LA FRASE

"QUIERO DARLE UNA SEÑAL MUY CLARA A LOS MERCADOS: YO VOY A DEFENDER LA BANDA HASTA EL FINAL." (LUIS CAPUTO)

martes, 23 de septiembre de 2025

LO VOLVIERON A HACER

 

El experimento anarcocapitalista encarnado en la grotesca figura de Javier Milei está oficialmente terminado, y solo resta oficializar su fecha de defunción, en lo que las próximas elecciones de octubre tienen un papel crucial. El tiempo formal que le quede de sobrevida no cambiará la conclusión: se trata de un modelo que nada tiene ya para ofrecerle a los argentinos, excepto mayor deuda a futuro y mayores niveles de pobreza y exclusión, ya en el presente.

Y no se trata de que lo digamos nosotros, que deseamos que efectivamente suceda que el neoliberalismo deje ya de joderle la vida a la inmensa mayoría de los argentinos: lo están diciendo los propios factores que lo entronizaron en el gobierno (que no en el poder), con el inestimable concurso de una buena parte del electorado.

A punto tal que las únicas noticias que nos proporciona el gobierno por estos días son alquimias financieras inverosímiles para tratar de sostener el dólar en un nivel que es dos veces y media la que en su momento estimó el propio Milei que tendría, pero que ahora nos quieren vender como su cotización razonable, para que nos explote en otra aun mayor antes de las elecciones, dando por descontado a su vez que después de las elecciones la devaluación será inevitable.

Desde el anuncio de un posible préstamo del tesoro yanqui hasta la suspensión transitoria por un mes de todas las retenciones a los agroexportadores para que liquiden los dólares embolsados (anuncios a su vez contradictorios entre sí) todo apunta a ese único y excluyente objetivo. Y a ese objetivo se orientan todas las acciones de un gobierno inescrupuloso, dispuesto a cualquier concesión, y cualquiera es literalmente eso: cualquiera; incluyendo nuestro recursos naturales o nuestra autonomía como país en la toma de decisiones de política exterior.

La moneda (y nuestros salarios y jubilaciones) se devalúan al mismo ritmo de la palabra presidencial y la confianza en el gobierno, incluso entre quienes lo votaron; pero lo trágico es que el ciclo de endeudamiento, valorización financiera y fuga se repite -con escalofriante similitud- por tercera vez en un cuarto de siglo, y por segunda vez en menos de una década. Y en éste caso, con los mismos ejecutantes al comando de la estafa.

Lo cual debería llamarnos a la reflexión como sociedad, y en especial para aquellos que -movidos por el sustancial y a veces excluyente propósito de impedir que gobierne el peronismo- vuelven a votar una y otra vez gobiernos que hunden al país en el abismo, y condicionan el futuro del país y de la mayoría de sus habitantes; para luego -lejos de hacer algo parecido a una autocrítica- echarle la culpa al peronismo que (supuestamente) impidió que esos gobiernos terminaran su mandato, o completaran más rápidamente su obra de destrucción.

Que decir del "círculo rojo" (es decir, nuestra presunta élite económica), que como ha pasado antes y todas las veces, insiste en promover (y hasta organizar o inventar) alianzas y estructuras políticas y candidaturas que lleven adelante el mismo plan, para después cuando ese plan (previsiblemente) fracasa -y cada vez más rápido, y cada vez con peores consecuencias- intentar despegarse diciendo que le problema no es el plan (tanto que tratan de que lo ejecute cualquiera que tome el relevo del gobierno, sin importar lo que haya votado la gente), sino sus circunstanciales ejecutantes.

Sobre éste tema de la responsabilidad de los detentadores del poder económico en el país posiblemente ampliemos en otra entrada, pero la repetición -sin solución de continuidad- de los comportamientos de los otros, nos lleva a interrogarnos por nuestros propios comportamientos: si nos toca volver al gobierno (y todo indica que la posibilidad es concreta), no podemos volver a reincidir en perdonarles la vida en lugar de hacerles pagar las consecuencias de su accionar; porque de lo contrario lo único que conseguiremos -como ha sucedido y está sucediendo otra vez- es que lo vuelvan a hacer, apenas tengan una nueva oportunidad. 

Para empezar ya, desde ahora, habría que decir fuerte y para que se escuche que se desconocerá todo endeudamiento contraído por este gobierno (y todo es todo, incluyendo el del FMI y un eventual préstamo del Tesoro de EEUU) que no sea discutido en el Congreso nacional, y que no se destine concreta e inexorablemente a financiar obras de infraestructura necesarias para el desarrollo del país.

Tampoco podemos insistir en tratar de complacer, tranquilizar o seducir a este "círculo rojo", como lo hemos hecho en vano muchas veces. Con los que se empeñan en votar, una y otra vez, en contra de sus propios intereses poco podemos hacer, pero contra los que mueven las palancas, es bastante.

Y habrá que hacerlo alguna vez, porque sin caer en exageraciones ni dramatismos innecesarios, la experiencia histórica demuestra que en romper ese círculo vicioso en eso se va el futuro de la democracia argentina y la subsistencia misma de la Argentina misma como país, al menos de uno de ser digno de llamarse tal. Tuits relacionados:

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