LA FRASE

"ELCOMITÉ DE CRISIS POR LA GUERRA EN MEDIO ORIENTE LO DISOLVÍ AL DÍA SIGUIENTE DE CREARLO PARA QUE VEAN QUE VOY EN SERIO CON LO DE ACHICAR EL ESTADO." (JAVIER MILEI)

sábado, 23 de febrero de 2019

PUEDE FALLAR


A la hora de subir estas líneas estaban cerrando las listas para las PASO provinciales, y salvo algunos detalles menores de último momento, todo parecía estar más o menos cocinado; oportunidad que nos parece propicia para hacer algunas reflexiones antes de que votemos, porque si bien hay que atenerse a los hechos, después, con el diario del lunes con los resultados puestos, somos todos técnicos.

Primero que primer recordar que en política nadie arma para perder, al menos deliberadamente, aunque a veces pareciera que sí: se piensa siempre en ganar, y en la que se supone que es la mejor estrategia para eso. Acá en Santa Fe y hablando estrictamente de elecciones provinciales, se ensayaron todas: interna entre candidatos kirchneristas (2007), interna “competitiva con todos adentro” (2011), lista de unidad con candidatura única a gobernador (2015).

Ahora ensayaremos una interna, sin candidatos kirchneristas a gobernador, y los precedentes citados no condicionan ni determinan para que el final sea el mismo, cantado; pero claro, puede repetirse, está dentro de las posibilidades. Porque lo que resuelve las elecciones (aunque parezca una verdad de Perogrullo) son los votos, no tanto y no solo las estrategias de armado político: es importante conseguir la unidad “por arriba” (de la dirigencia) o “por el medio” (de la militancia encuadrada orgánicamente), pero es decisivo conseguir la unidad “por abajo”: convencer a la mayor cantidad de votantes posibles.

Y para convencer hay que estar convencidos, y a fuer de ser sinceros, si todos los cierres de listas dejan heridos y egos lastimados, en éste caso en particular se percibe desencanto, frustración y hasta bronca en el electorado kirchnerista; que pasó en horas de tener tres candidatos propios a no tener ninguno, y cerrar un acuerdo con Omar Perotti. Digresión: no podés llegar a esa instancia con tres candidatos de un mismo espacio, porque te termina jugando en contra; y no es lo mismo que pretenda ser gobernador alguien que se peló el culo recorriendo la provincia de una punta a la otra (como Busatto), que alguien que apuesta todo a pegar carteles con fotos de Cristina.

Decíamos acá cuando se conoció la decisión de Cristina de ordenar “baños de humildad” a los candidatos kirchneristas, que la definición del apoyo del espacio de Unidad Ciudadana quedaba sujeta a la mayor generosidad de los candidatos que seguían en carrera, a la hora de armar las listas. Y si Perotti fue más generoso que María Eugenia Bielsa, no es culpa de él, sino en todo caso de ella: el grado de apertura en ese sentido revela cuanto les interesa captar el voto kirchnerista, a menos que supongan que lo tienen asegurado en cualquier circunstancia.

De hecho, así pensaba Perotti después de su anterior candidatura a gobernador, pero los efectos de sus posicionamientos en el Senado nacional lo obligaron a recalcular. Resta por ver si él y su estructura política son capaces de tener la misma generosidad, cuando no son sus candidaturas las que están en juego: está fresco todavía el recuerdo del intendente de Rafaela diciendo tras las PASO del 2017 que ganó Agustín Rossi que no haría campaña por él, porque el kirchnerismo era muy mal visto en la ciudad. Ni hablemos de que se espera que devuelva gentilezas cuando se juegue la final (es decir, con Cristina); que es cuando todo esto adquiere sentido.

Y hablando de generosidades: el kirchnerismo mayoritario expresado en Unidad Ciudadana terminó cerrando un acuerdo para apoyar una fórmula compuesta por dos candidatos que perdieron con Agustín Rossi las últimas internas “competitivas” que se dieron en Santa Fe. Omar Perotti (2011) y Alejandra Rodenas (2017). Podrán decirnos cualquier cosa (hasta boludos si quieren), pero sectarios, nunca. Es más: algunos de los que nos pedían “autocrítica”, armaron listas de diputados provinciales aparte, disconformes con los lugares que les hubieran tocado en un acuerdo.

Hablábamos más arriba del “recálculo” de Perotti en su estrategia para captar el voto kirchnerista, que suponía escriturado: en las discusiones por la bajada de los candidatos a gobernador “del palo” se pierde vista un hecho para nosotros trascendental: los armados se terminaron definiendo en Buenos Aires, en el Instituto Patria y con Cristina; que adquiere así en el peronismo de Santa Fe en su conjunto una centralidad mayor incluso que la que tenía cuando estaba en el gobierno.

Lo dicho incluye a los senadores provinciales del PJ, principales cultores de la teoría del “alambrado” que creara Reutemann, y que en el 2017 llevaron una candidata a las PASO para diputados nacionales (Rodenas), que una vez llegada al Congreso armó un monobloque por afuera del FPV-PJ; lo que no significa no reconocer que su desempeño legislativo ha sido hasta acá más que digno, acompañando las posturas del peronismo que confronta con el gobierno de Macri.

Señalamos antes el rol central que le cupo a Cristina en todo el proceso, y al que ejerce el rol de conductor (como indiscutiblemente ella lo ejerce) le asiste el derecho a decidir lo que crea conveniente, lo que lleva implícito el riesgo de equivocarse. El que no entiende eso y acepta las decisiones de la conducción solo cuando las comparte, en realidad no se siente conducido.

Pero ella no puede resolver sola todos los problemas de construcción política que arrastra desde hace tiempo el kirchnerismo santafesino, ni si se le pueden achacar todas las demás decisiones que se toman acá: no es culpa de Cristina si se elige a un candidato a intendente que no puede hablar en campaña del precio del boleto de colectivo, o se defiende de las críticas por su condición de empresario apelando al ejemplo de Macri o Piñera. Así es difícil muchachos, y no hay Cristina que te salve.

Al votante kirchnerista se le presenta una interna del frente armado por el PJ con dos candidatos a gobernador, uno de los cuáles cerró un acuerdo con el kirchnerismo “orgánico”. Supongamos (como pasa y nos pasa) que no le gusta ninguno de los dos, ¿qué va a hacer, votarlo a Bonfatti, o votar en blanco? ¿Qué los diferenciaría del senador Gramajo en el primer caso, o de Nicolás Del Caño en el segundo?. En fin, son reflexiones que se nos ocurren, cada uno hace con su voto lo que le parece, más siendo PASO con el padrón general; que entrañan los riesgos (y desafíos) que expresábamos más arriba.

Porque no nos engañemos: dado el panorama descripto en la interna del PJ, el socialismo  (cuyos legisladores nacionales votaron en contra casi todos los proyectos del gobierno, durante las presidencias de Néstor y Cristina) estará dispuesto con su ambulancia a recoger los heridos, lo mismo que los diferentes microemprendimientos electorales “progres”, como las listas de Del Frade y Giustiniani; que se cuidaron bien de no ser candidatos a gobernador, apostando a lo seguro (conservar sus bancas en la Legislatura): fracasado el intento de atraer a María Eugenia Bielsa a ese juego para colgarse de su candidatura, volvieron a lo de siempre, su alergia a todo lo que signifique el peronismo, en sus distintas versiones.

Tendríamos que aprender del socialismo como resuelven sus entuertos: Lifschitz insistió hasta el absurdo con su intento reeleccionista, Bonfatti se lo torpedeó en la Legislatura, el gobernador amagó con armarle una lista para competir por la candidatura a la Casa Gris para después desensillar, pero le encajó una consulta popular sobre la reforma constitucional, por decreto; como para hacerle ver quien (cree) que tiene los votos. Y se están matando por la lista de diputados provinciales porque Lifschitz le bajó los candidatos a Bonfatti (Galassi y Di Pollina) con el argumento de que si gana la gobernación, los puede poner como ministros.

Sin embargo, ninguno de los dos saca los pies del plato, le imponen condiciones a lo que queda del radicalismo (al resto se lo deglutió Corral, interviniéndolo), y sueñan con repetir un esquema parecido a aquel con el cual se alternaban en el gobierno Reutemann y Obeid en el peronismo durante tantos años. Claro que para eso terminan imitando al PRO lanzando famosos a la política, como Jatón o el “Bichi” Fuertes: ahí no estamos tan seguros de que haya que imitarlos, con la posible excepción de intentar convencerlo alguna vez al “Daddy” Brieva de que sea candidato acá.

Pero si las encuestas son ciertas, la realidad podría ser impiadosa con ellos, y hacerles saber -urnas mediante- que tienen el boleto picado; claro que eso en las presentes circunstancias y con todo lo dicho, depende exclusivamente del peronismo y sus candidatos: desplazar al socialismo del poder para que gane Corral (el representante de Macri en Santa Fe, más genuino incluso que los del PRO, así de garca es) sería salir de la sartén, para caer en las brasas.

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