LA FRASE

"LA CANTIDAD DE PERROS DEL PRESIDENTE ES UNA DE LAS CUATRO O CINCO COSAS EN LAS QUE LOS ARGENTINOS NOS TENDRÍAMOS QUE PONER DE ACUERDO." (MANUEL ADORNI)

miércoles, 19 de febrero de 2020

AGUANTE LA FICCIÓN


Desde 1944 se viene sosteniendo la ficción de que el FMI sirve para algo, en especial para lo que fue creado: ayudar a los países miembros a resolver situaciones de crisis, estabilizar su economía, crecer, reducir la pobreza y coso. Nosotros la compramos en 1956, con la Fusiladora, porque Perón nunca creyó en ella.

Desde entonces, y en especial a partir de los años 70', se insiste en hacernos creer que su ayuda es necesaria y su visión es importante, al punto de que en muchos casos es imprescindible. Por ejemplo para reestructurar deudas.

Por supuesto el propio FMI insiste en la ficción de que está abierto a escuchar opiniones, y no se encierra en una visión uniforme de los asuntos económicos, basada en un discurso monocorde que ya cansa, y en el que en el fondo ni ellos mismos creen.

Aunque últimamente fingieron -y fingen- que "aprendieron" y "cambiaron": ya lo decía Dujovne cuando tuvo que tragarse sus propias palabras y acudir a pedirles la escupidera, "este es un Fondo distinto, no es el mismo de siempre".

Acaso la ficción más arraigada al respecto haya sido puesta en evidencia hace poco por Cristina desde Cuba, cuando les enrostró que violaron su propio convenio constitutivo, al prestarle plata a raudales a Macri, para que la destinara a financiar la fuga de capitales.

Más ficcionalmente aun, los sobrevivientes del board Lagarde quisieron desmentir eso, que eso obvio, y algunos juegan a que les creen. Y que por eso pueden ponerse al costado del problema, como si no tuvieran nada que ver con él.

También se instaló hace años la ficción de que la mirada del FMi es técnica, sobre la consistencia de los programas económicos, desde la presunta asepsia de los números; y no profundamente política, y alineada con los intereses estratégicos de sus accionistas mayoritarios, en especial los Estados Unidos. Como acaba de descubrir Melconián, en un alarde de sagacidad.

Ahora Kristalina (imagen de apertura) dice que en realidad lo estuvieron pensando, y acaso las recetas que ellos aplican en los países centrales y recomiendan para todos, no funcionan en la periferia, que tiene sus propias características que merecen ser atendidas. Y más de uno finge que le cree. 

Como le creen cuando dice que están pensando en aconsejar que se pongan controles al movimiento de capitales, cosa que está en el convenio constitutivo del FMI desde 1944, al lado del artículo que dice que no pueden prestar plata para financiar la fuga de capitales.

Todos fingen que creen que es posible pagarle la deuda que contrajo Macri, en las condiciones originales. Quizás el único sesgo no ficcional en todo esto, es que ahora el propio FMi ve peligrar su acreencia contra la Argentina (lo cual sería una catástrofe, más que nada para su bien paga e inútil burocracia); y por eso estaría haciendo causa común con el gobierno argentino, para forzar a los acreedores privados a aceptar una quita del capital y una rebaja de los intereses, en medio de una reprogramación de los pagos.

Porque todos sabemos que fingen (o sea, es ficción) cuando dicen que ya no exigirán reformas estructurales, como condición esencial para dar su apoyo al proceso de reestructuración, o para aceptar que también los alcance. 

En todo caso no lo harán pública y sonoramente, porque salieron chamuscados de apoyar el experimento macrista, con el que pensaron remontar una larga cadena de fracasos); pero en privado -por ejemplo- ya volvieron con uno de sus clásicos favoritos, como la baja de los subsidios y el aumento de las tarifas de los servicios públicos.

Un día de estos alguien dice la verdad (como Cristina, desde Cuba, o como Máximo cuando dijo hace un par de días que fueron los financistas de campaña de Macri), y nos caemos todos de culo. Tuit relacionado: 

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