LA FRASE

"HAY QUE ENCARAR UNA RENOVACIÓN PROFUNDA DEL PERONISMO, CASI HASTA QUE YA NI PAREZCA PERONISMO." (RAÚL JALIL)

viernes, 5 de diciembre de 2025

MI REINO POR UNA ROTONDA

 

El episodio Jalil y su borocoteada rompiendo el bloque excede con creces al peronismo, aunque sea en su interna donde impacte más; y si no nos creen, ahí está a la mano el fallido intento de "Provincias Unidas" que fue lo mismo, pero hacia el interior de la UCR y el PRO (incluyendo en éste caso a su ramal "cordobesista"): erigir un actor político autónomo de los partidos nacionales, con eje en las provincias, para negociar con el poder nacional. La "Liga de gobernadores" (por ponerle un nombre a la mítica criatura) es el sujeto político en eterna construcción de la Argentina, porque quienes intentan -una y otra vez- erigirlo tienen cada vez menos ánimo de influir, en serio, en la política nacional. 

En rigor, bajo la excusa de una presunta defensa del federalismo o los intereses provinciales, lo que terminan negociando es la benevolencia del ocasional poder nacional dominante, para que no les plante estructuras políticas en sus provincias que puedan amenazar las situaciones creadas (lo que acá Reutemann llamaba la teoría del alambrado): pasó en tiempos del kirchnerismo con la Concertación con los radicales K y la transversalidad, sucedió en tiempos del macrismo y se replica ahora, en forma de donaciones de gobernabilidad.  

La idea del federalismo termina prostituida al usarse como coartada para terminar defendiendo los intereses de las distintas fracciones del capital (sean petroleras, mineras o cerealeras, lo mismo da), y la discusión por los intereses provinciales falseada cuando nunca se explica como se los distingue y protege cuando -como está sucediendo ahora- el país entero se desintegra como tal, y los presuntos gestores de esos intereses contribuyen a que así sea. Las provincias (y no todas ellas) podrán ser preexistentes a la nación en términos históricos o jurídicos, pero no sobrevivirán a su implosión, por más que algunos pretendan que así puede ser, o se excusen en eso para apoyar políticas nocivas. 

Lo mismo vale para la excusa de salir de la "agenda amba-céntrica": no se advierte por qué es legítimo dar apoyo en el Congreso al saqueo de los recursos del país y la entrega de su soberanía a cambio de una rotonda, y está mal oponerse a hacerlo mientras se reclaman fondos para hacer cloacas en el conurbano bonaerense. Conurbano que -por otra parte- es por su propio tamaño un país en sí, que discute sobre empleos, salarios, tejido industrial, pobreza o distribución del ingreso y como las políticas nacionales los impactan; y donde preocupan menos las retenciones, las regalías, el RIGI o la eliminación de las trabas para comprar divisas.

Por no hablar del hecho de que las principales discusiones pendientes después de la reforma constitucional del 94' como la coparticipación federal o la representación de las provincias en la Cámara de Diputados, perjudican ostensiblemente a la provincia de Buenos Aires, y en especial a su conurbano. Es decir, si de discriminaciones se habla, la conservación del status quo en ambas cuestiones favorece a las provincias del interior, y en especial a las más pequeñas o menos pobladas.
 
La "federalización" (en éste contexto, entiéndase) de la política es para el peronismo invertir el orden de su creación histórica que determinó su finalidad y sentido, que siempre fue impulsar un proyecto nacional alternativo a la Argentina colonial; pero la misma crisis atraviesa a todos los partidos nacionales: a lo que estaba pasando en la UCR (reducida a una fuerza solo percibida como capaz de gestionar eficazmente  a nivel provincial o municipal), se suma lo que le ocurre al PRO, donde a medida que construye territorialidad -llegando a gobernar provincias- se diluye el liderazgo de Macri, hasta casi desaparecer.

En lugar de fuerzas políticas nacionales organizadas se pasa a un esquema de sultanatos más o menos exitosos (según les toque en suerte ser favorecidos con algún recurso natural estratégica, o alguna actividad económica prevalente en el contexto del modelo productivo en curso), que son la puerta abierta para cualquier tipo de arreglo o componenda; como pudimos comprobar en Santa Fe con la coexistencia de distintas alianzas en el orden provincial (sucesivas Uniones Democráticas para vencer al peronismo) o nacional, donde los socios del socialismo le otorgaban un recreo para jugar al progresismo en el Congreso nacional, sin resignar sus posiciones en la situación provincial. 

Como resultado de este proceso creciente de fragmentación política se distorsiona la oferta política, se desprestigia a las instituciones y se vacía de sentido al voto popular; que es justo lo que el poder económico precisa, para asegurarse de que sus privilegios no serán amenazados. Por eso la cuestionan a Cristina, y no porque insista en la agenda "amba-céntrica" o en su propia situación judicial: porque les recuerda que existe otra forma de asumir el desafío de la representación política. 

Néstor y ella partieron desde una provincia periférica asumiendo la defensa de la provincialización de los recursos naturales estratégicos en la reforma del 94' (un grave error, visto en perspectiva), para volver a colocar al peronismo en la senda de sus mejores tradiciones históricas, que es la de construir un proyecto alternativo de país, capaz de contener a las grandes mayorías nacionales. Y por eso también muchos gobernadores se olvidan hoy de Julio De Vido, que hizo por ellos y por sus provincias bastante más que una rotonda. 

El provincialismo -sin distinción de banderías políticas- se ha empequeñecido tanto como propuesta que ni siquiera intenta ya (sobre todo en el peronismo) erigir liderazgos alternativos, y se limita a romper bloques legislativos no tanto plantear discusiones al interior de los partidos, como para permitirle al gobierno (como acaba de hacer Jalil) controlar las comisiones del Congreso, obstruir la agenda opositora e imponer la suya propia. 

De hecho eluden toda discusión de fondo sobre los grandes problemas del país sea porque en realidad piensan lo mismo que Milei y prefieren dejarlo (como hicieron algunos con Macri) que sea el que haga el trabajo sucio y pague el costo; o directamente eligieron dejar de pensar en visiones alternativas, que puedan poner en tensión las situaciones creadas: no en vano no hubo nunca una resolución 125 provincial, que enfrentara a algún gobernador con los poderes fácticos. 

En ese marco no sería extraño que muchos de ellos terminen acompañando en el Congreso la reforma no tanto convencidos de su utilidad para generar empleo (aunque por conveniencia repliquen en público el discurso oficial), como de su inutilidad a esos fines, que no es lo mismo que inocuidad. Suponen que haciéndolo, le quitarán a Milei una excusa para que no les llegue su rotonda, o se les abra el grifo del Tesoro nacional para sus urgencias. Tuits relacionados: 

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