LA FRASE

"ACABO DE LLAMAR AL GENERAL EISENHOWER PARA FELICITARLO POR SU VICTORIA." (JOSEPH BIDEN)

viernes, 8 de noviembre de 2024

GRANDEZAS

 

El nuevo experimento gorila (porque ante todo eso son, aunque se pongan nuevas etiquetas) que desgobierna la Argentina vuelve a incurrir en unos de sus vicios más arraigados, desde Mitre para acá: intentar reescribir la historia para absolverse de sus propios pecados, y echarle la culpa de la decadencia nacional y las crisis recurrentes del país a los intentos por liberarlo de sus ataduras, y pretender para él y la mayoría de sus habitantes, un destino digno.

En ese intento andan por ahí renombrando cosas como el CCK o la costanera Kirchner acá en Santa Fe, como si la historia se pudiera cambiar o corregir por decreto. O como Braun Menéndez, el garca dueño de La Anónima, que dice que los argentinos tienen mala imagen de los empresarios por culpa de las estrofas de la marcha peronista, cuando en realidad el peronismo surgió como respuesta política al hecho incontrastable ya para 1945 de que los empresarios argentinos eran -en su gran mayoría- chupa sangres y explotadores.

Milei y su servilismo obsceno y cipayo con Trump son herederos directos de esa lectura idiota según la cual que el problema argentino se originó en haber mantenido la neutralidad durante casi toda la Segunda Guerra Mundial, o yendo más lejos en el tiempo, en haber corrido a los ingleses con agua y aceite hirviendo. 

Con la rusticidad conceptual que caracteriza a la derecha argentina en sus sucesivas encarnaciones electorales, Milei aplica la teoría del derrame a las relaciones internacionales, y supone que "contribuyendo" por nuestra parte a que los Estados Unidos sean más grandes (cuando su declive es ostensible, y su influencia no alcanza ni para evitar que Israel empuje al Medio Oriente a una confrontación global), estará contribuyendo a la grandeza de la Argentina, cuando es exactamente al revés: históricamente en todas las relaciones conocidas entre imperios y colonias, para que unos fueran más fuertes, era imprescindibles que las otras sean mas débiles, y fáciles de dominar.

El presidente y el timbero que funge de ministro de Economía apuestan a que, chupando las medias y otras partes del presidente electo en Yanquilandia, éste intercederá ante el FMI para que vuelva a abrir la billetera como lo hizo con Macri, para financiar su fallido intento de reelección; olvidando que ellos te prestan guita por sus propios fines, pero más que nada para poder condicionarte políticamente en su beneficio: ¿por qué pagarían entonces por algo que ya están obteniendo gratis, como lo demuestran los gestos ostentosos de servilismo de Milei? 

Las "nuevas" derechas (antes el PRO, ahora LLA) han demostrado hasta el hartazgo que no tienen nada nuevo para ofrecer al país y sus habitantes, que no sea el destino de granja colonial, simple apéndice del despliegue a escala mundial del proyecto político de la potencia dominante, que ni siquiera eso es ya, en un mundo crecientemente pluripolar. Aspiran -como destino de "grandeza"- a convertirnos en Puerto Rico, una colonia de menor nivel, o un "Estado libre asociado", al que no se le permite ni siquiera participar en la elección del gobierno de la metrópoli.

La disyuntiva "Braden o Perón" (hoy dramáticamente revertida por la gestualidad servil de Milei) no fue simplemente la hábil explotación electoral del sentimiento anti-norteamericano arraigado por entonces en el pueblo argentino, sino la expresión conceptual de la condición de posibilidad necesaria para emprender la obra de reparación de la injusticia social que atravesaba el cuerpo de la Argentina colonial del Centenario, que hoy muchos añoran como ejemplo de una presunta grandeza pasada.

Las tres banderas históricas del peronismo nacieron desde su misma formulación íntimamente relacionadas entre sí; porque la afirmación de la soberanía política tanto en el plano interno (que el gobierno fuera resultado de la voluntad popular y no del fraude electoral) como exterior (que afirmara su dignidad e independencia rechazando todo tutelaje exterior) fue la condición necesaria para conseguir la independencia económica, recuperando para los argentinos el control de sus propios recursos; y esto a su vez posibilitó la justicia social, distribuyendo la riqueza que el país era capaz de generar, primero y antes que nada, entre sus propios habitantes.

Ese y no otro es el verdadero "derrame" que hay que provocar, y para ello es más necesario que nunca -en éste presente de sumisión y oprobio- retomar las banderas históricas, porque aunque el contexto sea otro, la lucha mirada en perspectiva histórica es la misma de siempre: liberación o dependencia. Y ya se dijo que la derecha de nuevo solo tiene el circunstancial nombre de fantasía, y solo tiene para ofrecer el mismo proyecto de siempre, en el que no hay lugar para todos, aunque hoy posea astucias para convencer a muchos de que tendrán su bote en el Titanic. 

Y esa percepción clara de como son las cosas impone a su vez toda una hoja de ruta en materia de praxis política, superada la etapa de las riñas de gallinero de la interna del PJ: tomar nota de la polarización real de la sociedad, de la disputa política y de la distribución social de las cargas y beneficios de la crisis, para abandonar centros ilusorios, terceras vías inviables, mensajes dirigidos a una audiencia/electorado que ya no existe, si es que alguna vez estuvo allí. 

Sin que eso suponga plantear que para defender algunos derechos y banderas (como los de los trabajadores) haya que resignar otros (como los de los feminismos o disidencias): si de algo sirven las elecciones en EEUU, ahí está Bernie Sanders diciéndoles a los demócratas que perdieron con Trump por haber abandonado a los trabajadores y a los sindicatos para intentar componerse con las fracciones del capital o garantizar los negocios de Wall Street, no por haber apoyado el aborto o el matrimonio igualitario

La conclusión aplica como anillo al dedo a la Argentina, al peronismo y a las fuerzas nacionales y populares. Tuits relacionados: 

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