LA FRASE

"LAMENTAMOS MUCHO LA MUERTE DE ROBERTO GIORDANO, NOS QUEDA EL CONSUELO QUE ANTES DE SU PARTIDA PUDIMOS CUMPLIRLE EL SUEÑO DE DISOLVER LA AFIP." (MANUEL ADORNI)

martes, 27 de febrero de 2018

¿MÁS PAJA PROGRESISTA?



“Es necesario construir una alternativa progresista que ofrezca contención a los argentinos que no se identifican con éste gobierno, ni con los anteriores” no es una frase que se la haya ocurrido a alguien ahora, para “cerrar la grieta”.

Casi con esas mismas palabras se viene repitiendo más o menos desde los albores del menemismo, hace ya más de 25 años. Y si nunca termina cuajando en nada serio o potable en términos electorales, es porque es básicamente una consigna hueca, que en el fondo no dice nada.

Como el propio concepto de “progresismo”, que es -en la experiencia política argentina- un enorme significante vacío en el que cada uno pone lo que quiere como contenido; hasta que viene un “progresista” para decirle que en realidad los únicos autorizados para definirlo, son ellos: así como algunos tienen el “peronómetro”, hay un “progresómetro” que diferencia lo que es “progre”, de lo que no.

El viernes pasado el gobernador Lifschitz pareció decidido a encarnar la enésima versión del “intento por construir una fuerza progresista de alcance nacional que escape a la polarización/bipartidismo/grieta, (pongan ustedes el término que más les plazca) para bla bla, bla....” y coso; luego de haberse reunido “en secreto” con Margarita Stolbizer, Lousteau y Ricardito Alfonsín.

O sea, con dos emprendimientos políticos unipersonales (uno de los cuáles viene pugnando para ser admitido formalmente en “Cambiemos”), y un salame que dice que si no estuviera en “Cambiemos”, estaría en contra de todo lo que hace el gobierno de Macri, o algo por el estilo.

Como decía en sorna Perón de las coaliciones políticas como “negocios para vender sánguches de carne y pollo”, en ésta el socialismo vendría a poner la carne: el único distrito en el cual el “progresismo” gestiona, como eje de la convocatoria. Claro que Lifschitz vende humo, otra arraigada costumbre progresista: si la gestión socialista fuera tan buena, no hubieran caído en votos en Santa Fe del 48 % de Binner en 2007 al 35 % de Bonfatti en 2011, el 31 % del propio Lifschitz en 2015 y el 14 % de la lista de diputados nacionales el año pasado

Esta gente quiere posicionarse como “los únicos que no tienen denuncias de corrupción”, omitiendo que la mayoría de ellos no gestionaron nunca nada (es decir, fueron honestos más por falta de oportunidad que por otra cosa), y que cuando gestionan se aseguran que si existen casos de corrupción, nunca jamás sean publicados: en esto son iguales al macrismo que se garantiza blindaje mediático a cambio de un generoso reparto de publicidad oficial entre los medios.

El viernes pasado Lifschitz criticaba al kirchnerismo “porque no había reducido la pobreza en el país”, contra toda evidencia estadística aun de fuentes que les son afines, como el Observatorio Social de la UCA, o el INDFEC “recalibrado” de Todesca; pero lo más importante: nos dejó sin contarnos con cuáles políticas concretas el “progresismo” que gobierna Santa Fe hace más de 10 años encaró el problema de la pobreza, para reducirla.

Y la razón es muy sencilla; no lo hizo porque no las hay, como hemos demostrado muchas veces acá con los propios números oficiales de la provincia; que dan cuenta que la inversión del Estado santafesino en educación, salud y desarrollo social cae (en términos de participación porcentual en el presupuesto) sistemáticamente desde el 2007; cuando llegó al gobierno el Frente Progresista Cívico y Social.

Los supuestos confluentes en este nuevo “espacio progresista” votaron a favor del gobierno de Macri sus iniciativas más polémicas, como el acuerdo con los fondos buitres o el blanqueo de capitales; y el propio Lifschitz firmó el pacto fiscal que dio paso al ajuste previsional: ¿dónde quedó entonces el “progresismo que debe ponerle freno a la derecha” y coso?

Del mismo modo que todos ellos (a título individual, o los espacios que integraron) se opusieron a iniciativas del kirchnerismo que bien pudieron calificarse de “progresistas”: la reforma a la carta orgánica del Banco Central, la ley de “pago soberano” contra los fondos buitres, la recuperación de Aerolíneas Argentinas, las reformas a la ley de abastecimiento, “Argentina Digital” o las reformas a la ley de inteligencia; solo por citar algunas.

Y cuando acompañaron algunas iniciativas (como la ley de medios, o la disolución de las AFJP) lo hicieron en general, pero votando en contra de la cláusula que obligaba a Clarín y otros grupos de medios a desinvertir en un caso, y en contra de invertir los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad en la economía real, en el otro. Un progresismo raro.

Es difícil aventurar hasta donde puede llegar este nuevo “ensayo progresista” cuando el propio socialismo parece tener el boleto picado en la provincia, e incluso en la propia ciudad de Rosario (para evitar lo cual viene volcando ingentes cantidades de plata para intentar reflotar una gestión municipal desastrosa); con una interna abierta del propio Lifschitz con Bonfati y un panorama electoral incierto.

Por lo pronto parece un esfuerzo más por derivar votos de ciertos segmentos antiperonistas desencantados del gobierno de Macri, hacia la vía muerta de un voto testimonial que no incidirá en los resultados del 2019, salvo para favorecer el intento de la derecha por prolongar cuatro años más su estadía en el poder; y ver si en el camino pueden obtener algunas bancas (dado que la cosecha al respecto vino mermando considerablemente), con sus correspondientes “becas” anexas: contratos, subsidios, pasajes, etc. Una epopeya módica, si se repara en los fastos del lanzamiento.

Aunque estando presente Lousteau en la movida, no habría que descartar que se trate simplemente de otra paja más.

2 comentarios:

claudio maxl dijo...

La pecera d estos "progres" son gorilas, dejalos trankas, cuanto mas votos tengan mas aleja al Pro del 40%.

Chelo Saavedra dijo...

Estos progres con Swiss Medical quieren cooptarle la marca "Margarita Stolbizer" al Frente Renovador, con ella pudieron arrasar en las legislativas y superar el dígito.

¿Quién va a hacer ahora las denuncias contra Cristina y sus hijos?

Por lo menos que le dejen a Masita a la abogada de Stolbizer (esa que echaron de la IGJ por venderle información a Clarín).