En el posteo al que corresponde la imagen de apertura, Cristina señala las diferentes fases que atravesó en estos dos años el experimento libertario en manos del experto en hacer crecer la economía con y sin dinero, y del Messi de las finanzas, con los resultados conocidos: la inflación hace seis meses que baja subiendo cada vez más que el índice del mes anterior (y ni los dibujos de Lavagna junior lo pueden disimular), mientras se siguen perdiendo empleos y cerrando empresas (a razón de 394 por hora y 28 por día, respectivamente).
Ahora las bandas cambiarias que "estaban bien calibradas" (Toto Caputo dixit, hace apenas días) se ajustarán por la inflación a pedido del FMI, para poder adquirir reservas que permitan hacer frente a los pagos de la deuda, pese a que Milei dijo (también hace días) que no lo hacían porque era inflacionario.
Lo cual supone que el gobierno abandona el ancla cambiaria con la cual apostaba a contener la inflación, mientras sostenía el discurso de que ésta es un fenómeno exclusivamente monetario producto de la monetización del déficit fiscal vía emisión, y se viene una nueva devaluación, como pedía el mercado. Con los efectos que ya conocemos sobre el menguado poder adquisitivo de los salarios.
Al ancla de la motosierra tampoco le quedaba mucha nafta, y aun así en el presupuesto que a la hora de subir estas líneas se aprestaba a aprobar la Cámara de Diputados (con la inestimable colaboración de la UCR y los gobernadores de "Provincias Unidas") incluye en su artículo 75 la derogación de las leyes de emergencia en discapacidad y financiamiento universitario, y de la Ley 27160 aprobada en 2015 durante el segundo gobierno de Cristina, que dispone que se actualicen por el mismo índice que se usa para las jubilaciones, las asignaciones familiares en generales, y la AUH en particular.
Así las cosas solo seguirá funcionando como ancla anti-inflacionaria -como ha sido hasta ahora, pero con más importancia- el salario, que es el otro fin para el que el gobierno impulsa la reforma laboral: debilitar a las organizaciones sindicales y destruir la negociación colectiva centralizada, forzando negociaciones de salarios a la baja en un contexto de desempleo creciente, que no hará más que subir por la baja de las indemnizaciones.
Y en esto último -habrá que decirlo- después de varios ensayos y fracasos como lo señala Cristina, todo marcha de acuerdo al plan. O dicho de otro modo: es exactamente lo que muchos votaron, lo sepan o no.

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