Como todo régimen con pretensiones de hegemonía duradera y permanente que se precie, el gobierno de Macri se dio desde el principio de su mandato a la tarea de "construir su propia oposición"; buscando por supuesto la más conveniente a sus fines. Y construir también -como no- "enemigos" que sirvan para agitar como espantajos en el momento oportuno; como está sucediendo ahora con los mapuches, desempolvando si es necesario la vieja doctrina de la seguridad nacional.
Cuando de lo que se trata -como en este caso- de impulsar profundas reestructuraciones económicas y sociales que se sabe provocarán resistencia y generarán tensiones, nada mejor que "gestionarlas" encapsulándolas entre aquellas que serán "toleradas" porque vienen de "opositores razonables", y las que serán duramente reprimidas o perseguidas, porque provienen de aquellos a los que se quiere "fuera del sistema".
Nada más conveniente para la estabilidad de un régimen cuya costra democrática es de tan poco espesor, que ni siquiera se banca la protesta de unos cuantos hippies con OSDE en la cumbre del G20, y les niega las acreditaciones.
Nada más conveniente para la estabilidad de un régimen cuya costra democrática es de tan poco espesor, que ni siquiera se banca la protesta de unos cuantos hippies con OSDE en la cumbre del G20, y les niega las acreditaciones.
Tras haber presentado a Massa en Davos como el futuro líder del peronismo (provocando así el principio del fin de su ciclo político), Macri se decepcionó de las contorsiones del tigrense (en realidad, los cambios en el tarifario de sus apoyos, más que otra cosa), y pasó a buscar lo mismo en el peronismo "razonable" con responsabilidades institucionales: los gobernadores (con punta en Urtubey y Schiaretti), Pichetto, la dirigencia de la CGT y últimamente en su viaje a EEUU "Sanguchito" Bossio; llamado en teoría a coordinar un grupo de diputados que responda a las órdenes de los gobernadores, que sería crucial para que pasen sus proyectos por el Congreso.
Mientras tanto y conforme crece la "oposición social" por debajo y a los costados del triunvirato de la CGT (la marcha del miércoles pasado al Congreso fue una buena muestra de ello) y Cristina vuelve al Congreso, el gobierno opera en dos planos para tener la suya propia: por un lado deslegitima la movilización "por kirchnerista" (se sabe: es la oposición cuyo único destino es la cárcel, bajo los carpetazos de Comodoro Py), y se sorprende de que el moyanismo haya confluido en la misma protesta.
Curioso (¿o no tanto?): esa pintura de la protesta que hizo Marcos Peña es casi exactamente igual a la que ayer mismo hizo Felipe Solá, en un reportaje radial.
Y por el otro lado, puesto en la tarea de demostrar que existen "otras voces" que la oficial, pero que no son los K ni Moyano (a los que les está dispensando por estas horas su buena dosis de carpetazos, por si los mensajes no han sido claros), aparecen como anillo al dedo el "periodismo crítico" presuntamente ecuánime y objetivo de Corea del Medio estilo Tenenbaum; y la "oposición interna" que encarna Carrió y sus Playmobil del comité de la Coalición Cívica.
Y entonces Tenenbaum -que viene apelando a la reacción de "los sectores democráticos de Cambiemos" ante los exabruptos procesistas de Bullrich y Michetti, ignorante de que los Reyes Magos son los padres- aparece nada menos que en la mesa de Mirtha Legrand; para (supuestamente) "cantarle las cuarenta" en la cara a la vicepresidenta.
Acaso conciente del daño inflingido (auto inflingido por la inmensa precariedad intelectual de Michetti, en realidad), se pasa todo el resto del fin de semana poco menos que pidiendo disculpas por su agudeza, y cubriendo con el manto del "sano debate democrático" lo que fue una bochornosa justificación de un asesinato a quemarropa por la espalda, de alguien por un integrante de las fuerzas de seguridad del Estado. Puesto a elegir entre Rafael Nahuel y Michetti, Ernestino comprendió en unas pocas horas que la más débil era la vicepresidenta, y se puso de su lado.
Ese es "el periodismo que le gusta a la gente"; no tipos molestos como Navarro, Víctor Hugo o el "Perro" Verbitsky, que insisten en meter las narices donde no deben y decir las cosas que deben ser calladas; y por eso se merecen la censura, el despido o los "años sabáticos", a ver si se calman y aprenden.
El recurso no es nuevo: en los 90' y ante el vacío de la política también el periodismo aparecía como la principal cantera proveedora de posibles "héroes civiles" que encarnaran la oposición al menemato, ayudando así a oscurecer y obturar toda posible conformación de una oposición real. Con solo decir que por entonces los ejemplos de "resistencia al sistema" eran Lanata y Pergollini se entenderá de lo que estamos hablando, y la funcionalidad a la que responde ese esquema.
Claro que ese es un riesgo del que nosotros mismos no estamos exentos, cuando colocamos a Verbitsky, Víctor Hugo o Navarro en el lugar que tienen que ocupar dirigentes políticos, sindicales o sociales que nos representen.
Claro que ese es un riesgo del que nosotros mismos no estamos exentos, cuando colocamos a Verbitsky, Víctor Hugo o Navarro en el lugar que tienen que ocupar dirigentes políticos, sindicales o sociales que nos representen.
Pero sigamos con el intento del gobierno de construir su propia oposición: a ese plan obedece también Carrió, con sus arrebatos moralistas y sus "límites morales", que son fronteras móviles: es capaz de tolerar (y peor aun: justificar) muertes por la represión, presos políticos sin condena ni proceso, avasallamientos en público a la justicia, saqueo a los jubilados, recorte de derechos de los trabajadores, tarifazos salvajes y un endeudamiento colosal que nos enfeudará por décadas; pero le molesta que Angelicci y el "Coti" Nosiglia armen una rosca para participar de la conducción de la UCR, partido del cual se fue por voluntad propia hace bastante más de 20 años.
Solo los desforestados mentales que la votan pueden creer en esas pavadas, que al gobierno le sirven para mostrar cierto nivel de "debate interno", y supuestas prácticas de autodepuración intransigentes con la corrupción, aunque sea la propia. Que no haya casos concretos que así lo avalen no es obstáculo para los creyentes de Carrió; porque como es sabido, la fe no necesita de evidencias.
La verdadera oposición a éste gobierno y su nefasto plan es todavía una tarea pendiente de construcción, aunque justamente la marcha del miércoles haya sido un paso en la dirección correcta; empezando a juntar los pedazos dispersos, o que se fracturaron.
Una tarea para nada sencilla por supuesto, pero que debe tener como punto de partida una verdad de Perogrullo: se ha de conformar -justamente- con los que quieran oponerse al gobierno, no con los "dadores voluntarios de gobernabilidad", ni con los que encuentran siempre una excusa para terminar votándole todo a Macri en el Congreso, o siendo funcionales a sus planteos.
No es (o no debiera) ser tan difícil de entender, y no parece que estemos pidiendo algo tan descabellado. Y poco importa si se le han opuesto desde el primer día (como correspondía a la naturaleza del régimen, expuesta desde el momento inicial), o si se han sumado después, "desencantados" por el rumbo de los acontecimientos, o el resultado de los intercambios.
3 comentarios:
Excelente, como siempre
Bueno, ernestino es un muchacho voluntarioso, siempre queriendo hacer un buen papel, así sea expresando esa ridiculez de mal gusto de asociar a la virreina suplente con el verbo "pensar". Sencillamente conmovedor....
Tenembaum. Un pe-lo-tu-do a pedales. Discipulo del gran maestre Majul.
El Colo.
Publicar un comentario