Porque no la vendieron. O porque Cristina la expropió en el 2012. Cosa que jamás le reconocerán. https://t.co/hWBS7W1me3
— La Corriente K (@lacorrientek) January 19, 2025
... integración de cadenas de proveedores locales. Estos muchachos tienen la visión estratégica de Stevie Wonder o José Feliciano.
— La Corriente K (@lacorrientek) January 19, 2025
El discurso hegemónico instalado denosta a lo que denomina populismo por su inmediatez y falta de visión estratégica a largo plazo: según esa idea, el populismo sacrifica el futuro por un presente más o menos próspero, en el que gasta dispendiosamente los recursos para perpetuarse en el poder, sin importar lo que pase después. Por el contrario, ellos (los republicanos, el liberalismo, la derecha en fin) piensan en las futuras generaciones con una mirada que no se posa solo en el presente. De allí que -por ejemplo- siempre nos están exigiendo sacrificios ahora, diciéndonos que son imprescindibles para estar mejor, en un futuro venturoso que nunca terminan de definir: puede ser el segundo semestre, o dentro de 50 años.
Desde luego que la afirmación es falsa, de principio a fin, no solo porque esos futuros venturosos que nos prometen nunca llegan -en forma de un "derrame" que jamás se produce- y por supuesto, la culpa siempre la tendrá el populismo, que los interrumpe cuando están ejecutando su plan. O la sociedad, que no está dispuesta a sacrificarse hoy, para poder estar mejor mañana.
Otra falsedad: basta recorrer nuestras últimas campañas electorales para advertir quienes prometieron soluciones mágicas a problemas complejos, o quienes dijeron que no iban a exigir sacrificios, no al menos a la mayoría de la sociedad sino a ciertos sectores, brumosamente definidos en tiempos recientes como "casta".
Ni hablar que la derecha no tiene -ni quiere tenerla- una mirada estratégica de largo plazo, en términos de proyecto de país: decíamos hace poco en ésta entrada: "Ahora (y desde hace mucho tiempo) solo hay voracidad capitalista desenfrenada, ausentismo y fuga: intelectual, de compromiso social, de capitales, de inversiones, de la propiedad de las empresas. Solo importa extraer, explotar, valorizar y fugar tanto como se pueda y tan rápido y profundo como los dejen, y no mucho más. La política de tierra arrasada de los que -en palabras de Capusotto- se sienten los dueños de un país que odian, política de la que Milei es apenas el maleable instrumento político, legitimado por el voto ciudadano.".
Y dos ejemplos recientes vienen a demostrarlo: la explotación de los recursos gasíferos y petroleros de Vaca Muerta, y el desarrollo de la energía nuclear. En ambos casos el denostado populismo durante los gobiernos kirchneristas supo ver más allá de la coyuntura, planificando a futuro para un país en grande, que fuera algo más que una granja colonial extractiva.
Durante 2006 en el gobierno de Néstor y con la inspiración de Julio De Vido, ", que contemplaba finalizar la planta nuclear Atucha II, que había sido empezada en 1980 (concluida durante el kirchnerismo), investigar la viabilidad de la construcción de una nueva planta nuclear, que sería la cuarta para Argentina (para lo cual se consiguió luego financiamiento chino), extender la vida útil de la planta nuclear Embalse (ya cumplido), construir un prototipo de reactor Carem, una planta nuclear de baja potencia de cuarta generación (desarrollada luego y exportadas a diferentes países), poner en marcha la de la Planta de producción de agua pesada ubicada en la provincia de Neuquén, reanudar las actividades de enriquecimiento de uranio en el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu firmar un acuerdo entre CNEA y las empresas Bacon y Tecnonuclear por el cual se entregaran radioisótopos en forma gratuita a varios hospitales públicos para el uso en pacientes de recursos escasos (se montaron centros de medicina nuclear).
Ya en el gobierno de Cristina en 2009, la Ley 26.566 amplió los objetivos del plan nuclear incluyendo las obras tendientes a la finalización de la construcción, puesta en marcha y operación de la Central Nuclear Atucha II (construida luego y hoy en funciones), al proyecto de extensión de vida de la Central Nuclear Atucha I (concluido y comenzado en 2019 el segundo ciclo de vidas de 30 años), y a la construcción de toda otra central nuclear cuya ejecución le sea encomendada a Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), para lo cual como se dijo se buscó y obtuvo financiamiento chino.
Todos estos desarrollos fueron concretados o se encontraban en marcha cuando asumió este gobierno, que detuvo el proyecto CAREM y las obras en Atucha, y despidió trabajadores (incluidos profesionales capacitados) de la CNEA y Nucleoeléctrica Argentina, que estuvo incluida en la nómina de empresas a privatizar. Hasta que en uno de los viajes de negocios de Milei a EEUU descubrieron que la energía nuclear podía servir para las criptomonedas y todas cuestiones que los seducen; y de inmediato se lanzaron a anunciar un "plan nuclear" (como si nunca antes en el país hubiera existido algo así), encomendado a un oscuro asesor presidencial que debe creer que el atómo es una pomada antihemorroidal.
La historia de Vaca Muerta es más conocida: después de años de desinversión y vaciamiento en manos del grupo Repsol, en 2012 durante el segundo gobierno de Cristina y bajo su inspiración, con Axel Kicillof como ministro de Economía, se resolvió que el Estado recuperara el control mayoritario de YPF para convertirla en la punta de lanza del esfuerzo nacional por alcanzar el autoabastecimiento petrolero. La Ley 26741 (que avaló la expropiación del 51 % del capital social de la empresa) en su artículo 1 declaró de interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina "...el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la exploración, explotación, industrialización, transporte y comercialización de hidrocarburos, a fin de garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos y el crecimiento equitativo y sustentable de las provincias y regiones.".
En el artículo 3 de la misma ley se establecieron como principios de la política hidrocarburífera "La promoción del empleo de los hidrocarburos y sus derivados como factor de desarrollo e incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos y de las provincias y regiones; la conversión de los recursos hidrocarburíferos en reservas comprobadas y su explotación y la restitución de reservas; la integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas dirigidas a la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales; la maximización de las inversiones y de los recursos empleados para el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos en el corto, mediano y largo plazo; la incorporación de nuevas tecnologías y modalidades de gestión que contribuyan al mejoramiento de las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos y la promoción del desarrollo tecnológico en la República Argentina con ese objeto; la promoción de la industrialización y la comercialización de los hidrocarburos con alto valor agregado; la protección de los intereses de los consumidores relacionados con el precio, calidad y disponibilidad de los derivados de hidrocarburos y la obtención de saldos de hidrocarburos exportables para el mejoramiento de la balanza de pagos, garantizando la explotación racional de los recursos y la sustentabilidad de su explotación para el aprovechamiento de las generaciones futuras.".
Con precisión quirúrgica para hacer destrozos, este gobierno que ahora se vanagloria de los récords de producción de Vaca Muerta (en lo que sobresale YPF) derogó a través de la ley bases ese artículo 1° de la Ley 26741, y mutiló el artículo 3 para garantizarles a las petroleras la absoluta libertad de precios y cupos exportables, y aprobó el RIGI que es un saqueo institucionalizado de los recursos naturales del país, sin exigirles a los inversores (a los que se les conceden todo tipo de facilidades y privilegios) compromisos en materia de integración de cadenas de proveedores locales, metas de abastecimiento al mercado interno como condición para exportar, o liquidación de las divisas en el país para ayudar a superar la restricción externa que condiciona nuestro desarrollo, y que fue el disparador de la recuperación estatal de la petrolera durante el gobierno de Cristina.
Eso sin dejar de señalar que en la fallida ley ómnibus y nuevamente en la primera versión de la ley bases, este mismo gobierno colonial que hoy tenemos trató de volver a privatizar la empresa, como si no hubiéramos tenido bastante con la nefasta experiencia menemista en esa materia como en otras (Aerolíneas por ejemplo).
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