Escuchando el pedido de disculpas de Macri
ayer, es difícil resistir la tentación de compararlo con un marido golpeador,
banalizando un grave problema social como la violencia de género. Era inevitable además pensar que, tal como los golpeadores, en el pedido de disculpas estaba subyacente la próxima agresión: "perdonáme por tratarte mal, y volvéme a votar, para tratarte peor".
Sin embargo, hay
algo de escalofriante en esa transición que hace su verdadero yo (el que se
mostró en la conferencia de prensa del lunes, enojado con los votantes y
propinándoles el castigo de dejar trepar el dólar “para que vean lo que
votaron”), y el Macri coacheado luego de pasar por el filtro de la presunta
corrección política, que pide perdón en un mensaje grabado y leído: asusta ver como un tipo capaz de descargar el ajuste más
impiadoso sobre la inmensa mayoría de los argentinos mientras les dice que es
indispensable, es al mismo tiempo arcilla blanda en manos de los gurúes de la
comunicación política. Asusta sobre todo recordar que semejante engendro nos
gobierna, y en sus manos está nuestro destino.
A menos de una
semana de habernos dicho que para votarlo no hacían falta ni argumentos ni
explicaciones, ahora quiere convencernos de que lo hagamos ofreciendo limosna o
migajas, frente a la magnitud del daño social ocasionado por su gobierno. En
ambos casos, hay no obstante un hilo de coherencia, que pasa por lo que Macri
supone que somos: descerebrados que no podemos pensar por nosotros mismos y
debemos confiar en lo que él nos dice, o mercado electoral barato, que se
compra por dos pesos.
Eso cree Macri que
valemos, que vale nuestro voto: dos mil pesos, a pagar en dos cuotas, de acá a
las elecciones. Una visión de patrón de estancia, que les suelta unos pesos a los
peones para asegurarse de que no se le retoben; y lo disfraza de compasión y
sensibilidad.
Con tal de
aferrarse al poder, no vacilan en apelar a lo que siempre dijeron denostar (el
clientelismo), y lanzan una batería de medidas (parches insuficientes en el
contexto caótico que vive el país) que -dicen- costarán unos 56.500 millones de
pesos: los mismos tipos que le dijeron irresponsable a Alberto Fernández por
proponer que vuelva la cobertura integral de medicamentos para los jubilados
(que cuesta la tercera parte de eso); o por decir que prefería aumentarles un 20 % los
haberes, en lugar de seguir pagando los astronómicos intereses que se pagan por
las LELIQ’s; que dicho sea de paso, no paran de crecer desde entonces.
La gestora del
“plan 3 empanadas” fue Carrió, que al parecer ya no cree tan ciegamente en que
los argentinos los van a acompañar en la presunta cruzada de regeneración moral
en la que estarían embarcados, sin pedir nada a cambio: al parecer, para seguir
en la travesía del desierto hacia la tierra prometida es necesario aflojar un
poco con el impuesto que prometieron que nadie pagaría (Ganancias), para que a
la clase media le quede resto...para poder comprar dólares.
Para peor, en la
mejor tradición radical, Macri habló con el corazón (si es que tiene tal caso),
y “los mercados” le contestaron con el bolsillo: no había terminado de hablar
cuando siguieron trepando el dólar, y el riesgo país, porque aunque en el
imaginario trastornado del gobierno y su laboratorio electoral confíen en
revertir la derrota inevitable, “los mercados” ya no les creen: Visto desde su
lugar, ese que el propio Macri nos expuso en la conferencia de prensa del
lunes, están muriendo por mano propia.
Estos muchachos no
terminan de asimilar el piñazo que se comieron el domingo, aunque apelen a las
metáforas boxísticas en las redes sociales, comparándose con Muhamad Alí;
cuando en realidad están más bien como Nino Benvenutti, después de pelear con
Monzón. Siguen creyendo que con un par de pases mágicos y sacando algún conejo
muerto de la galera tuercen el rumbo, sin advertir que esa subestimación
profunda del pueblo argentino también fue puesta en tela de juicio el domingo
pasado: cada vez más gente rechaza que tomen la parte por el todo, suponiendo
que todos somos iguales al núcleo duro de voto siquiátrico que los sigue, y que
por estas horas organiza cacerolazos contra el supuesto fraude...orquestado por
la oposición.
Como decía ayer
Mario Wainfeld en su nota de Página 12, el problema es que estamos en el peor
momento, conducidos por el peor de todos, y a que a este paso, el país no
aguanta cuatro meses más de este escenario.
Es más, si no ha
terminado por incendiarse todo aun no es precisamente por la pericia del
presidente (que no para de echar baldes de nafta) para pilotear la crisis, sino
por la mansedumbre del pueblo argentino, mansedad que en este contexto viene siendo una muestra de
sabiduría política: ya hizo lo que tenía que hacer, el
domingo, llenando las urnas de esperanza y rechazo, ya le dijo a macri lo que
pensaba de él y su gobierno. Y lo cagaron a pedos por eso, aunque luego
hicieran como que le pedían perdón.
Lo que no significa
que Macri pueda seguir tensando la cuerda hasta el infinito, y faltándonos el
respeto, de mil modos distintos. Porque como dijo alguien que de esto sabía, cuando
los pueblos se cansan, suelen hacer tronar el escarmiento, y de hecho ya lo han
hecho en las urnas.
Ojalá podamos transitar en paz estos meses que nos restan
hasta que se vayan; pero no va a ser sencillo en Argentina, el extraño caso de un país que se quedó sin gobierno, y cuya paz social depende exclusivamente de la tolerancia y sensatez de su pueblo; y de la oposición política en general, y de la que se prepara ser gobierno, en particular. Tuits relacionados:
De lo que dijo Carrió esta cuenta opina que estamos metidos en un quilombo tremendo, exclusiva responsabilidad del gobierno que ella integra, y del cual nosotros estamos tratando de poner el hombro para salir, mientras el presidente y ella parecen no registrar la realidad.— La Corriente K (@lacorrientek) August 14, 2019
Contrastemos la seriedad y prudencia del principal candidato de la oposición y el más votado por los argentinos hace tres días, con los delirios sicóticos de una de las principales dirigentes de la coalición oficialista. Uno los quiere ayudar pero no se dejan, chicos.— La Corriente K (@lacorrientek) August 14, 2019
El vacío de poder es total. Empezó cuando Macri fue al FMI. A la crisis económica le siguió la social, y ahora estamos en la etapa de la crisis institucional. Un país sin gobierno, con la estabilidad institucional garantizada por la oposición. Y había nabos hablando de hegemonía.— La Corriente K (@lacorrientek) August 14, 2019
De los creadores de "No hacen falta argumentos ni explicaciones para votarnos" llega "Te doy dos lucas por mes de acá a las elecciones si me votás".— La Corriente K (@lacorrientek) August 14, 2019
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