LA FRASE

"LA CANTIDAD DE PERROS DEL PRESIDENTE ES UNA DE LAS CUATRO O CINCO COSAS EN LAS QUE LOS ARGENTINOS NOS TENDRÍAMOS QUE PONER DE ACUERDO." (MANUEL ADORNI)

domingo, 2 de enero de 2022

EL PLAN ES HACER LA PLANCHA

 

La gestión municipal santafesina es un caso digno de estudio para los analistas políticos, en más de un sentido. Para empezar, el intendente Emilio Jatón es el típico producto de la "famosocracia", alguien que aterriza en política a partir del fracaso de las fuerzas políticas tradicionales para ofrecer respuestas a las demandas ciudadanas: un periodista conocido por poner cara de circunstancias en el noticiero del mediodía del único canal de aire local, sin mayor valor agregado que soltar de vez en cuando alguna frase tipo "¿Dónde están los funcionarios?" onda Santo Biasatti.

Por otro lado y como sucede con este tipo de especímenes, resultó potenciado en sus chances electorales con el modelo de la boleta única de papel, que privilegia las caras conocidas (que funcionan como mascaritas sueltas), por sobre las construcciones políticas colectivas, sustentadas en un proyecto más o menos explícito. De Jatón no se pudo saber nunca que pensaba realmente sobre nada, ni cuando estaba en el noticiero, ni en estos dos años que lleva como intendente.

Fue además el producto de una circunstancia coyuntural, la pelea entre socialistas y radicales (estos en viraje hacia "Cambiemos") dentro del Frente Progresista, en la que los primeros lo utilizaron como herramienta electoral competitiva contra los segundos, sucesivamente, como senador provincial, concejal y luego intendente; lo que hizo suponer que al desembarcar en el municipio vendría acompañado de un fabuloso equipo de trabajo aportado por el partido de la roda, que sería el que en realidad tendría las responsabilidades de gestión: una idea que se reveló tan falsa y equivocada como el "modelo socialista de salud", con hospitales sin camas de terapia intensiva ni respiradores.

En los dos años que lleva de ¿gestión? Jatón como intendente, no se pudo determinar cual era el plan de gobierno, si es que lo tenía, más allá de hacer la plancha y pagar puntualmente los sueldos, lo que le evitó las inoportunas quemas de gomas del gremio en la puerta del palacio municipal que fueron el sello de la gestión de Enrique Muttis, otro inútil producto del noticiero del canal local, ese fértil semillero de candidatos del antiperonismo.

La pandemia lo ayudó al intendente a disimular esas carencias, pero también desnudó sus limitaciones: en esos dos años pareció seguir siendo simplemente el que leía las noticias en la tele, pero entonces hablaba más -leyendo lo que otros escribieron- que ahora, cuando en teoría conduce los destinos de la ciudad. De hecho, su gestión de la pandemia se limitó a pedirle plata a la provincia, y trasladarle al gobierno de Perotti las demandas de los grupos de presión de la ciudad, cuando el avance del virus y los contagios obligó a imponer restricciones, y suspender actividades.

Como se ha visto en estos días a partir de la implementación del pase sanitario o las restricciones para eventos masivos, solo aparecieron los funcionarios municipales (no el intendente, que parece mudo, o de vacaciones) para explicarnos que nada pueden hacer para reducir los posibles focos de contagio, ni siquiera controlar aquello que debieran: el tránsito, los boliches, los eventos masivos, la circulación, los protocolos y aforos en la gastronomía o el comercio, entre tantas cosas.   

Poco antes Jatón dijo -o hizo trascender a los medios- que su plan al respecto era confiar en las vacunas, que no consiguió, ni distribuyó, ni aplicó: a diferencia de Rosario, Santa Fe no tiene efectores de salud ni hospitales municipales, y el gobierno local ni siquiera ofreció en todo este tiempo habilitar vacunatorios o centros de testeo bajo su gestión y responsabilidad, y como se dijo, aplicó la doctrina Lamolina ("siga siga") en materia de control, con la irresponsabilidad de no tener que atender las demandas del sistema de salud, ni comprar insumos, ni contratar personal ni asegurar la disponibilidad de camas u hospitales.

Tras 25 meses de mandato, casi ningún santafesino puede identificar claramente una política pública concreta de la gestión municipal como para defenderla, y tampoco para criticarla. En todo caso las críticas en materia de transporte público, recolección de residuos, ordenamiento del tránsito u obras de infraestructura tienen que ver con que el intendente y el gobierno municipal no hacen nada: no hay presencia municipal activa en la calle, ni cuadrillas, ni inspectores, ni nada; y las obras que muestra la propaganda municipal en los medios son íntegramente financiadas por la provincia a través del Plan Incluir y otros programas.

Con motivo del sabotaje de la oposición en la Legislatura al tratamiento del presupuesto provincial enviado por Perotti, se le atribuyó parte de la responsabilidad -junto con el intendente de Rosario Javkin- por exigir mayores fondos para Santa Fe. Sin descreer de la noticia, parece difícil que Jatón se preocupe por algo más que mirarse el ombligo, eso sin contar que en rigor no tiene legisladores que le respondan en forma directa en ninguna de las Cámaras del Poder Legislativo provincial.

La afirmación parece más una excusa usada por los socialistas (Jatón no hace muchos esfuerzos como para que se lo identifique con ellos) para ponerle otro palo en la rueda a la gestión de Perotti, o por sus valedores al interior del gobierno provincial, que insólitamente los tiene; contra toda evidencia acerca de la absoluta inutilidad de dialogar con alguien que, en el fondo, llegó a donde llegó expresando la más rancia antipolítica, y más tarde o más temprano se irá por donde vino sin dejar huella, y en la más absoluta intrascendencia.

Como decíamos al principio, un caso digno de estudio, en la ciudad en la que el peronismo no logra hace pie hace más de 14 años tras haberla gobernador por 24, y donde un orate antivacunas que recorre la ciudad en bicicleta diciendo idioteces con un megáfono llegó a concejal montado sobre 20.000 votos del desencanto ciudadano con las fuerzas políticas tradicionales, pero también con el experimento jatonista de la "nueva política".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jatón es un estadista. En Santa Fe lo están subestimando, pretendiendo que se ocupe de cosas menores como el transporte público,la recolección de residuos o el tránsito. Jatón, como estadista, está para otras cosas.
El Colo.