Tal como da cuenta esta nota de Rosario 12, la situación financiera de la provincia con la que se encontrará Omar
Perotti al asumir el gobierno es motivo de creciente preocupación; con un
déficit de 10.580 millones de pesos (antes de contribuciones financieras)
acumulado en los primeros seis meses del año; y con un gobierno de Lifschitz
que viene apelando a los adelantos en descubierto en el agente financiero, para
pagar la mitad de la planilla de haberes mensuales de los agentes públicos provinciales.
Dentro de los
renglones que aportan al abultado déficit, sobresalen la Caja de Jubilaciones y
Pensiones con un déficit mensual del orden de los 1000 millones de pesos, y el
IAPOS, que por primera vez en muchos años ha pasado a tener déficit.
Además de las
circunstancias de orden económico general (como la prolongada recesión que
impacta en la caída de la recaudación), en el caso de la obra social de la
provincia impactan también en los números los costos crecientes de la salud,
por los insumos y servicios que están atados a la evolución del dólar; en el
marco de un proceso inflacionario que no merma.
Sin embargo, en el
caso particular del IAPOS hay otro costado del problema que parece no ser
tomado en cuenta, y que es la política prestacional que definieron los
gobiernos del Frente Progresista: es un misterio insondable acceder a los
términos de los convenios del IAPOS con sus prestadores, mayoritariamente
cartelizados en asociaciones o gremiales que nuclean a clínicas y sanatorios;
lo que les permite imponer condiciones que al parecer, la obra social
provincial no puede (o no quiere) cuestionar ni discutir, ni siquiera aportando
una cartera de afiliados/clientes del orden de las 600.000 personas, entre los
empleados públicos y sus familias.
Un ejemplo típico
de lo expuesto es el caso de los tratamientos de diálisis, que se canalizan a
través de la asociación de prestadores del rubro, mecanismo al cual se sumó
luego el Ministerio de Salud de la provincia, para los pacientes que se
atienden en los hospitales públicos; como lo muestra el decreto que encabeza el
post.
Un decreto que
aprueba un convenio con la asociación que nuclea a los prestadores de servicios
de diálisis, modificando otro del 2016 por el cual el IAPOS les pagaba a ellos
los servicios de los pacientes derivados desde los hospitales provinciales para
ese tipo de tratamientos, y luego el Ministerio de Salud les reintegraba los
importes: evidentemente la situación financiera de la obra social (que tuvo que ser asistida por el Tesoro con adelantos de la contribución patronal delEstado empleador) ya no permitía sostener ese mecanismo.
Lo que no cambia,
sin embargo, es el hecho de que la provincia sigue sin hacer valer la enorme
“cartera” de pacientes que deriva a efectores privados de salud, sea a través
del IAPOS o desde los hospitales provinciales del Ministerio de Salud, parta
obtener mejores condiciones financieras a cambio de las prestaciones: por el
contrario, ahora el Ministerio está adoptando para los hospitales el
nomenclador de tarifas que ya viene aplicando la obra social, que no son otras
que las impuestas por los prestadores.
Y en el caso
particular del Ministerio de Salud, hay que añadir otra cuestión: no se
entiende por que razón una gestión que ha invertido en infraestructura para
construir nuevos hospitales en distintos puntos de la provincia, no los haya
invertido en generar en ellos o en otros efectores de salud sus propios
servicios de diálisis, sin necesidad de tener que derivar a los pacientes a
efectores privados.
No se trata de una
inversión menor: como lo muestra el decreto, se gastan casi 98 millones de
pesos en este rubro, solo para los meses de octubre y noviembre de éste año; lo que supone unos 600 millones de pesos al año en un servicio que la provincia podría brindar a través de los efectores públicos de salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario