LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 30 de octubre de 2015

LA POLÍTICA DE LAS PARALELAS


Volvió Cristina y habló por primera vez tras las elecciones, pero sin cadena nacional. O en todo caso, con la cadena nacional de los mismos medios privados que se quejan de la oficial, pero ayer (con TN a la cabeza) siguieron todos los discursos -hasta los de los patios para los militantes-, acaso tributando a la doctrina Samid; según la cual cada vez que habla, el FPV pierde votos.

Un rato antes Scioli se mostraba en Tucumán con los gobernadores del FPV, pero sin Urtubey (el más cuestionado hacia adentro en la campaña por sus declaraciones sobre el arreglo con los fondos buitres) y con Aníbal, Wado De Pedro y Zannini.

Puestas en escena que indican que la campaña seguirá como nació la candidatura de Scioli: como el reconocimiento de que se necesitaban mutuamente. Cristina a Scioli para darle encarnadura electoral a la continuidad del proyecto (por su imposibilidad de presentarse, y por la falta de competitividad de otros candidatos en danza); y Scioli a Cristina como quien gestiona el gobierno durante todo el trayecto de la campaña electoral (incidiendo por ende en sus posibilidades concretas), y lidera el espacio político del oficialismo.

También la sobreimpresión de los dos actos de ayer deja claro -por si hiciera falta- que no son lo mismo ni son iguales, pero eso no obsta para que cada uno puede aportar lo suyo al objetivo político de ganar la elección: un reflejo actual y de cara al balotaje de lo que ha sido la diversidad del dispositivo político y la coalición social que sustenta al oficialismo desde el 25 de mayo del 2003.

Cristina le habló ayer a la militancia y al núcleo duro, pero no sólo  a ellos: de hecho, hizo reiteradas apelaciones al conjunto de los votantes para sopesar las razones que definan su opción en la futura elección.

Cuando Fantino le decía anoche a Scioli que no lo había nombrado en su discurso (el aspecto que se ocupa de puntualizar Clarín desde su tapa de hoy), la respuesta del candidato no pudo ser más precisa, cuando dijo textualmente: "Hizo algo mucho más importante, que es convocar a la militancia a trabajar casa por casa para convencer a la gente de que me vote".

Con lo que queda claro que los roles están perfectamente repartidos entre ambos, y el de Cristina es el mismo que jugó Lula en Brasil en la campaña de Dilma: se terminó el momento de las discusiones internas y los pases de facturas; con palazo incluido a "los mediocres que hacen críticas pero no aportan votos". Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

El caso del 82 % móvil para los jubilados (lo que planteó realmente Scioli fue ese porcentaje del salario mínimo vital y móvil para los jubilados que cobran la mínima) que algunos ponen como ejemplo de enfrentamiento o incoherencia, demuestra los diferentes roles que cada uno juega, y los distintos momentos en los que los tienen o tuvieron que jugar.

Cuando Cristina vetó la medida en el 2010 gobernaba con un Congreso controlado por la oposición; que tras las elecciones legislativas del 2009 trataba desde allí de condicionar al gobierno e imponerle su agenda; que incluía no tanto mejorar la situación de los jubilados, como torpedear la gestión. 

Reafirmar ayer ese veto tiene que ver no con un capricho ni con el anuncio de Scioli, sino con reafirmar la coherencia entre lo que se dijo y lo que se hizo, sin negar el propio pasado ("somos lo que somos", decía ayer Cristina); y apunta a desenmascarar -por contraste- la "política sin pasado" de Macri; que puede decir hoy que apoya todo lo que hasta ayer combatió, sin que se le mueva un pelo.

Scioli tiene otro rol, en otro momento y con otras exigencias: es el candidato que va a disputar un balotaje y tiene que convencer a los indecisos, a los que votaron en blanco y a los que optaron por otros candidatos.

Y para eso tiene que demostrar que si la gente demanda cambios, él está dispuesto a hacerlos; del mismo modo que -por ejemplo- Diego Bossio estaba en el 2010 -como ahora- al frente de la ANSES y tuvo que aportar los elementos técnicos para demostrar que el 82 % móvil para todos los jubilados era inviable porque quebraba al sistema previsional; y hoy forma parte de los equipos de Scioli, y debe buscarle sustento técnico y conceptual a los anuncios que vaya haciendo el candidato. 

La credibilidad de las propuestas debe ser valorada -como no puede ser de otro modo- por los votantes; y está por discutirse entonces su eficacia en términos electorales, algo que no se puede vislumbrar hoy. 

Lo que está claro es para ganar las elecciones ni todas las cosas pueden seguir igual a como están hoy sin que los electores vislumbren cambios a futuro, ni -como dijo Cristina- puede tirarse por la borda todo lo conseguido en estos años: la gente no está pidiendo tanto, ni tan poco; y hay que tener mucha sintonía fina para saberlo interpretar correctamente.

Pero lo más importante de todo es aquéllo en lo que los dos (Cristina y Scioli) estuvieron absolutamente de acuerdo: la estrategia correcta para encarar el balotaje es la de polarizar la campaña haciendo foco en la confrontación de modelos; sea que se la exprese en retrospectiva (como hizo ayer Cristina) o en términos de opción a futuro, como lo viene haciendo Scioli. 

Y no podemos terminar la reflexión sin destacar el palazo de Cristina a una oposición que sigue flojita de papeles democráticos, y pasó de la denuncia de fraude en la previa, al festejo por los resultados después; sin ningún atisbo de autocrítica en el medio.

Por el contrario, mientras Cristina felicitaba a María Eugenia Vidal por el triunfo en Buenos Aires, De Angelis había reconocido apenas unas pocas horas antes su derrota en Entre Ríos tras denunciar fraude (pese a que Macri ganó en la provincia); y Costa en Santa Cruz no ha admitido aun la victoria de Alicia Kirchner en la pelea por la gobernación.

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