LA FRASE

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sábado, 8 de diciembre de 2018

TRISTE PAPEL


En la sesión del jueves pasado en Diputados se aprobó por amplia mayoría (127 votos a favor contra 66 en contra y 3 abstenciones, ver acá el acta completa) el proyecto de ley presentado a las escondidas por "Sanguchito" Bossio que deroga 8 artículos de la Ley 26.736 aprobada en el 2011, para regular la producción, distribución y comercialización de papel para diarios, proyecto analizado en su momento acá e incluido por Macri para su tratamiento en extraordinarias.

Por supuesto que el pedido fue hecho a la medida de los intereses de Clarín y La Nación, para reforzar aun más la posición dominante en el mercado que les confiere el monopolio de la producción de un insumo tan crítico, que les permite ahogar financieramente a sus competidores; y por supuesto también que significa un retroceso en términos de garantizar la pluralidad de voces, y la libertad de expresión en una sociedad democrático. Tan cierto como que las vestales de esos valores que suelen rasgarse las vestiduras en otras ocasiones (como ADEPA, FOPEA o la SIP) no dirán nada al respecto, porque entre bueyes no hay cornadas.

Una ley tan impresentable que va en contra incluso de las reglas del propio capitalismo al que muchos dicen defender (en tanto tiende a fortalecer un monoopolio a través de una regulación estatal, en desmedro de la libre competencia) y que nadie -ni siquiera los firmantes del proyecto, pues sus autores fueron claramente otros- se atrevió a defender cuando se discutió en comisiones. Triste papel -como decía Víctor Hugo Morales- el de los políticos sin votos, menesterosos de apoyos mediáticos.

Y una ley asociada a la tenebrosa historia de Papel Prensa desde sus orígenes, y en especial desde que la empresa fuera apropiada por sus accionistas mayoritarios en una mesa de tortura durante la dictadura: vista de ese modo, es completamente lógico que sea sancionada en el mismo contexto político en el cual la justicia al servicio del poder permanente cerró la causa, sobreseyendo definitivamente a Mitre y a Magnetto sin siquiera haberlos indagado.

Pero todas estas cuestiones son harto conocidas, y nosotros queremos detenernos en otras, que surgen del contexto político en el que la ley se sanciona: queriendo chicanear (porque para eso está puesto allí, pues sus cualidades legislativas están por verse) para empiojar el debate, decía el descendiente y reivindicador de genocidas Nicolás Massot que el único amigo del grupo Clarín había sido Néstor Kirchner. 

Miente, por supuesto: Clarín tuvo amigos en todos los gobiernos (incluyendo los kirchneristas, hasta el conflicto con las patronales del campo), pero un solo enemigo: el kirchnerismo, desde que estalló el conflicto del campo hasta el día de hoy; y todo indica que no tiene la más mínima intención de enterrar el hacha. Yendo incluso más allá, podría decirse que en este mismo gobierno, al cual Massot reporta y defiende, Clarín tiene no amigos, sino empleados; o que directamente gobierna.

Y la cuestión es precisamente esa, y tiene que ver con algo que trasciende el caso Papel Prensa, y al propio grupo Clarín; y es la relación de la política con las lógicas corporativas, y los intereses que no se someten a las reglas del juego democrático; y el grado de densidad que acumula aquella para animarse a intentar meter en cintura a estos, porque es un dilema de primer orden, que hace a la profundidad de la democracia real.

Pensemos por ejemplo si hubiera que discutir (e indudablemente es necesario hacerlo) una ley que limite las posiciones dominantes de ciertos grupos económicos en sectores muchos más importantes o estratégicos que el papel para diarios, y regular desde el Estado para limitar su preponderancia: una ley sobre el mercado del acero que lesiones los intereses de Techint o Acindar por ejemplo, o una sobre el aluminio que afecte la posición de Aluar. 

Ni hablemos si de lo que se tratara es de aprobar una nueva ley de entidades financieras que reemplace a la que viene desde los tiempos de Martínez de Hoz y la dictadura, para poner el sistema financiero al servicio de un modelo de desarrollo nacional, aunque eso implique recortar negocios y beneficios a los bancos: ¿está nuestro sistema político predominante en condiciones de afrontar esos desafíos y salir airosos, o se rendirán nuestros representantes antes de disparar el primer tiro?

La aprobación del proyecto sobre Papel Prensa y el modo en el que han sido atendidas a través de los años (ni hablar en los últimos tres) las exigencias del grupo Clarín nos dan una idea cierta de la respuesta, y no es positiva. Usando la metáfora que usó Cristina al presentar la ley de medios que iba a enviar al Congreso, muchos no lograron superar la prueba ácida.

Y sin menospreciar el poder de fuego mediático y su capacidad de extorsionar a las instituciones políticas (cuan acertado estaba Luis D'Elía cuando decía que Clarín era una pistola puesta en la cabeza de la democracia argentina), hay otros núcleos de poder muchos más densos y con mayor capacidad de desestabilizar al conjunto del sistema.

El proyecto tuvo -como dijimos- mentores y apoyos transversales a uno y otro lado de la grieta como dijimos, porque en ésta cuestión (la de la relación entre las fuerzas concentradas del capitalismo y las instituciones de la democracia) la divisoria de aguas es también transversal: la forma como se colectaron los apoyos al proyecto, su amplitud y hasta algunas cobardes abstenciones (como la del único diputado que en los papeles responde al socialismo santafesino) o sugestivas ausencias dan una idea bien clara al respecto.

E interpelan a la construcción de la unidad opositora "posible", pensando cuáles de sus bordes son en definitiva "deseables" (el massismo y los bloques del peronismo que responden a los gobernadores fueron decisivos para la aprobación), porque no se trata de conseguir pan para el triunfo electoral de hoy (ignorando algunas señales que son muy claras), para terminar teniendo hambre en un eventual gobierno de mañana. 

Porque aun suponiendo que se asuma que para poder gobernar fuera necesario bajar el nivel de conflictividad que dejó el kirchnerismo con el grupo de medios hegemónicos y dominantes (lo que no supone mecánicamente ceder a todas y cada una de sus demandas extorsivas), nadie en su sano juicio puede creer que podrá gobernar en un sentido transformador, que atiende y tutele los intereses de las grandes mayorías nacionales, sin tocar intereses, ni enfrentar conflictos con los beneficiarios de esos mismos intereses. Como decía Perón, para hacer una tortilla, es necesario romper algunos huevos. Tuits relacionados:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

presentada por sanguchitos y marquitos lavagna... todo el panquequeante FR o 1P o lo que sea votó acompañando esta iniciativa de ambos legisladores

Anónimo dijo...

¿Creen estos traidores que el viento no va a cambiar?
¿Tendrán listos los pasajes?