Vuelve con todo el cirujano mayor de los pasillos tribunalicios, el hombre de las múltiples y calificadísimas fuentes reservadísimas con acceso directo a información privilegiada.
Tan reservadas, que no existen, pero eso no es un problema para Adrián Verdura, el Favaloro de tribunales: si hay que operar, se opera; y si no hay instrumentistas (o fuentes), no le hace asco.
Resulta que ahora nos quiere convencer que el único que opera sobre la Corte es el gobierno, y Clarín se queda lo más pancho, esperando tranqui "el veredicto de la justicia".
Pero mientras tanto le pone presión a Lorenzetti, resaltando que sería el encargado de patear el penal decisivio.
Y nos hace saber así como al pasar que es público y notorio que hay jueces de la Corte (¿cuáles?) que estarían en el bolsillo de Spolzky y Vila-Manzano; cosa de ir preparando la desacreditación de su voto, eventualmente a favor de la aplicación plena de la ley de medios: ¿estará preparando el terreno para que Clarín vaya a la CIDH?
Es muy probable (se diria seguro) que la Corte rechace el per saltum del gobierno, con el argumento de que la sentencia del juez Alfonso no lo perjudica, sino que lo beneficia (a propósito Verdura: la ley no prohíbe nada al respecto, es de sentido común que se apela un fallo, cuando te perjudica); aunque tampoco es cierto -como dice Verdura- que lo favorezca en un 100 %: de hecho, Alfonso rechazó el plante del gobierno de que Clarín no tiene legitimación activa para demandar la inconstitucionalidad de la ley, porque el hólding como tal no está debidamente constituido y son sus empresas las titulares de las licencias que están en juego.
Pero en cambio el recurso extraordinario común que deberá tratar la Corte contra la resolución de la Cámara que prorrogó la cautelar -al parecer- preocupa al Grupo, y Verdura nos los hace saber: porque de esa medida depende toda su estrategia para resistir la aplicación de la ley de medios.
Leyendo el artículo-operación de Verdura, queda claro que Clarín sabe que a la corta o a la larga, en el fondo de la cuestión lleva las de perder (el planteo de la retroactividad es lisa y llanamente absurdo, con ese concepto, jamás podría dictarse ley antimonopólica alguna); y por eso tiene que apostar a mantener la cautelar, a como dé lugar, embarrando de antemano la credibilidad de la Corte. los que no estén comprados por los medios paraoficiales, si votan a favor de la ley, es porque fueron presionados por el gobierno.
Lo curioso es que -por ejemplo, Verdura_ el Grupo Vila-Manzano se beneficia con la perduración de la cautelar de Clarín, porque mientras esté vigente la AFSCA no avanzará con los planes de adecuación para obligar a los demás grupos de medios a desinvertir, con lo cual no se entiende para que presionaría a los jueces de la Corte para que fallen rápido.
Como también es curioso que mencione las supuestas demoras al expediente por parte del gobierno, cuando Clarín y sus abogados estuvieron 10 meses para hacer algo tan sencillo como notificarle al Estado nacional que lo demandaban.
Y si la Corte está teniendo que resolver en un clima incómodo (¿será mejor el de Miami, tal vez?) es por sus propias ambigüedades en las dos oportunidades (septiembre del 2010 y mayo del 2012) en que le tocó intervenir en la causa, para ponerle el cascabel al gato, tratando de zafar.
Ambigüedades que le costaron que la Cámara se les cagara de risa en su última resolución (la que prorrogó la cautelar a favor de Clarín), volviendo atrás sobre al menos tres puntos que los supremos dejaron en claro en mayo, a saber: el plazo del 161 ya se cumplió (la Cámara acaba de decir que no comenzó a correr para Clarín), no está vulnerada la libertad de expresión (la Cámara dijo que sí, y con ese "humo de buen derecho" prorrogó la cautelar) y la cuestión quedó estrictamente reducida a un reclamo de índole patrimonial; donde si se vulneran intereses, se puede indemnizar a posteriori (la Cámara dijo que las lesiones én ese plano serían irreparables, por eso prorrogó el paragüitas cautelar).
Ese abierto desarfío a lo que la propia Corte dijo en su momento, los pone a los supremos en la disyuntiva de tener que apartarse de su propia doctrina sobre el recurso extraordinario (que señala que no procede cuando no se trata de sentencias definitivas), para poner las cosas en su lugar, dejando sin efecto la cautelar.
Porque de lo contrario se daría el absurdo de que una de las partes (el Estado), teniendo a su favor el único fallo que trata el fondo (el de Alfonso), que dice que las normas cuestionadas son constitucionales (recordemos que Clarín intentó una acción declarativa de certeza), no podría aplicarlo, por una cautelar que perdura hasta que haya fallo "definitivo" (el de Alfonso en su esfera lo es, no es lo mismo que "firme"), cuando ese fallo ya destruyó el "humo de buen derecho" invocado para otorgar la cautelar.
Claro que la Corte se tomará sus tiempos (sobre todo para ver como evoluciona el panorama político) y Verdura lo sabe: lo que trata de hacer con su brulote es que esos tiempos sean lo más largos posibles.
Cosa que a algunos supremos (como Lorenzetti) les conviene, porque para ellos la independencia pasa por sentarse a vivir arriba de los expedientes que queman (como ésta causa), hasta que el clima mejore.
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