LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

miércoles, 10 de mayo de 2017

LECCIONES DEL 2 X 1


Las multitudinarias manifestaciones de ayer en Plaza de Mayo y diferentes punto del país no hicieron sino visibilizar en el espacio público lo que se intuía a partir de los bruscos cambios de posición del gobierno sobre el fallo de la Corte aplicando el 2 x 1 a las causas de lesa humanidad: "el  curro de los derechos humanos" tiene más adherentes de los que muchos suponían, empezando por el propio gobierno.

La saludable reacción de buena parte de la sociedad ante el fallo demuestra que cuando se quiere avanzar (o retroceder) en la clausura de las políticas de memoria, verdad y justicia se toca un nervio sensible; y se pagan costos. 

Los intentos del gobierno por despegarse del fallo y evitar -precisamente- pagar esos costos, e incluso trasladárselos al kirchnerismo fracasaron rotundamente; y desde Macri (con su ominoso silencio de una semana) hasta Carrió y sus delirios, ingresaron en los terrenos del ridículo, y se vieron forzados a discutir sobre un tema que no pensaban, en un terreno que no fijaron, y en condiciones desfavorables.

Y todo a partir de un fallo que el gobierno operó/gestó/alentó/trató de ver si podía usufructuar (elija cada uno lo que le parezca, nosotros nos inclinamos por las tres primeras) para llevar agua para su molino; que fue concebido en un claro contexto (hoy gustan llamarlo "clima de época") acelerado por la marcha del "1°A"; una convocatoria que el gobierno, los jueces de la Corte o ambos, vieron como una luz verde social para alumbrar el fallo. 

Acostumbrados como estamos en estos tiempos a lamentarnos de tantas "batallas culturales" perdidas, hagámonos un momento para celebrar este triunfo, que no es menor: aunque más no sea por pura especulación política y de la boca para afuera, el gobierno tuvo que subirse al amplio colectivo social que expresó su rechazo a la impunidad para los genocidas. 

La reacción del Congreso votando en horas una ley para excluir la aplicación del "2 x 1" en las causas de lesa humanidad es -si se nos permite- de dudosa astucia política: visto con los ojos de los cortesanos supremos amenazados por el juicio político, luce como un salvavidas para zafar de éste; precisamente con el argumento de que si existía un "vacío legislativo" que debía llenarse, la cuestión que fallaron era discutible, y en consecuencia si se entra en los terrenos de lo opinable, no puede el fallo sustentar un procedimiento de remoción.

Hacia el interior de la Corte Lorenzetti (que con innegable astucia habilitó como presidente el tratamiento del tema, sabiendo que quedaría colocado votando del lado correcto) sale fortalecido para retener la presidencia; o acaso resistir los embates de Carrió, el ariete del gobierno para ablandarlo a él y al resto de los jueces. 

La rebelión de los jueces que a lo largo y ancho del país se resistieron a aplicar el criterio del fallo tiene más que ver con su olfato para percibir quien tiene realmente las riendas del Poder Judicial (empezando por la chequera, el manejo del presupuesto, los cargos y los ascensos), que por profundas convicciones jurídicas.  

Pero nada de eso no quita que el fallo y la crisis que desató dejan a la Corte en una crisis de credibilidad terminal, de la que no podrá sacarla ni siquiera un posible (o casi seguro) fallo "compensatorio" al estilo de los árbitros de fútbol ordenando la libertad de Milagro Sala. De allí que seguir insistiendo en instalar el juicio político para la nueva mayoría automática es una obligación política de primer orden.

Y la crisis deja a los tres supremos que conformaron el voto de la mayoría más dependientes aun del favor del gobierno, que los salvó -por ahora- en el Congreso del juicio político. Así que habrá que estar muy atentos a los fallos que estos mismos jueces firmen "con la mano muerta" de ahora en más, en especial en causas sensibles para los intereses del gobierno; aunque no tengan tanto voltaje político y social como la del "2 x 1" a los genocidas. 

También habrá que seguir de cerca las previsibles reacciones destempladas del pandismo, que gastaba a cuenta del fallo y tenía a muchos con las valijas listas para volverse a su casa, o para volver a caminar libres (que no tranquilos) por la calle: es gente que no se caracteriza precisamente por dirimir sus cuestiones por métodos democráticos.

Las esquirlas del fallo que hirieron de muerte a la Corte e impactaron en el gobierno, alcanzaron también a la cúpula de la iglesia católica argentina, cuyo enésimo pedido de "reconciliación" propició la cobertura "espiritual" del libelo que alumbraron los cortesanos.

Y rozaron por carácter transitivo al Papa, sea porque alentó la movida, o porque la vio venir y no hizo nada para impedirla: la reacción inmediata y masiva de una sociedad plural y acostumbrada a movilizarse por sus derechos como la argentina dejó en claro los límites concretos de intentar intervenir en la política doméstica desde Roma; una lección también para los que desde acá esperan instrucciones del Vaticano para articular políticamente.

A la "oposición responsable dadora voluntaria de gobernabilidad" el episodio abierto con el fallo le debería dejar una valiosa lección: de éste gobierno siempre se debe esperar lo peor y jamás confiar en él, porque apenas pueda intentará cagar aun a los que le dan una mano (votándole por ejemplo los jueces que propuso para la Corte); porque está en su naturaleza, como la fábula del escorpión y la rana.  

El fallo de la Corte, su gestación, sus efectos inmediatos (los cientos de represores que de la noche a la mañana se volvieron garantistas) y sus repercusiones son el episodio número un millón del famoso "prueba y error" que se ha convertido en el sello de agua de "Cambiemos", desde el comienzo mismo del gobierno de Macri.

En consecuencia, no caigamos en el error de creer que haber salido escaldados de ésta los detendrá de volver a intentarlo de nuevo, o ensayar cosas aun peores: tienen muchos favores que devolver, intereses que preservar, promesa que cumplir, que no son precisamente las públicas de campaña. Pero como quedó demostrado con la reacción al fallo y las masivas movilizaciones de ayer, dependerá más de lo que nosotros estemos dispuestos a permitirles, que de lo que ellos decidan reprimirse de hacer. 

Después de una semana de estruendoso silencio, Macri apareció ayer en Mendoza pretendiendo resolver el dilema que planteaba el fallo con algunas idioteces, que no resisten el más mínimo cotejo con lo que es la realidad concreta de su gobierno: baste decir que el presidente del blanqueo y del partido que no votó la ley Pietragalla dijo estar en contra de todo mecanismo que aliente la impunidad; y que ese mismo presidente (que intentó colar por la ventana del decreto dos arribistas en la Corte) dijo ayer que para él, la división e independencia de los poderes era esencial.

Lo que nos deja a nosotros la última lección de todo esto: las contradicciones entre lo que Macri dice y lo que efectivamente hace son tan enormes, que nos exigen dejar de prestarle atención a lo que dice, para concentrarnos en lo que hace, o es capaz de hacer. 

Porque eso es lo que verdaderamente causa daño, tanto daño como le dejemos hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sobre Pando: hoy en "El hormiguero", programa de radio de la 100.9 de Santa Fe (Chalet y Sadop), pasaron el audio en el que Pando cuenta lo que le dicen en privavo en el gobierno y su bronca porque cuando los entrevistan se acomodan diciendo lo contrario. Hipocresía... confirmación de que el gobierno operó-gestó-alentó el fallo.

Anónimo dijo...

Una lástima por Cecilia y su banda de genocidas. Pensaron que iban a salir. No va a poder ser. A desarmar los bolsitos.