máxime considerando las auspiciosas cifras del escrutinio definitivo de las que dábamos cuenta acá); porque si bien no existe relación directa entre las roscas dirigenciales y el voto ciudadano, lo que es inocultable ya es que el FPCyS -cuyas ataduras de alambre se deshacen hora tras hora- no puede ser tomado en serio como una alternativa al ex Midachi.

Ni en términos electorales, ni de diferenciación de proyectos políticos.