Tal como lo indicaba en los días previos, la marcha anti-fascista disparada por los exabruptos de Milei en el foro de Davos fue contundente, masiva y plural: desde las movilizaciones en defensa de la universidad pública que no se veía una expresión de rechazo al gobierno de tanta magnitud.
La referencia no es casual: ambas comenzaron siendo (y fueron esencialmente) expresiones de repudio y resistencia de la sociedad civil y de sus organizaciones. Lo que alguien llamó alguna vez "las organizaciones libres del pueblo".
Con acompañamiento de la política, como debe ser: en la semana se decía que ésta debía ponerse al costado porque era el momento del protagonismo de la sociedad civil, de mirar a los costados (a nuestros congéneres de a pie) y no tanto hacia arriba, a la dirigencia política, sindical o social.
Sin ser del todo incorrecta -en nuestra opinión- la idea, acaso la gravedad de la hora exija de la conjunción de ambas cosas: menos "o" y más "y", porque no sobra ninguna voluntad para sumarla a la lucha contra el experimento de crueldad sobre seres vivos que se intenta llevar a cabo en el país.
Decíamos nosotros hace poco en esta entrada: "...hay que dar todas las luchas que sean necesarias, en todos los frentes y sumarse a las que den todos los que enfrenten a este experimento de crueldad social. ". Acompañar, contener, encabezar, protagonizar las protestas, movilizaciones y reclamos sociales: todos los verbos sirven.
Si la sociedad exige avanzar hacia formas mayores de justicia, inclusión y diversidad, habrá que acompañar, y si parte de ella (incluso una no menor) responde a los cantos de sirena del discurso oficial y acompaña propuestas de exclusión, discriminación y desigualdad, habrá que ponerse en contra y explicar por qué, que de eso se trata la política: la combinación precisa entre conducir, inspirar e interpretar.
Como ayer, habrá que estar donde haga falta estar para defender derechos amenazados, porque haciéndolo también estaremos reivindicando nuestros gobiernos, que los reconocieron. Como pasó con la defensa de la universidad gratuita, la educación pública o las políticas de memoria, verdad y justicia.
Sin reclamar paternidades pero con el enorme mérito de haberles puesto el peso de la política y el Estado a todas esas legítimas luchas sociales para que coronaran en logros que hoy se ven amenazados por la ofensiva de la derecha en el poder.
Y no se trata de poner una agenda por encima de la otra, o excluir a una para poder seguir la otra: hay que defender los derechos de los colectivos que ayer gestaron la movilización, tanto como los derechos de los trabajadores o el sistema jubilatorio público, universal y de reparto, logros todos que ya son patrimonio común de la sociedad argentina; mal que les pese a muchos, en especial al gobierno.
Comprendiendo y haciendo comprender que de este presente de oprobio solo nos han de sacar la unidad, la solidaridad y la organización, y que el día que cada uno se movilice por lo que le toca a él pero también por lo que le toca al otro aunque a él no lo afecte directamente ("La Patria es el otro", dijo alguien) sin especulaciones ni cálculos electoralista, el régimen tendrá los días contados.
Tuits relacionados:
No veo contradicción entre acompañar el reclamo de la comunidad LGBT y reclamar por los salarios y los despidos, cuando los que los atacan a unos son los mismos que los atacan a los otros, y con las mismas políticas.
— La Corriente K (@lacorrientek) February 1, 2025
No hace falta ser gay o lesbiana para estar en contra de éste gobierno. Pero hay que ser hijo de puta para defenderlo.
— La Corriente K (@lacorrientek) February 2, 2025
Recortan medicamentos a los jubilados. Despiden trabajadores y los quieren flexibilizar. Estigmatizan a los colectivos LGBT. Si todo el daño viene de un mismo lugar, todas las resistencias se deben dirigir hacia ese mismo lugar.
— La Corriente K (@lacorrientek) February 2, 2025
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