LA FRASE

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lunes, 23 de diciembre de 2024

LAS FUERZAS DEL CIELO

 

Tal como daba cuenta esta nota de Página 12 del sábado, en apenas dos días de la semana pasada (entre el miércoles y el viernes) Milei dictó decretos relacionados con el rol, los objetivos y las tareas de las fuerzas armadas: primero el Decreto 1107 (completo acá) y luego el Decreto 1112 (completo acá).

Por el primero definió como "objetivos de interés estratégico", "...cualquier bien, instalación o conjunto de instalaciones fijas y las entidades materiales de vital importancia para el Estado Nacional que, en caso de ser dañados parcialmente o destruidos, ocasionarían graves perjuicios a la vida y bienestar de los habitantes del país, a su economía, al ambiente o a la propia Seguridad de la Nación, limitando, posponiendo o impidiendo su desarrollo.". 

En esos casos (que pueden involucrar desde un oleoducto hasta una central atómica, pasando por la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, los trenes o aviones de Aerolíneas o el Congreso), las fuerzas de seguridad pueden requerir la colaboración de las fuerzas armadas para su protección.

Por el segundo, derogó y reemplazó la reglamentación de la Ley 23554 de Defensa Nacional (sancionada en 1988) que se había aprobado por el Decreto 727/06 de Néstor Kirchner. Es la segunda vez que esto sucede: antes lo había hecho Macri en la tenebrosa gestión de Aguad (ver acá), y luego Alberto Fernández repuso en su gobierno la reglamentación de NK. 

Como pasó entonces -y seguramente volverá a pasar ahora- a cada cambio en la reglamentación de la ley, le siguieron cambios en la Directiva de Defensa Nacional que aprueba el presidente, esto el diseño de las hipótesis de conflicto previstas para las fuerzas armadas, lo que incide en su organización, alistamiento, formación y equipamiento.

En ambos gobiernos (el de Macri antes y ahora el de Milei) se vuelve solapadamente -y no tanto- a la doctrina de la seguridad nacional, desviando a las FFAA de su rol específico (y constitucional) de defensa de la Nación frente a la agresión extranjera, para generar ex profeso enemigos difusos, ambiguos y cuya caracterización queda en manos del gobierno, para enfrentarlos con el instrumento armado de la defensa nacional. No hace falta explayarse demasiado sobre las tenebrosas connotaciones históricas que eso ha tenido en nuestro país y en la etiqueta "Fuerzas Armadas" a la derecha del blog pueden encontrar abundante material al respecto.

La doctrina de las "nuevas amenazas"(el terrorismo, el cyber-espacio, el narcotráfico) que se esgrime en estos casos es perfectamente coincidente con las directivas estratégicas de la potencia mundial (los EEUU) a la que la derecha argentina adscribe acríticamente con un rol secundario y apendicular, como única idea de política exterior. Con Milei a eso hay que sumarle su alineamiento incondicional con Israel y su política de terrorismo de Estado y limpieza étnica, disfrazada de "derecho a la legítima defensa". 

Es la vuelta de la doctrina de la seguridad nacional por otros medios, en tiempos de negacionismo de los crímenes de la dictadura y retroceso en las políticas de memoria, verdad y justicia, disfrazados como intentos de recuperar a las Fuerzas Armadas de supuestas campañas de desprestigio en su contra. Enemigos y objetivos deliberadamente definidos con la suficiente imprecisión, como para que los que planean las políticas y los que las tengan que ejecutar hagan literalmente lo que les plazca, cuando lo deseen, sin enfrentar consecuencias ni responsabilidades: una carta blanca incompatible con un Estado democrático. 

Pero si semejante desvarío se reitera una y otra vez con cada cambio de gobierno (esperando las circunstancias propicias para volver a imponerse) es -por un lado- por la débil reacción de las fuerzas políticas democráticas que no defienden los consensos alcanzados en cuatro décadas de democracia en torno a la separación sustancial entre las tareas propias de la defensa nacional (encomendadas a las FFAA), y las de la seguridad interior, a cargo de las fuerzas federales y provinciales respectivas. Consensos que se expresaron en las Leyes 23554 (del gobierno de Alfonsín) y 24059 (del gobierno de Menem), que ahora Milei soslaya con sus decretos.

Y por otro lado -y esto es menos señalado- por la resistencia interna de las FFAA (o al menos buena parte de ellas) de abandonar de una vez y para siempre la doctrina de la seguridad nacional acunada por la última dictadura militar para ceñirse al rol que les asigna la Constitución, que es el de defender a la nación y su pueblo de las agresiones externas de otros Estados, y defender la soberanía nacional e integridad territorial de nuestro país. 

De un gobierno que regala con el RIGI nuestros recursos naturales -incluso y sobre todo, los de valor estratégico- empobrece a nuestro pueblo, destruye nuestro entramado productivo y desmantela nuestras capacidades de desarrollo científico y tecnológico no puede esperarse otra cosa que el intento de reducir a nuestras instituciones militares al rol de policía de sus propios ciudadanos, en lucha contra enemigos invisibles o gaseosos, pero inermes frente a las amenazas concretas y reales que se ciernen sobre nosotros, como la potencia colonial que perpetúa el latrocinio de parte de nuestro territorio nacional en Malvinas.

Pero acaso sobrevaloramos la profundidad de la "reconversión democrática" de nuestras fuerzas armadas (del mismo modo que lo hicimos con el consenso democrático), o simplemente se trate de que unos cuantos vivos dentro de ellas tratan de prenderse en negocios vinculados al equipamiento y gastos militares, como lo hacen las fuerzas de seguridad en parecidas circunstancias como la "guerra contra las drogas". De hecho este gobierno ha sido pródigo en escandaletes de corrupción en las cúpulas militares que ellos mismos designaron.

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