Uno destaca -para darle una clara connotación negativa y meter miedo- dos puntos centrales del discurso de Cristina de ayer: la necesidad de terminar con el festival de endeudamiento, y de discutir la inflación desde otro lugar: el proceso de formación de los precios, y los niveles de rentabilidad de las empresas.
El otro confiesa -aunque quizás no lo haya advertido- que los proceso judiciales por presuntos hechos de corrupción son estrictamente políticos, y avanzan o retroceden según los resultados electorales: nada que ver con delitos probados, o respeto por las garantías procesales.
Todas cosas que nosotros sabíamos, pero que ellos al parecer, descubrieron ahora.
No solo al gobierno lo dejaron desconcertado los resultados de las PASO.
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