LA FRASE

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viernes, 20 de septiembre de 2019

IRRESPONSABILIDAD COMPARTIDA


Las consecuencias prácticas del "cepo" macrista terminaron poniendo en relieve un tema del que poco se hablaba hasta ahora, aun cuando estamos todo el tiempo hablando del nuevo ciclo de endeudamiento, y sus perniciosas consecuencias para el futuro del país: el impresionante nivel de endeudamiento externo en divisas de buena parte de las empresas que forman parte de la cúpula del poder económico del país.

Al respecto, leemos en Diario Bae texto: "El volumen de deuda externa de las empresas hoy en riesgo supera los US$80.000 millones y equivale al 16,3% del PBI. Este stock creció abruptamente durante el Gobierno de Mauricio Macri y en la actualidad es 24% mayor al del cuarto trimestre de 2015 e incrementó en 60% su peso en la economía (antes representaba poco más del 10% del producto). Sobre todo en 2017 cuando, a la apertura a los mercados financieros, se sumó el rebote de la actividad económica tras la recesión de 2016."

Los principales grupos empresarios del país estuvieron entre los que más presionaron durante el gobierno de Cristina para poner punto final al entuerto con los fondos buitres, para poder "volver a los mercados de capitales" a tomar deuda, para aprovechar el ciclo de tasas internacionales bajas. Macri les cumplió el deseo con creces, y los resultados están a la vista: más allá de las dificultades actuales para que giren los dólares al exterior para cancelar sus compromisos por la vigencia del "cepo", lo que en rigor debería plantear serias dudas es la sustentabilidad de la deuda a futuro.

Para peor y al igual que sucede con el endeudamiento público, no se trata de una deuda contraída como contrapartida de inversiones que hayan servido para la transformación productiva del país, generando la capacidad de repago de esa misma deuda al generar divisas genuinas, incrementando la capacidad exportadora: en la mayoría de los casos, las empresas tomaron deuda para financiar operaciones de expansión hostil en el mercado adquiriendo competidoras; como hizo por ejemplo el Grupo Clarín para comprar Telecom.

Eso sin contar con que -como ha sido práctica en nuestra burguesía especuladora, rentista y fugadora- con que en muchos casos se trate de autopréstamos con conglomerados vinculados o controlados, para viabilizar otro mecanismo de fuga de capitales, o con que algunos préstamos tuvieran por fin generarse recursos para las operaciones de recompra de sus propias acciones en manos del Estado a través del Fondo de Garantía de ANSES que también esperaban concretar durante este gobierno.

Porque si nos ponemos en suspicaces, llama la atención que muchas de las empresas más grandes del país, cuyos ejecutivos ingresaron al blanqueo de capitales más generoso de la historia y sin necesidad (por primera vez) de traer los dólares al país (por eso dejaron afuera el 93 % de lo blanqueado), ahora no tengan en el exterior dólares para pagar deudas, y hay que vendérselos acá; donde no abundan, precisamente.

El voluminoso endeudamiento privado en dólares un condicionante para el desarrollo futuro del país, porque demanda divisas, y aumenta de ese modo la presión sobre la cuenta corriente del balance de pagos y el tipo de cambio, aumentando la restricción externa: las empresas que deben cancelar vencimientos de deuda en dólares compiten por ellos con el Estado (que los necesita para los vencimientos de la deuda pública) y con los otros sectores de la economía que deben acceder a las divisas para pagar importaciones necesarias para las distintas etapas del ciclo productivo.

Otra vez: todo eso sin contar que este demencial endeudamiento que contrajeron, alentadas por el gobierno y con su complicidad, puede devenir en que sus acreedores externos terminen quedándose con las empresas, aumentando así la ya aguda extranjerización de nuestra estructura productiva; lo cual supone una pesada piedra para nuestro despegue como país, porque el capital multinacional opera de acuerdo con su propia lógica, que no necesariamente es la del interés general del país, por el contrario suelen diferir.

La enorme responsabilidad compartida entre el gobierno de los CEO's y la cúpula empresarial del país en el festival de endeudamiento estaba ya clara cuando ambos apostaron a un escenario económico inviable, del cual no había ninguna garantía que funcionase tal como lo previeron; precisamente porque en ambos casos (gobierno y empresas) no existió jamás nada parecido a un plan de desarrollo productivo que nos sacara del problema de la restricción externa, en el cual el endeudamiento jugara un rol preponderante para contribuir a ese objetivo.

Esperemos que del laberinto no quieran salir como han hecho otras veces (como en el final de la dictadura militar y tras la crisis del 2001) transfiriendo estos pasivos que contrajeron al Estado, para que los paguemos entre todos. Tuit relacionado:  

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