LA FRASE

"DE MI ASCENSO A SECRETARIO DE ESTADO SOLO DIRÉ QUE SI UNO ES BUENO EN LO SUYO, EL RECONOCIMIENTO SIEMPRE LLEGA." (MANUEL ADORNI)

sábado, 17 de octubre de 2015

70 AÑOS 17



Cuando se cumplieron 10 años del 17 de octubre del 45' el peronismo no estaba con ánimos de celebración: Perón había sido derrocado, el revanchismo gorila se desplegaba con toda ferocidad y el movimiento popular enfrentaba el exilio de su líder, y el oprobio de la proscripción.

Se suponía por entonces que el peronismo era el simple emergente de una coyuntura propicia y del usufructuo de los resortes del poder del Estado: pasada la primera e indisponibles los segundos, tendería a desaparecer, más temprano que tarde; y su electorado sería absorbido por los "partidos democráticos". Curiosamente -o no tanto- lo mismo que se dice y se espera hoy del kirchnerismo.

Para los 20 años de aquél 17, ya el vaticinio gorila se rebelaba fallido porque el peronismo persistía, y la obcecación de negarle el elemental derecho a la participación democrática genera un cuadro de inestabilidad política permanente en el país.

10 años después y a 30 de aquél día del 45, todo se había precipitado velozmente: Perón regresó al país para ver estallar la puja interna y morir, y el país ingresaba en el tramo más oscuro de su historia: estaba próximo el ultimátum de Videla que preanunciaba el golpe del 24 de marzo.

Con la dinámica impiadosa de la historia, los 40 años del 17 original encontraban al país en el auge de la primavera alfonsinista, y al peronismo intentando salir de la post dictadura y su primera derrota electoral en comicios libres y sin proscripciones: la por entonces esperanzadora renovación terminaría luego reducida a un simple planteo de democracia partiaria interna, y muchos de sus dirigentes pasando en lugares destacados al menemismno.

Menemismo dijimos: el medio siglo de aquélla jornada histórica transcurrió nada menos que tras la ratificación electoral -por la mayoría del pueblo argentino, a no olvidarlo- de un proyecto político que significó ni más ni menos que el intento concienzudo y planificado de desmantelar la Argentina de Perón, completando lo que al respecto hizo la dictadura.

Un proyecto que terminó armando la bomba política, social y económica que estallaría en el 2001, generando la mayor crisis institucional de nuestra historia democrática, salvados los golpes militares.

Marcando un quiebre con esa continuidad de hitos dolorosos, el kirchnerismo (principal emergente político de esa crisis) pudo conmemorar en el 2005 los 60 años de aquél 17 habiendo reconciliado a la gente con la política, y al peronismo con sus mejores tradiciones políticas: estaban relanzados por los juicios por la verdad, la memoria y la justicia, restablecidas las paritarias y el Consejo del Salario, se había manifestado el rechazo al ALCA y el país se aprestaba a cancelar su deuda con el FMI; clausurando así el capítulo de su ingerencia en nuestras políticas económicas y sociales. 

Hoy al cumplirse los 70 años de ese hecho que partió en dos la historia argentina moderna y cuya trascendencia no ha sido aun superada por acontecimiento alguno, el país y el peronismo enfrentan la encrucijada de una elección clave para su futuro; en la que la disyuntiva central sigue siendo la misma que en 1945.

Los que entonces hubieran celebrado el desplazamiento de Perón y calificado despectivamente la movilización popular, hoy tratan de darse un baño de peronismo inaugurando estatuas, mientras le niegan racionalidad política al pueblo para elegir su propio destino -tal como se lo negaron entonces a las masas que cruzaron el Riachuelo y remojaron sus patas en las fuentes de la plaza-, con la excusa del "clientelismo".

Lo que demuestra que bajo la supuesta reivindicación de la tradición política del peronismo y a poco que se los raspe, subyace la perimida teorización de Germani; que lamentaba que el pasaje de las masas a la plenitud de la participación política no se hubiese hecho "a través del método democrático racional", sino por la mediación populista de un líder carismático.

Pero aunque la evocación del 17 de octubre trasciende al peronismo y pertenece ya a la rica trayectoria del campo nacional y popular en la Argentina, es el peronismo como principal expresión política de ese campo (por propia decisión de las mayorías nacionales, sostenida en el tiempo, en diferentes circunstancias y condiciones) el que tiene la mayor responsabilidad de administrar ese legado histórico; siendo fiel al compromiso con los sectores populares. 

Cuando se abren discusiones al interior del peronismo por la transición del gobierno de Cristina a uno eventual de Daniel Scioli en caso de ganar las elecciones, y no son pocos los que temen un nuevo "cambio de piel" pragmático de parte de la dirigencia del PJ para adaptarse a una coyuntura política más compleja y con grandes desafíos, es oportuno recordar el auténtico significado histórico del 17 de octubre de 1945.

El "Día de la Lealtad" que conmemoramos hoy es en rigor (y así fue bautizado entonces) el día de la lealtad popular; pues conmemora la fidelidad de un pueblo que se jugó por un líder que se había jugado antes por ellos, reconociéndoles dignidad y derechos.

Razón por la cual para el pueblo peronista ser leal no es acompañar a un dirigente en cualquier circunstancia, sino -como lo hicieron los "cabecitas negras" en aquélla jornada inolvidable- en tanto y en cuanto esos dirigentes no se apartan de un camino que los 70 años transcurridos desde el 45' se encargaron de ir poniendo cada vez más claro.


No hay en esa relación nada mágico, irracional o misterioso como viene pretendiendo desde hace 70 años el gorilaje, sino un profundo acto de sabiduría política, de plena raigambre democrática: las mayorías populares acompañan a quienes velan por sus auténticos intereses. 

Feliz Día de la Lealtad Popular para todos y todas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz día compañeros. Kaña

Anónimo dijo...

feliz día, porque dicen que todos los días felices son peronistas..