Leíamos ayer en Tiempo Argentino: "El vicepresidente primero de la entidad, Juan Carlos Sacco, sostuvo que "puede que continúe este proceso pero con los ajustes que se tienen que hacer. Acá hay ajustes que el gobierno sabe que debería haber hecho y después de 12 años no es fácil." El empresario formuló estas declaraciones en Radio América unas horas antes de que la cúpula de la UIA recibiera al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Sacco exigió al precandidato a presidente del Frente para la Victoria (FPV) que responda una serie de preguntas a los dirigentes industriales. "Tenemos clarito lo que queremos escuchar. Queremos que nos cuenten qué van a hacer con las siete u ocho variables más importantes en los primeros 100 días. Queremos saber qué van a hacer con el cepo cambiario, que no ha permitido el buen desempeño del comercio exterior", declaró...". (las negritas son nuestras)
Como vemos, al menos una parte de la UIA decidió usar con Scioli el mismo tonito admonitorio y pontificio del Foro de Convergencia Empresarial en su pliego de demandas (analizado acá), quizás con menos modales todavía.
Aunque Scioli -fiel a su estilo zen- trató de bajarle los decibeles, lo real es que lo apretaron en público, antes de recibirlo, como acostumbran a hacer. Y como se tendrá que acostumbrar él a que lo hagan, si llega a ser presidente.
Y de su paso por la UIA quedan cuestiones que no cierran, o que ameritarían mayores precisiones, porque, a ver: Méndez y buena parte de la cúpula de la central empresaria le vienen pegando duro y parejo a Kiciloff y pidiendo medidas que van totalmente en contra de la política económica en marcha (como la devaluación, la salida del "cepo" o "retoques" a las leyes laborales); a lo cual Scioli responde bancando al ministro (llegó a decir que no se lo puede desperdiciar en un futuro gobierno), y diciendo -correctamente- que lo último que necesita el país es un ajuste a la usanza tradicional.
Pero las crónicas de la reunión dan cuenta de que Méndez quedó muy satisfecho con las respuestas del gobernador-candidato, que causó una muy buena impresión a los dirigentes empresarios: hay una parte de la historia que no nos cuentan, o que no termina de cerrar.
Sin embargo lo que más ruido hace -y que algunos medios tienden a naturalizar- es el cada vez menos disimulado apriete del poder económico a la política, para "oír lo que quieren escuchar", tal la expresión de Sacco.
O por lo menos de buena parte de ese poder, expresada por quienes ocupan posiciones claves en el Foro de Convergencia Empresarial, y en la propia UIA; porque las mismas crónicas dan cuenta de fuertes debates internos, como ya pasó hace poco cuando los sectores que están en el Foro y en AEA (encabezados por Techint) "filtraron" un documento que expresaba su posición, como si fuera la de la entidad.
Debates que tienen que ver con diferencias ideológicas pero -sobre todo- de intereses y posiciones en la estructura productiva, desde las Pymes o empresas que viven fundamentalmente del mercado interno, a las multinacionales y grandes empresas cuyo mercados son externos; que necesitan señales sobre el tipo de cambio, las restricciones a la compra de dólares, las retenciones o la distribución de utilidades.
Lo interesante es ver como los grandes medios -en manos de grupos empresarios que revistan en esas mismas gremiales o seudo gremiales empresarias- nos cuentan en detalle hasta el último puterío o rencilla de los partidos, alianzas y candidatos; y omiten esas divisiones en el campo empresarial, como si allí todos pensaran lo mismo.
Y en esa operación de ocultamiento, ponen a la política en una intolerable situación de inferioridad en términos de legitimidades, naturalizando que los candidatos deban ir al pie de los nucleamientos empresarios, para que los libreteen (eufemismo por "aprieten); cuando la situación en rigor es a la inversa.
Los políticos se someten al inapelable veredicto de la voluntad ciudadana, y a ella deben convencer cada vez que deseen relegitimarse; obligación de la que los grupos empresarios están exentos: no votan ni siquiera para elegir a sus propias autoridades.
La propia UIA viene funcionando hace mucho tiempo en un marco de absoluta precariedad institucional, y la AEA o el Foro de Convergencia ni siquiera son -en sentido estricto- cámaras empresariales como para (por ejemplo) pretender sentarse en la mesa de las paritarias, o en el Consejo del Salario.
En tiempos en los que sobran las "almas bien pensantes" que reclaman a los candidatos debatir públicamente (y hasta surgen iniciativas en ese sentido, auspiciadas por personajes tan flojitos de papeles democráticos como Hadad) estaría bueno que se discutan estas cosas a la luz del día y podamos saber que le pide (eufemismo por "exige") cada uno de estos buenos muchachos a los candidatos, y qué les responden estos; para saber cada uno a que atenerse en el futuro.
Y para que el debate democrático en serio no esté contaminado por las lógicas corporativas que -por regla general- no se avienen a las pautas que sí rigen al sistema político formal, y no suelen coincidir con los intereses de las grandes mayorías nacionales; siendo además que nuestra historia nos enseñan como han intentado desde siempre resolver esa contradicción.
Sacco exigió al precandidato a presidente del Frente para la Victoria (FPV) que responda una serie de preguntas a los dirigentes industriales. "Tenemos clarito lo que queremos escuchar. Queremos que nos cuenten qué van a hacer con las siete u ocho variables más importantes en los primeros 100 días. Queremos saber qué van a hacer con el cepo cambiario, que no ha permitido el buen desempeño del comercio exterior", declaró...". (las negritas son nuestras)
Como vemos, al menos una parte de la UIA decidió usar con Scioli el mismo tonito admonitorio y pontificio del Foro de Convergencia Empresarial en su pliego de demandas (analizado acá), quizás con menos modales todavía.
Aunque Scioli -fiel a su estilo zen- trató de bajarle los decibeles, lo real es que lo apretaron en público, antes de recibirlo, como acostumbran a hacer. Y como se tendrá que acostumbrar él a que lo hagan, si llega a ser presidente.
Y de su paso por la UIA quedan cuestiones que no cierran, o que ameritarían mayores precisiones, porque, a ver: Méndez y buena parte de la cúpula de la central empresaria le vienen pegando duro y parejo a Kiciloff y pidiendo medidas que van totalmente en contra de la política económica en marcha (como la devaluación, la salida del "cepo" o "retoques" a las leyes laborales); a lo cual Scioli responde bancando al ministro (llegó a decir que no se lo puede desperdiciar en un futuro gobierno), y diciendo -correctamente- que lo último que necesita el país es un ajuste a la usanza tradicional.
Pero las crónicas de la reunión dan cuenta de que Méndez quedó muy satisfecho con las respuestas del gobernador-candidato, que causó una muy buena impresión a los dirigentes empresarios: hay una parte de la historia que no nos cuentan, o que no termina de cerrar.
Sin embargo lo que más ruido hace -y que algunos medios tienden a naturalizar- es el cada vez menos disimulado apriete del poder económico a la política, para "oír lo que quieren escuchar", tal la expresión de Sacco.
O por lo menos de buena parte de ese poder, expresada por quienes ocupan posiciones claves en el Foro de Convergencia Empresarial, y en la propia UIA; porque las mismas crónicas dan cuenta de fuertes debates internos, como ya pasó hace poco cuando los sectores que están en el Foro y en AEA (encabezados por Techint) "filtraron" un documento que expresaba su posición, como si fuera la de la entidad.
Debates que tienen que ver con diferencias ideológicas pero -sobre todo- de intereses y posiciones en la estructura productiva, desde las Pymes o empresas que viven fundamentalmente del mercado interno, a las multinacionales y grandes empresas cuyo mercados son externos; que necesitan señales sobre el tipo de cambio, las restricciones a la compra de dólares, las retenciones o la distribución de utilidades.
Lo interesante es ver como los grandes medios -en manos de grupos empresarios que revistan en esas mismas gremiales o seudo gremiales empresarias- nos cuentan en detalle hasta el último puterío o rencilla de los partidos, alianzas y candidatos; y omiten esas divisiones en el campo empresarial, como si allí todos pensaran lo mismo.
Y en esa operación de ocultamiento, ponen a la política en una intolerable situación de inferioridad en términos de legitimidades, naturalizando que los candidatos deban ir al pie de los nucleamientos empresarios, para que los libreteen (eufemismo por "aprieten); cuando la situación en rigor es a la inversa.
Los políticos se someten al inapelable veredicto de la voluntad ciudadana, y a ella deben convencer cada vez que deseen relegitimarse; obligación de la que los grupos empresarios están exentos: no votan ni siquiera para elegir a sus propias autoridades.
La propia UIA viene funcionando hace mucho tiempo en un marco de absoluta precariedad institucional, y la AEA o el Foro de Convergencia ni siquiera son -en sentido estricto- cámaras empresariales como para (por ejemplo) pretender sentarse en la mesa de las paritarias, o en el Consejo del Salario.
En tiempos en los que sobran las "almas bien pensantes" que reclaman a los candidatos debatir públicamente (y hasta surgen iniciativas en ese sentido, auspiciadas por personajes tan flojitos de papeles democráticos como Hadad) estaría bueno que se discutan estas cosas a la luz del día y podamos saber que le pide (eufemismo por "exige") cada uno de estos buenos muchachos a los candidatos, y qué les responden estos; para saber cada uno a que atenerse en el futuro.
Y para que el debate democrático en serio no esté contaminado por las lógicas corporativas que -por regla general- no se avienen a las pautas que sí rigen al sistema político formal, y no suelen coincidir con los intereses de las grandes mayorías nacionales; siendo además que nuestra historia nos enseñan como han intentado desde siempre resolver esa contradicción.
1 comentario:
Si los autonominados dirigentes de la UIA quieren un cambio en la política económica, eso es sencillo de conseguir: Se presentan como candidatos en las elecciones 2015, ganan, y aplican la política económica que les parece.
Pueden recordar la experiencia de los dirigentes ruralistas, que hoy disponen de un caudal electoral masivo, porque tienen gente de mucha capacidad, estadistas como Buzzi, que arrasó con el 0,3 % en las elecciones primarias en Santa Fe, o Etchevehere, que desde la Rural se proyecta como un líder campesino continental.
Y la otra alternativa, si creen que meterese en un proceso electoral les quitaría mucho tiempo, pueden seguir intentanto golpes económicos, corridas cambiarias, amenazas y extorsiones a funcionarios o armar algún grupo de tareas . Si se deciden por esta segunda alternativa, se tendrán que bancar lo que les toque.
El Colo.
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