Por A.C.
Yo nací muchos años después que ella se fue.
No la conocí.
Pero me contó un hombre que se sentaba
a tomar fresco en una vereda de mi barrio,
que él sí la conoció.
Y me contó que nunca olvidó esos ojos,
llenos de luz, de bondad,como una santa, me decía.
El había ido a buscar la bicicleta que siempre quiso tener,
pero que en su casa no podían comprarle.
Y ahí la conoció, mientras le daba una bicicleta
y le acariciaba su cabecita de pibe.
Y él no podía dejar de mirarla.
Agarró la bicicleta, pero no se fijó ni en el color
que le había tocado, porque solo la miraba a ella.
Me contó que le dijo gracias y que ella le contestó de nada,
que la disfrutes hijo, le sonrió y le dio un beso en la frente.
Y me contó que al tiempo, una noche, lloró mucho, mucho,
cuando se enteró que se había muerto.
Pero nunca olvidó esos ojos y ese beso, y me contó
que durante toda su vida, cada vez que se sentía triste,
se pasaba la mano por la frente, por el lugar del beso,
y al acordarse de ella la tristeza se le iba.
2 comentarios:
AC terminé de leerlo con los ojos vidriosos un abrazo a vos y a tus compañeros.
Mirá que escribiste lindo AC...!!!! está terminando un día especial y yo también estoy con los ojos así... como dice anónimo...
Gracias
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