LA FRASE

"NO ES QUE EL ASADO DE ANOCHE EN OLIVOS COSTÓ LO MISMO QUE EL AUMENTO VETADO A 200 JUBILADOS, SINO QUE PUSIMOS ESA CANTIDAD DE JUBILADOS A LA PARRILLA." (JAVIER MILEI)

lunes, 2 de septiembre de 2024

UN BARCO SIN TIMÓN

 

No debe haber nadie que desconozca la importancia que tiene para el peronismo la conducción política, empezando por una obviedad: Perón mismo algo escribió al respecto, como para que se entendiera. Claro que muchos ni siquiera lo leyeron, o si lo hicieron, lo entendieron mal. 

Y más que teorizar y escribir sobre la conducción, Perón condujo, hasta donde pudo: al final de su vida comprobó que ni siquiera él podía armonizar todo el complejo universo del peronismo, y todos los "peronismos" que convivían en su interior.

Sea como expresión de un liderazgo personal indisputado (esto es, aceptado y acatado por el conjunto) o por modos colegiados, el peronismo hoy es un barco a la deriva y sin timón, carente por completo de conducción y sumido en el desorden. Y al fin y al cabo y como decía el propio Perón, conducir es conducir el desorden.

Para el caso que alguien diga que la conductora es Cristina, habrá que decirle que deberíamos aceptar un hecho incontrastable: Cristina no conduce porque no quiere ni le interesa, no la jodamos más. Desde que dijo aquel 9 de diciembre de 2015 que pasaría lo que nosotros quisiéramos (o dejáramos) que pase, sucedieron su funesto error en la elección de Alberto, la fallida experiencia del gobierno del "Frente de Todos", y -sobre todo- el atentado contra su vida; en el que vaya si la tocaron, y no se armó ningún quilombo.

En todo caso Cristina conduce a su propio espacio (el kirchnerismo) y aun así dentro del mismo -o de quienes se reconocen parte de él- hay electrones sueltos, y fuera de él y en otros sectores del peronismo su figura es cuestionada todo el tiempo. Sin elecciones a la vista (ni partidarias ni generales) que permitan revalidar títulos o confirmar volúmenes políticos, el desorden reinante deriva en que -como dice el tango- cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel; y a los que viven pidiendo que Cristina de un paso al costado los dejan cinco minutos solos, y se van en seco con Villarruel.

Volviendo -una vez más a Perón- es sabido que sin unidad de concepción no hay unidad de acción; y el peronismo hoy dista bastante de tener una misma mirada en general y sobre todo: el gobierno libertario, la inserción de la Argentina en el mundo y el rol que le toca jugar al movimiento en ésta crisis. Prueba de ello son las idas y vueltas con la idea del juicio político a Milei, los tanteos con la oposición "dialoguista", los pliegos de los candidatos propuestos por el gobierno para la Corte, la figura de Villarruel: cada uno va por la suya y hace y dice lo que se le canta en los medios, en el Congreso, en la relación con el gobierno, y hasta hablando de candidaturas o armando internas, mientras el país se incendia.

Tampoco están dados los ámbitos colectivos para discutir las distintas concepciones, y pasar a la acción: el presidente del partido era Alberto, que dijo que renunció a su cargo luego de los escándalos conyugales, no se sabe si su renuncia le fue aceptada y no hay a la vista ninguna convocatoria orgánica para discutir todas estas cuestiones. Por otra parte eso del bastón de mariscal en la mochila en el peronismo siempre fue más una cuestión retórica que real: el propio Perón en vida fue bastante reacio a cederlo o siquiera compartirlo -incluso por buenas razones-, como pueden dar cuenta Vandor o los montoneros.

Se dice -porque hasta acá la cosa no pasa de trascendidos y operaciones de prensa- que hay toda una discusión al interior del peronismo sobre que hacer con Milei y su gobierno, si decidirse o no a promover su juicio político -para lo que sobran razones, desde el primer día- o respetar estrictamente su mandato, aunque destroce al país. Por alguna razón -y no solo porque la Constitución exige una mayoría calificada en el Congreso para que prospere en el Congreso- ningún presidente argentino fue destituido hasta hoy por esa vía, aunque varios renunciaron antes de concluir su mandato, y otros fueron derrocados por golpes de Estado.  

En el caso de Milei, su destitución no solo abriría la caja de Pandora de la apologista de Videla que lo sigue en la línea de sucesión, sino significaría muy probablemente -entiéndase bien: en el contexto en el que se está planteando- reemplazar la representación política de las víctimas de su gobierno y sus políticas y la generación de una alternativa para salir de la crisis (imperativos impostergables de la hora para el peronismo y cualquier fuerza política que se defina como nacional y popular), por embarrarse en una dudosa transición -y posible cogobierno- en la que se cambiaría de collar, para seguir con el mismo perro.

Y si no que en lugar de imaginar escenarios (como el del juicio político al presidente o su vice) que exigen acuerdos para construir mayorías calificadas en el Congreso, que den muestras de construir otros que son más urgentes, como tumbar definitivamente el mega DNU 70, o derogar la ley bases y el RIGI. Para ver si van en serio, digamos. Tuit relacionado:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Brillante análisis. El ñoqui perverso que nos gobierna ha dado innumerables oportunidades para que saliéramos a la calle y tumbarlo como al "dicen que soy aburrido", pero por algo no ha pasado.
Cierto es que si no hay un poder convocante la "gente" no sale a la calle.
En el 2001 el poder convocante fue el "corralito" y el "corralón".

La oposición política anda a los arañazos y la opo querendona a los lengüetazos con el "señor presidente"

Los dirigentes de la CGT, no todos hay honrosas excepciones, "dialogando" con el Matuasto Enano para dar gobernabilidad.
Con Il Capo fueron cogobierno oficiosamente. Hasta lo acompañaron en la inauguración a la estatua al Gral. Son coherentes, toda vez, que algunos de ellos a esta altura del partido son acaudalados empresarios.