LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 14 de julio de 2012

LOS RADICALES, EXPERTOS EN DISIMULAR EL CAGAZO


Ya sabemos que en algún momento alguien (que no se sabe quien fue) designó al parecer a los radicales como una especie de albaceas testamentarios de la Constitución, y custodios de los valores últimos de la república: en la UCR residirían la pureza, la honestidad, la rectitud de intenciones y la transparencia, y se transmitirían de generación en generación, entre los dirigentes boinas blancas.

Así, si pudiéramos viajar en el tiempo hacia 1945, descubriríamos la asombrosa similitud de las cosas que dijeron  en Tucumán ayer con las que decían entonces ante el advenimiento del primer peronismo: alguno podría acotar que es un rasgo identitario y de coherencia política, pero el problema es que con ese mismo discurso por ejemplo, Alfonsín terminó justificando el Pacto de Olivos que abrió la puerta a la reforma constitucional de 1994, y a la reelección de Menem.

Repasando la nómina de los concurrentes (el dream team radical completo) no da para creerles mucho, cuando por ejemplo se indigna Barletta contra las reelecciones luego de haberlas usufructuado (en un marco democrático muchos más acotado) siendo rector de la UNL, o Gil Lavedra contra la impunidad, cuando aceptó ser parte de gobiernos del partido que impulsó las leyes de obediencia debida y punto final, que esterilizaron políticamente (jurídicamente lo hicieron los indultos de Menem) el histórico fallo del juicio a las juntas que firmó como juez.

O que (junto con Gerardo Morales, también en la foto) formó parte de un gobierno que se fue declarando el estado de sitio, con 39 muertos en las plazas (y se inauguró con otras muertes en el puente de Chaco a Corrientes), y antes había decretado la negativa a extraditar a los genocidas para que fueran juzgados en el exterior, sabiendo que aquí no lo serían.

Pero el punto es otro: al igual que en los meses previos a la reforma del 94', los radicales agitan el fantasma del peligro de la disolución de la república exacerbando un discurso que tiene un efecto acotado en el electorado: siendo convencionales, digamos que un 25 o como máximo 30 % de los votantes pueden sentirse contenidos en esa línea de pensamiento, que pareciera salida de las viejas edicciones de las "Selecciones del Reader's Digest" que decían que los rusos les sacaban los chicos a los padres para reeducarlos, o comérselos vivos.

E incluso esa gente vota casi siempre en contra del peronismo (salvo con Menem) y es hoy furiosamente anti kirchnerista por muchos otros motivos: pasa que queda bien decir que es porque le preocupan las instituciones, la ética o que se termine la impunidad.

Pero cuando los radicales (llevados, reiteramos, de la mano por Alfonsín) con ese mismo terminaron firmando el Pacto de Olivos, les preocupaban otras cosas: que Menem ganaba si había reelección (que eso fuera perjudicial para el país es otro asunto), y que si existían sectores descontentos que no lo votaban, se fueran para otro lado y tampoco votaran al radicalismo. De hecho, terminó sucediendo con la fórmula Bordón-Cacho Alvarez, que condenó en el 95' a los radicales al tercer puesto con el 17 % de Massaccesi.   

Entonces (puestos a rosquear con Menem) trataron de asegurarse de otras cosas, como el Consejo de la Magistratura, la Auditoría General de la Nación en manos del principal partido político opositor, o el tercer senador por cada provincia: más que reaseguros del control republicano, una bolsa de trabajo con conchabos seguros para una dirigencia que se sentía perdidosa de antemano en las elecciones que venían.

Y si no que lo diga Leandro Despouy, el titular de la AGN, marcado en el círculo en la imagen detrás de Cobos, y que acá vemos más claro en esta otra foto:



Y andando los años, esta nueva vuelta de tuerca radical con el mismo discurso de entonces (y de siempre) se produce en el marco de un nuevo fracaso electoral (el escaso 10 % de Ricardito, relegando otra vez al partido al tercer puesto), y encubre los mismos temores: que otra fuerza política (sea el FAP de Binner, o el PRO de Macri, como antes lo fue la Coalición Cívica de Carrió) capitalice el voto antikichnerista, y que si existe la posibilidad de otro mandato de Cristina y decide presentarse, les vuelva a romper el ocote otra vez, como en el 2007 y en el 2011; y cada vez por más diferencia. 

Porque resulta que si se diera la reforma y Cristina fuera por otro mandato sería (según Cobos) "un error garrafal" (Majul dice que Macri piensa que es un suicidio político), con lo cual no se entiende por qué no la habilitarían: ¿qué mejor que competir con alguien que comete errores garrafales, o quiere suicidarse?

A menos que no esté todo tan mal como dicen, ni a punto de explotar, o la imagen de la presidenta no esté por el piso, ni la mayoría de la gente quiera que se vaya ya.   

Así que a no dejarse engañar por los discursos grandilocuentes de los radicales, porque de eso se trata todo ésto: simplemente de disimular el cagazo.    

3 comentarios:

Daniel dijo...

No sería más saludable que se dediquen a lograr que ellos mismos sean elegidos? Digo. Y que hará ahí Cobos? No se había retirado a jugar a la bochas y esas cosas?

tio pepe dijo...

Radicales! Radicales!...Consigan un resucitador!

Anónimo dijo...

Es al pedo. Fueron, son y serán Ganadores. Por eso nunca los quise, por ganadores.
El Colo.