El viernes en el cierre de
campaña en Mar del Plata estabas por todas partes, en el recuerdo y el
pensamiento de todos. En esa misma ciudad en la que en el 2005 contribuiste con
Lula y Chávez a enterrar el ALCA, una de las tres o cuatro decisiones estratégicas
fundamentales que tomaste para sentar las bases de la década ganada.
Y hoy, en éste día que todos los
años nos trae un poco de tristeza recordar que no estás, vas a estar, en el
pensamiento de todos los que vayamos a votar por Alberto y por Cristina, porque
lo vamos a hacer en nombre del futuro, pero también en el de ese pasado que vos
ayudaste a construir; sin el cual este presente de esperanza no sería posible.
Por eso esta noche y por primer
vez en 9 años, vamos a sonreír un 27 de octubre, porque volvemos, y volvemos
porque nunca nos fuimos. Y como marcó Cristina el viernes, si nunca nos fuimos
aunque nos pronosticaban la desaparición política es porque como vos,
mantuvimos las convicciones.
Y para volver hicimos lo que,
seguramente, vos hubieras hecho: unir, sumar, juntar, tender puentes.
Reconociendo los errores que había que reconocer, manteniendo las ideas
centrales sobre lo que queremos para el país y lo que pensamos sobre el rol de
la política, para que está y para quienes se hace política.
Como nos pediste cuando te
estabas yendo, no la dejamos sola a Cristina, porque además ella no nos dejó
solos a nosotros y ahí está otra vez, como hubieras estado vos, poniendo el
cuero en defensa de la idea, y en defensa de la gente agredida por las minorías del privilegio. Y nosotros con ella, como vos querías.
Como en aquel 2003 en que
llegaste a la Rosada, el panorama con el que nos vamos a encontrar será
desolador, y sea acaso aun peor que entonces. Pero no honraríamos tu memoria si eso
nos hubiera detenido, y nos hubiéramos quedado al costado, condenados al
olvido, como querían los que mandan siempre, sin importar quien esté en el
gobierno.
Hoy vamos a las urnas convencidos
de ganar para volver a asumir la responsabilidad de gobernar, por decisión de
una amplia mayoría de los argentinos, para devolverles a millones de ellos la dignidad y la esperanza. Porque
seguimos creyendo -como creías vos- que los números tienen que cerrar, pero con
la gente adentro.
Llegamos hasta acá buscando una
unidad lo más amplia posible para derrotar a la nueva encarnación política de
los dueños de la Argentina, que esta vez se hicieron cargo ellos mismos de gobernarla, y estamos a punto de conseguirlo. Con todo el
pragmatismo que vos tenías y que exigían las circunstancias para deponer
actitudes personales y diferencias secundarias en función del objetivo, como
hubieras hecho vos.
Pero también manteniendo en alto
las convicciones, con el ánimo de no dejarlas en la puerta de la Casa Rosada,
como no las dejaste vos. Rebeldes, cuestionadores e inconformistas, como vos
nos pedías, dispuestos a marcar los errores y los desvíos, como pide Alberto,
pero tan concientes como estuviste vos cuando te tocó el turno, de la inmensa
responsabilidad política que vamos a asumir, en circunstancias dramáticas.
Sin embargo y si las cosas
terminan como pintan, hoy será un día de alegría y de merecidos festejos. Y
cuando festejemos todos el nuevo triunfo popular, nos vamos a acordar de vos,
porque también sos parte de esto, y parte fundamental. Por todo eso lo de hoy
es por vos, flaco, para que lo disfrutes estés donde estés.
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