Por más que uno haga el esfuerzo para no caer en las teorías conspirativas para explicar la realidad, estos tipos no te dejan, porque se la pasan conspirando; y no descansan. Ya lo decíamos acá hace poco comentando a Morales Solá: no les preocupa el fraude, les preocupa pudrirla, y mal.
Pasándose a nado la voluntad popular de un millón de tucumanos, unos jueces impresentables -e incompetentes- deciden por sí y ante sí que la elección no vale (porque no les gustó el resultado), y hay que votar de nuevo. Y a ver si aprenden como se hace, negros cabeza manipulados por el populismo.
"Histórico" dice la tapa de Clarín, y en un punto es cierto: salvo que algún memorioso recuerde otro dato más cercano, hay que remontarse al triunfo de Framini en la provincia de Buenos Aires en 1962 para recordar otro caso en que se anulara una elección entera, de la magnitud de una provincia que renovaba todas sus autoridades.
En aquél entonces, porque el peronismo proscripto había burlado el "cepo" político impuesto por estos mismos que ahora se rasgan las vestiduras reclamando por el presunto fraude, y se imponía en la provincia más grande del país.
53 años después, vuelven a anular una elección que también ganó el peronismo, y nada menos que un 16 de septiembre: cuesta creer que sea casual, y no estén en realidad mandando un mensaje, de cara a lo que viene en el Chaco el domingo, y en todo el país el 25 de octubre: ojo como votan, porque si no nos gusta, les podemos aplicar un "correctivo".
Tanto como cuesta creer que sea casual la mención de los camaristas tucumanos en su fallo como probanza del fraude, a las denuncias del programa de Lanata: tal como lo señala acá Aldo Jarma en su blog, en el caso tucumano afloró a plena luz del día la alianza de medios, políticos opositores, agrogarcas y jueces conservadores; refractarios a todo lo que huela a peronismo y aledaños.
Ronda todo esto la meneada cuestión del "clientelismo", que rezuma por donde se lo vea clasismo, estigmatización de los sectores populares, reclamo velado de voto calificado o censitario y padrinazgo ideológico del dilema sarmiento de "civilización y barbarie": del baúl de los argumentos del debate político, sin dudas han echado mano a los peores.
Y una cuestión -la del famoso "clientelismo"- absolutamente incomprobable en términos jurídicos, con el grado de certeza plena que requiere un proceso judicial, nada menos que para fulminar con nulidad una elección, por fraudulenta.
¿O acaso alguien puede explicar como se comprueba que una determinada persona pensaba votar por el candidato "A" pero en realidad" lo hizo por el "B", porque éste último le entregó dinero, un bolsón de comida o lo amenazó con "quitarle un plan social"?
Aunque el sujeto "clientelizado" en cuestión se presentara y declarara ante un juez que eso pasó, ¿como identificar su voto dentro de la urna, no es acaso para eso que el voto es secreto desde 1912?
Ayer festejaron el fallo en la plaza Independencia en Tucumán con un tractorazo de la Sociedad Rural, activa promotora del golpe institucional, acorde a su nefasta trayectoria histórica: ¿por qué tenemos que creer que la gente humilde vota como le indica el puntero, y no como le manda el patrón?
El razonamiento que subyace a todo esto es tan absurdo, que no hay otra conclusión posible: nos quieren tomar por pelotudos.
Hace poco menos de un mes Baleno señalaba en ésta entrada el despliegue de las diferentes etapas de lo que se llaman los "golpes blandos", que se vienen dando de un tiempo a ésta parte en toda la región: causa escalofrío ver como esta entente de medios, jueces y políticos opositores parece dispuesta a seguir a pie juntillas el manual.
Antes del fallo de ayer y a propósito de la absurda cautelar de estos mismos jueces que ahora ordenaron anular la elección y volver a votar, decíamos nosotros que el activismo político del partido judicial había ido escalando: "...desde el cuestionamiento a decisiones puntuales del Poder Ejecutivo o el Congreso (la famosa "justicia cautelar", que ha vuelto a funcionar en el caso tucumano), para ir contra el corazón mismo del sistema democrático: las elecciones y sus resultados.
Y no precisamente en éste caso para aventar el fraude, sino tomando partido abiertamente en la disputa política; poniendo -como se dijo- en riesgo a las instituciones. Pareciera que los jueces tucumanos quisieran seguir agregando nafta a un fuego que empezaba a menguar, para generar una situación de conflicto institucional, político y social de imprevisibles derivaciones."
Hoy con el fallo a la vista y la perentoriedad de los plazos procesales -debería resolverse el entuerto antes del 29 de octubre, fecha de asunción de las nuevas autoridades electas- el riesgo es cierto, concreto y grave: quieren forzar una situación de caos intitucional que obligue al gobierno nacional a intervenir la provincia y pagar el costo político por hacerlo; o que ponga en las manos de Lorenzetti y los cortesanos nacionales la llave para resolver la cuestión.
Y hablando de ellos, tal como lo señala el mismo Jarma y amplía acá Oscar Cuervo en su blog, cuesta creer que los insólitos jueces tucumanos no hayan tenido al menos un guiño desde lo más alto del partido judicial para fallar como fallaron, sabiendo las consecuencias que su fallo provocaba.
Entre ellas, la intervención -más tarde o más temprano- de una Corte reducida a su mínima expresión de funcionamiento, con un juez senil renunciado justo ahora, cuando nadie lo esperaba y él mismo se había resistido públicamente a hacerlo hasta hace pocos días. Otro hecho que -en éste contexto- cuesta creer que sea casual.
¿Será la firma con "la mano muerta" en un fallo sobre la elección tucumana el postrer servicio del doctor Fayt a la causa de la república y las instituciones, sabedor además que su desvinculación del cargo por habérsele aceptado la renuncia lo pone a salvo de cualquier responsabilidad ulterior?
La gravedad del caso tucumano viene dada porque además de las consecuencias institucionales ya preocupantes que tiene en la provincia, se trata de un gigantesco globo de ensayo para las elecciones nacionales de octubre; y ha quedado revelado que el mecanismo está bien aceitado: medios que ponen todos sus fierros a disposición, jueces inescrupulosos prestos a meter cuchara en la disputa política y -acaso esto sea lo peor- una oposición impresentable que sacó definitivamente los pies del plato democrático; y que por eso no merece el más mínimo respeto.
La política y las elecciones, y -yendo más allá- todas las cuestiones pendientes en el país son algo demasiado serio como para discutirlo con gente que ha demostrado que no es capaz de respetar el principio elemental de la democracia, que es el respeto de la voluntad popular.
4 comentarios:
"Ahora bien, no puede dejar de reconocerse que la relación entre “punteros políticos” y “población desprotegida”, en muchos casos, responde a un sistema de subsistencia alimentaria que resulta difícil cuestionar desde el discurso jurídico frente a la situación de extrema vulnerabilidad y profunda pobreza como la que, es notorio, padece un amplio sector de nuestra sociedad. Empero,ello no obsta a concluir con acierto que las prácticas clientelares conspiran precisamente contra la expresión de libre voluntad que constituye un presupuesto indispensable del ejercicio del sufragio".
Esta parte del fallo, me hizo acordar a la letra del Indio de "Ciudad Baigón"
"Y LOS NOTABLES DICEN QUE ENVIDIAN A LA GENTE COMÚN COMO VOS,
Y SE LA PASAN TRATANDO DE CAGAR LA HORMA DEL QUESO VIEJO."
Es extraordinario como a la vez se le da la razón (intelectual) al kirchnerismo, y a la vez ponéserla con una declaración absolutamente política.
Notable.
Blando?? Yo la tengo bien dura.
El párrafo que pone Facundo como del fallo de Tucumán, está calcado de este:
Fallo del 10-11-05 de la Cámara Nacional Electoral en la causa: "Hectór T. Polino y otros por la Lista N º 1"Conducción Socialista" del Partido Socialista distrito Cap.Fed.. s/queja" (Expte. N° 4058/05 CNE) Capital Federal, fallo Nº 3605/2005
Googleado en el sitio de estos comuñes: http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=354
Mire que alguien se la puede cortar, Almirante...
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