Todavía estaba transcurriendo la cumbre del
G20 en sus últimas horas, y ya desde el dispositivo comunicacional oficialista
se instaló la idea del “éxito rotundo” que resultaba el cónclave, incluso sin
entrar en mayores precisiones sobre sus consecuencias para el país; como por
ejemplo que los chinos compren más soja a Estados Unidos y menos a nosotros, o
que por primera vez un documento del grupo no condena el proteccionismo, que el
gobierno argentino anatemiza.
Según esa visión, Macri se probó como un líder
de alcance internacional, capaz de arbitrar entre las superpotencias y de
suscitar la confianza del mundo, para que -ahora sí- lluevan las inversiones
que saquen a la economía de su estancamiento. Eso, sumado a un presidente que
nos mostró su costado sensible llorando conmovido por el espectáculo artístico
del Colón, que simboliza (en su visión) todo lo que los argentinos somos
capaces de ser como país.
Sin embargo, supimos después que ese mismo
presidente sensible que lloró en el Colón había autorizado (mediante una
resolución secreta que solo se difundió oficialmente tras la cumbre) el uso
discrecional de las armas de fuego por las fuerzas de seguridad, en forma
permanente y como doctrina de gatillo fácil legitimada por el Estado. Y ahora
nos dicen que ese presidente y su gobierno “tantean un giro a la derecha”
explorando la agenda que en el mundo vienen imponiendo figuras como Bolsonaro,
y Patricia Bullrich podría integrar la fórmula presidencial de “Cambiemos”
junto a Macri.
Si hubiera que ir
un poco más a fondo en el asunto, se podría decir que con ese discurso
“manodurista” el gobierno busca un voto que ya tenía y tuvo en elecciones
anteriores, y que tratan de evitar que se les vaya, por motivos económicos.
Véase si no que en la misma conferencia de prensa post cumbre en la que derramó
elogios sobre Bullrich, las fuerzas de seguridad y los servicios de
inteligencia, Macri advirtió que no hará más pronósticos sobre el rumbo futuro
de la economía, aun cuando siga insistiendo en que el rumbo elegido por su
gobierno, es el correcto: algo no cierra allí.
Como tampoco cierra
la idea de que el “efecto espuma” del glamour internacional del G20 puede
perdurar en el tiempo, para opacar la lacerante realidad cotidiana; como lo
comprueba el hecho de que al mismo tiempo el gobierno busca instalar la
política de demagogia punitivista en materia de seguridad, como un eje de
acumulación política.
No es novedoso
señalar que la inseguridad opera eficazmente en ese sentido cuando el discurso
de la mano dura se monta sobre una plataforma de disconformidad social por
demandas más acuciantes, que los gobiernos desatienden o resuelven con
ineficacia: eso es lo que pasó en Brasil con Bolsonaro, y lo que está pasando
en España; sin olvidar que en ambos casos se verifica el hecho de que, si las
fuerzas denominadas progresistas retroceden electoralmente, a las derechas
“tradicionales” de cuño neoliberal no les va mejor: son ellas las que pierden
más votos a manos de los ultras como Bolsonaro o Vox.
En un contexto de
aguda crisis económica como el que que atraviesa la Argentina (y que el propio
gobierno está diciendo que no sabe cuando y como puede cambiar, si se sabe leer
su mensaje), la inseguridad, el discurso punitivista y las políticas de mano
dura como variantes autónomas que pueden resolver una elección están acotadas.
Precisamente
porque el gobierno sabe que ha gastado enormes porciones de credibilidad en
estos tres años prometiendo futuros venturosos, tiene que apelar a otros ejes
de campaña, para hacer pie en un futuro electoral que avizora complejo. Es así
que “la nueva derecha moderna y democrática” ensaya un giro de 360 grados para
volver a su punto de partida: las soluciones mágicas, el diseño de enemigos
internos que conspiran contra el progreso, el discurso y las prácticas de
exclusión, la apuesta a dividir y culpabilizar a la sociedad, para encubrir sus
propios fracasos gobernando.
Todo sigue igual
que siempre entonces, sin grandes novedades; solo que el espejismode esa
derecha en chupines (como dice el amigo Rinconet) que soñaba con convertir a
Macri en el Obama argentino, no puede ofrecernos ni siquiera un Trump, salvo en
su versión xenófoba de odio al extranjero y las minorías, construyendo muros
invisibles en las fronteras, y hacia el interior. Le faltan por ejemplo la
convicción ideológica de defender el trabajo y la producción nacionales con los
que el magnate yanqui construyó su éxito electoral.
Claro que
neutralizar este nuevo intento del
gobierno de fijar los ejes sobre los cuales discurra la disputa electoral
claro exige que la oposición plantee una agenda dura en espejo, hablando de lo
que el gobierno no quiere hablar: empleo, consumo, salarios, inflación,
tarifas, jubilaciones, programas de protección social, pérdida del poder
adquisitivo. Y no solo en tono de denuncia, sino dando señales de cómo va a
encarar la solución de los enormes problemas que el macrismo está dejando en
todas esas áreas.
Todas las demás
demandas “identitarias” (por muy legítimas que sean) deben alinearse en función
de esas, que son las que van a permitir ganarle las elecciones a la derecha; y
una vez ganadas, será posible plantearlas en un contexto político más favorable
parta que sean atendidas y resueltas. Lo que es seguro es que perdiendo,
volverán a quedar como pendientes, como ha sido siempre; eso y no otra cosa
-por caso- es lo que quiso decir hace poco Cristina en su discurso en Ferro. Tuits relacionados:
En cada etapa en que el aparato de Estado asignó mayor poder a las Fuerzas de Seguridad, el delito y las muertes de ciudadanos aumentaron. Disminuyó en cambio cuando las condiciones socio económicas mejoraron. Es una ley? NO. SI un patrón de comportamiento con evidencia empírica.— Artemio López (@Lupo55) 3 de diciembre de 2018
El progresismo neoliberal es vergonzante al asociar mejor distribución del ingreso con mayor seguridad ciudadana. No es una ley pero sí un patrón de comportamiento con evidencia empírica. Esto supone que toda otra política específica será eficaz habiendo satisfecho esa asociación— Artemio López (@Lupo55) 3 de diciembre de 2018
La desigualdad de ingreso tiene un efecto positivo en la delincuencia, cuando ésta aumenta un 10% la tasa de delincuencia aumenta entre un 2.8% a un 3,4%. Vean el caso de la década de los 90 en el país https://t.co/KxM0AIAPz5— Artemio López (@Lupo55) 4 de diciembre de 2018
Ningún progresista es capaz de discutirle a @PatoBullrich las barbaridades que dice. Huyeron de esa batalla en los 90 y solo refunfuñan cuando los pibes son agujereados por las policías. Homicidios dolosos, tasa sostenida a la baja porla mejor distribución del ingreso relativo. pic.twitter.com/iLg8FPfxhc— Artemio López (@Lupo55) 4 de diciembre de 2018
Los "progres" se comen el amague de la derecha que les muestra esta foto primera instalando a Macri, paladin de la seguridad ciudadana. No miran ni conocen la segunda película, que muestra la evolución descendente de la THD durante la década ganada. No saben ni creen. Dan lástima pic.twitter.com/38FjEeWzXW— Artemio López (@Lupo55) 4 de diciembre de 2018
1 comentario:
A estas alturas, esta pretensión de legalizar y naturalizar el asesinato por parte de policías, con el mínimo requisito de "sospechar" agresividades ajenas..... por supuesto que hay un electorado sensible a esta clase de porquería, porque "a los negros hay que matarlos a todos".
Pero siempre, SIEMPRE, algo puede fallar y partiendo de la descomunal incompetencia de la ministra de inseguridad doña malbec, nadie repara en el simple hecho de que si habilitás a la policía a matar, estás habilitando simultáneamente a que enfrenten y maten a los policías, total, perdido por perdido, el delincuente sabe que a los tiros pueden zafar. Y habrá una chorrera de canas difuntos que lo certificarán.
La cana, ¿está preparada, entrenaada para este "nuevo" laburito?, no es joda, un delincuente, profesional o aficionado, es mucho más jodido que un manifestante, al fin y al cabo, aporrearlos es la razón de ser de la cana virreinal, no?.
En fin, no sirven ni para garantizar un partido sin quilombo y ahora se ponen a jugar con cosas que no tienen repuesto...
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