LA FRASE

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domingo, 11 de septiembre de 2016

ESCUPIDERA AMARILLA


Entre lo cambios que aportó el gobierno de Macri iniciado en diciembre del año pasado entraban -supuestamente- las relaciones con China: supuesta “volver al mundo” no implicaba relacionarse con el país más poblado del mundo, la segunda (o primera, según quien lo mida) economía mundial y, destino principal de buena parte de nuestra exportaciones agropecuarias.

Una política exterior que se preciaba de “dejar de lado las ideologías” las aplicaba estrictamente, y desde una relanzamiento de las “relaciones carnales” con EEUU enfriaba los contactos con el gigante asiático y ponía bajo la lupa los acuerdos comerciales y de inversión firmados por el kirchnerismo con él.

Sin embargo las cosas cambian con el tiempo, y éste caso no fue la excepción: el swap de monedas firmado por el Banco Central argentino con su par chino en el gobierno de Cristina que los economistas de Cambiemos desacreditaban en campaña “porque eran solo papelitos que no se pueden contabilizar en las reservas” sirvió para el levantamiento del cepo, tanto que el gobierno de Macri lo amplió a 10.000 millones de dólares (más de tres veces lo acordado con el kirchnerismo), disparando la cláusula gatillo que lo convierte de un pase de monedas en una operación de endeudamiento, que hay que devolver con intereses.

Y hubo más: allá por diciembre del 2015 un Macri recién estrenado como presidente dejaba trascender que evaluaba suspender losproyectos de construcción de dos grandes represas en Santa Cruz, bajo las sospechas de corrupción en las que su gobierno envolvió a toda la obra pública del kirchnerismo, y por considerar elevado el costo de 46.000 millones de pesos que insumirían los proyectos.

Las obras habían sido utilizadas por el aparato de propaganda clarinista -con Lanata a la cabeza- como “uno de los casos más escandalosos de la corrupción k”, y del vasallaje del país ante China, junto con la base aeroespacial de Neuquen, desde la cual -nos dijeron- los chinos podrían lanzar misiles a Estados Unidos.

Sobre el tema, leíamos en El Cronista días pasados: “La decisión de habilitar la construcción de las represas hidroeléctricas de Santa Cruz, Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, está por sumar un nuevo capítulo. El viaje a China, la intención de encaminar la relación con el gigante asiático y una readecuación del contrato; hicieron que en los próximos días la administración Cambiemos anunciará la puesta en marcha de la construcción de las dos represas en el sur del país.

La adenda -que es una modificación del contrato original sin necesidad de suscribir uno nuevo- implica que el proyecto contará con menos turbinas -pasa de las 11 originales a ocho-, por lo que la represa Kirchner que tenía previsto seis turbinas finalmente estará equipada con cinco y la Cepernic se reducirá de cinco a tres. Este cambio implicará una modificación en la cantidad de generación de energía, que pasará de las 1760 MW que iba a generar originalmente a 1290 MW de potencia.

La adenda también sirvió para fijar los nuevos costos y plazos. Luego de una evaluación de costos y de la aplicación del Decreto 691 sobre Redeterminación de Precios, el costo de la obra pasó de los u$s 7000 millones originales a u$s 4500 millones. En lo referido al plazo de concreción de la obra se paso de 66 a 80 meses. ” (las negritas son nuestras)

Repasemos entonces: las represas que no se iban a hacer se harán, pero más chicas, con menor capacidad de generación de energía, menor inversión en dólares por parte de los chinos (que aportan el financiamiento) y más plazo para ejecutar las obras, que apuntan a sumar a la oferta disponible de generación de energía, algo que -según el gobierno- es una de sus preocupaciones centrales.

Y por si todo eso fuera poco, más caras: la nota dice que los costos bajaron de 7000 millones de dólares a 4500 (bueno sería que además de ser menor la obra, costará más), pero lo que no dice es que en agosto del 2012 (cuando Cristina anunció las represas) el dólar estaba a $ 4,60, y por ende las obras costaban 32.200 millones de pesos; y ahora (cuando el dólar cerró el viernes en torno a los $ 15,24) costarían 68.580 millones de pesos, por menos turbinas, menos generación y más tiempo para hacer las obras.

Más del doble del precio original, y casi un 50 % más caro que lo que a Macri le parecía caro en diciembre del año pasado, cuando pensaba en cancelar el proyecto; y -como se dijo- con menor inversión en dólares por parte de los chinos, que la originariamente prevista.

Entre otras cosas y como cuenta la nota, como consecuencia de la aplicación del régimen de “redeterminación de precios” del DNU 691 firmado por Macri éste año, del que dábamos cuenta acá explicando como funciona.

Son las consecuencias de que los funcionarios del gobierno amarillo hayan escupido profusamente para arriba hablando al pedo de los amarillos (chinos) en campaña y apenas llegados al gobierno, para luego y ante el fracaso de los sucesivos intentos por hacer llover dólares (levantamiento del cepo, acuerdo con los buitres, blanqueo de capitales) tener que ir a la reunión del G20 a pedirles la escupidera; para que por favor inviertan en el país.

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