ELABAS TIENE RAZÓN

Por V. B.

La opinión de Elabas Ave acerca de la ruta a desandar durante el año electoral por el kirchnerismo en la provincia de Santa Fe azuza otros análisis.

Es claro que la historia reciente resulta demostrativa que es posible -tan posible como que es una circunstancia que se dio- la disociación entre las expectativas y decisiones del electorado, cuando está en juego la Gobernabilidad en manos y con el rumbo que marca Cristina, y las expectativas y decisiones contemporáneas del mismo electorado, cuando se juegan posiciones de referentes que se reivindican como expresiones locales de ese gobierno de Cristina.

Tiene razón: de eso debe tomar nota la dirigencia local.

Si la rosca en la pieza de cuatro por cuatro, entre no más de cuatro, con una apreciación limitada de la realidad, intencionadamente centrada en la suerte propia, ha conducido al fracaso, acierta Elabas Ave, y a eso me quiero referir, cuando precisa que el kirchnerismo no “supo sacar provecho de una gestión inexistente y dilapidadora como la socialista”.

Es que en la provincia, la representación sustantiva del peronismo se visibiliza en la actuación de los diputados y senadores que conforman la mayoría de cada una de las Cámaras Legislativas.

Y es en el desempeño de estos dirigentes dondes se aprecia mayoritariamente una actitud deferente con la gestión socialista.

Así, las más de las veces, con limitadas críticas concentradas al momento del debate puntual (luego abandonadas inmediatamente, que las hace lucir como “de compromiso”, para que no digan que no dijeron nada), en los hechos terminaron acompañando las iniciativas del Ejecutivo.

Nadie copa la parada, no ya cuando Binner comete algunos de sus dislates (como bien reseña este blog o Ramble Tamble de Artemio López con relación al saludo de navidad, las apreciaciones sobre el funcionamiento de las instituciones en Ghana o el género de “El Eternauta”, o sus declaraciones sobre las causas de la inseguridad, los fondos buitre, YPF, etc. etc.-) ni cuando directamente destrata a Cristina; o cuando Bonfatti y sus funcionarios se victimizan tratando de transferir responsabilidades por los reveses de su gestión al gobierno nacional.

Salvo honrosas excepciones, en primer lugar las de Agustín Rossi (en más soledad que la necesaria), o Tognolli (Dip. Prov. Mov. Evita), que aprovecha cuanta vez puede para plantear la falsedad de los argumentos socialistas y apunta al núcleo de sus obligaciones como gobernantes, los demás, más nada que poco. Otros, como Lacava, al mantener la crítica disociada de la relación y comparación con las políticas públicas del gobierno nacional, gira en el vacío con una limitada repercusión.

Por el Senado, muchos favores cruzados hacen que no existan declaraciones de peso.

De cara al proceso electoral de la segunda mitad de 2013, no hay posibilidades de que se revierta la debacle electoral del kirchenismo local si no se centraliza la acción en el debate del modelo que, como fuerza política, encarna y los intereses que defiende. Si la estrategia que más le suma a Cristina es la de la unidad del peronismo local, como lo anticipa Agustín Rossi en el reportaje desde Las Grutas, la discusión ideológica es nuclear.

Ahora, esta discusión es para adentro, con los otros actores del peronismo local que confluirían nuevamente en la “unidad para la elección”, pero también y fundamentalmente con los socialistas en el gobierno.

Agotado financieramente el Estado Provincial, con la obra pública paralizada y amenazas de aumento generalizado de las tarifas de los servicios públicos -cada vez más ineficientes por falta de inversión-, decididos a concretar un endeudamiento que condicionará a la Provincia más allá del mandato de las actaules autoridades, financiando un aparato político excesivo desde la administración pública, sosteniendo desde la Provincia, a costa de lo que sea, el espejismo de Rosario, con la policía fuera de control y los barrios humildes de las ciudades más importantes a merced de la disputa entre narcos, no hay lugar para el silencio.

Es que con estos datos de la realidad, una acción política que eluda este debate es funcional y cómplice con el actual estado de cosas. Y los magros resultados volverán a darse.