LA FRASE

"LLAMÉ A LOS GOBERNADORES PARA TRANQUILIZARLOS SOBRE EL AJUSTE Y DECIRLES QUE NO ES PARA TANTO PORQUE VIERON COMO ES EL PRESIDENTE, LE GUSTA CHACOTEAR." (LUIS CAPUTO)

viernes, 20 de septiembre de 2024

PAPÁ NOEL Y LOS REYES MAGOS

 

La semana pasada y con apenas diferencia de horas, la Cámara de Diputados de la Nación convalidaba el veto de Milei al aumento para los jubilados nacionales, y la Cámara de Diputados de la provincia completaba la sanción de la reforma previsional propuesta por Pullaro, que recorta haberes y derechos a los jubilados provinciales. En el primer caso fue decisiva la transfugueada de diputados de la UCR que habían votado a favor del aumento, y en el segundo, de la presidenta de la Cámara y los diputados socialistas que -además de votar a favor- clausuraron el debate y trampearon la votación.

A la perplejidad de algunos con la conducta de la UCR primero, le sucedió la perplejidad de otros con la actuación del socialismo, después. No queda otra que pensar que se trata de gente que no ha leído de historia argentina, o lo ha hecho por las fuentes incorrectas, o no la entendió.

No es la primera vez que pasa -de hecho para algunos, incluso compañeros, parece ser una costumbre- que cada vez que la UCR y sus dirigentes convalidan políticas nefatas para el pueblo argentino, digan que están traicionando la tradición histórica del partido, el legado de Alfonsín o paparuleadas semejantes.

Como si la UCR no fuera esencialmente lo que es hoy desde el derrocamiento de Yrigoyen en 1930 (con el apoyo de un sector del radicalismo), y más precisamente desde 1945, cuando orquestó  la Unión Democrática contra el naciente peronismo. No obstante toda la evidencia histórica disponible, hay gente que prefiere seguir creyendo que existe cosa tal como un radicalismo popular, defensor de la república, la democracia y las instituciones, y de los intereses de los sectores populares.

Su ingenuidad -por ser leves- no es distinta de los que piensan que el socialismo santafesino (que hegemoniza el partido a nivel nacional) es una fuerza progresista (lo que sea que signifique eso), popular y transformadora, y no otra de las colectoras del voto conservador y gorila. Como si no bastaran las ya lejanas agachadas de Palacios (que apoyó los golpes de 1930 y 1955 contra los dos grandes movimientos populares argentinos) o Ghioldi (que integró la Junta Consultiva y aplaudió los fusilamientos del 56'), embajadores ambos de sendos procesos dictatoriales, están las más cercanas y frescas en la memoria de Binner, Lifschitz o Bonfatti.

Los socialistas santafesinos no están secuestrados contra su voluntad y pidiendo ser rescatados dentro de "Unidos Para Cambiar Santa Fe": se trata simplemente de la enésima formulación (en éste caso en escala provincial) de la Unión Democrática -de la que también fueron parte en 1945- como antes lo fueron la Alianza Santafesina y el Frente Progresista. En política uno está donde quiere estar, y si el posicionamiento es exitoso en términos electorales, significa que está donde sus electores potenciales quieren que esté.

Si hubiera que arriesgar alguna hipótesis, diríamos que estas "perplejidades" frente a las agachadas radicales y socialistas de parte de algunos de los nuestros no son más que complejos de inferioridad cultural y deseos aspiracionales de "calzar" en ciertos ambientes donde tales especímenes abundan, y dan la pauta, o ejercen algún tipo de mandarinato: los tribunales, la cultura, la universidad y sus facultades. 

En ese sentido, tener amigos (o relaciones con) radicales y socialistas y entenderse con ellos es un consumo cultural y social de ciertas clases medias como ir al cine o el teatro, o a comer afuera. Un consumo que no se quiere dejar o perder, asumiendo que son gorilas, y siempre lo fueron, o un núcleo de relaciones sociales que hay que mantener para no ser estigmatizado en ciertos ambientes, como el club o el colegio de los chicos. 

Subyace en ello siempre -aunque no plenamente consciente- la idea del fin del peronismo como expresión política con capacidad de contenerlo a uno, y el deseo (a veces reprimido, otras explícito) de emprender el salto hacia nuevas experiencias, supuestamente progresistas y superadoras: si hasta Pino Solanas, con su trayectoria, sucumbió al encanto de la idea.

Pero ocurre que -también como constante histórica- cada vez que el peronismo es más "peronista" (como en sus orígenes, o en los gobiernos kirchneristas de Néstor y Cristina), siempre encuentra a radicales y socialistas en la vereda de enfrente combatiéndolo duramente, y nunca dispuestos a caminar juntos. Y desde Manuel Ugarte y Arturo Jauretche hasta Jorge Rivas o Leopoldo Moreau, si algún socialista o radical intenta el camino contrario, los demás lo empiezan a tratar inmediatamente como leproso.   

Así que gente a aceptar las cosas como son, y no esperar peras del olmo: el radicalismo republicano es Papá Noel, y el socialismo progresista, los Reyes Magos. Es decir, cosas en las que uno cree hasta que crece, y descubre que son los padres. Tuit relacionado:

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