LA FRASE

"ELCOMITÉ DE CRISIS POR LA GUERRA EN MEDIO ORIENTE LO DISOLVÍ AL DÍA SIGUIENTE DE CREARLO PARA QUE VEAN QUE VOY EN SERIO CON LO DE ACHICAR EL ESTADO." (JAVIER MILEI)

viernes, 26 de noviembre de 2021

LA RESTRICCIÓN INTERNA

 

La economía está creciendo, no hay dudas. Creciendo por encima del rebote desde el piso de la pandemia, y en muchos rubros, incluso por encima de los escuálidos números del macrismo. Algunos rubros en particular, como las exportaciones, se encuentran en los mejores niveles en una década. Y ese crecimiento empieza a ser menos heterógeneo entre los diversos sectores productivos.

Sin embargo, tan cierto como eso es que ese crecimiento no "derrama" en una mejor distribución del ingreso, que se pueda percibir en los bolsillos de los sectores de ingresos fijos como asalariados y jubilados. En éste último caso, la nueva fórmula de ajuste de los haberes haría que a fin de año superen a la inflación esperada para éste año, pero no se recompondrán en relación a lo perdido en los años anteriores. Ni que decir que la inflación sigue en niveles altos, en especial en los alimentos, como se puede comprobar con la escalada por estos días de los precios de la carne, y la discusión abierta al interior del gobierno sobre la conveniencia de aplicar o no retenciones a las exportaciones, comprobado que el cierre o fijación de cupos ha fracasado como estrategia para contener las alzas.  

Frente a esto, no faltan quienes sostienen (Guzmán y Kulfas los primeros) que toda política "expansiva" en materia de gasto público (por ejemplo para compensar la pérdida de poder adquisitivo a los jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales), o de ingresos para el sector privado (vía paritarias) genera tensiones por el lado del dólar, o los equilibrios macroeconómicos. Si la línea argumental guarda semejanza con el ideario neoliberal que asocia el gasto público, las alzas salariales y la emisión con la inflación o las presiones sobre el dólar, no es casualidad: suele haber "ofertismos" de variada gama.

Más serio y cierto es el problema de la restricción externa, que en una estructura productiva extranjerizada como la nuestra determina que una suba en los salarios empuja el consumo, y esto genera un alza en las importaciones, demandando más divisas. El fenómeno ha sido suficientemente explicado, pero no disimula el hecho de que todo proyecto económico, cualquiera sea, necesita estabilizarse logrando consenso político para su implementación, lo cual  -en democracia- supone conseguir los votos de la porción mayoritaria de la sociedad: sería la restricción interna, digamos.    

Y el gobierno del "Frente de Todos" viene de sufrir una derrota -atemperada entre las PASO y las generales, pero derrota al fin- en las elecciones legislativas de éste año, por no haber atendido debidamente éstas cuestiones. El tono del debate interno en torno a la aplicación de retenciones a las exportaciones de carnes -más que la medida en sí, y sus bondades- y la ausencia total de medidas concretas de recomposición de los ingresos populares del 14N para acá, dan cuenta de que, al menos en la línea predominante en las decisiones de la coalición oficialista, se sigue confiando en alguna forma de "derrame" social de los beneficios de la reactivación económica: pues bien señores, si algo diferencia al peronismo de las experiencias neoliberales, es que a ese "derrame" no lo espera, sino que lo provoca.

Precisamente describiendo la situación del primer peronismo -cuando algunas de éstas cuestiones ya se debatían- dice José Pablo Feinmann en "Estudios sobre el peronismo": "El peronismo centró sus principales objetivos en la reforma social: el énfasis puesto en la impulsión de la industria liviana apuntaba también a ese objetivo. Si se hicieron heladeras, por utilizar un ejemplo caro a los desarrollistas, fue porque la población necesitaba heladeras. La crítica que suele hacerse a esta política económica consiste en afirmar que la misma mantenía el signo dependiente de la estructura productiva. Su más correcta y seria formulación aparece en un trabajo de Juan Carlos Torre sobre la economía peronista. Torre comienza por definir al proyecto peronista como un proyecto distributivo: una economía del consumo y no de la producción. Lo dice con todas las letras: un banquete asiático.".

"Si la implantación de la industria pesada tenía como condición, en 1946, el sacrificio de los trabajadores (y realmente así era), entonces tuvo razón Perón en no incluir sus objetivos entre los del Primer Plan Quinquenal. Para Perón se trataba de movilizar, organizar y politizar a la clase obrera, y ésto solo era posible conseguirlo a través de una política de profundo contenido social.".

"Durante el período abarcado por el Primer Plan Quinquenal, lo que se propone la planificación económica peronista, es un objetivo político: movilizar al pueblo. Por eso emprende, ante todo, una reforma social: porque solo es posible movilizar a las mayorías a partir de sus intereses inmediatos. Entonces, antes que exigir el sacrificio popular para implantar la industria pesada, y antes que hacer una reforma agraria de acuerdo con la dogmática stalinista, se prefirió movilizar y organizar al pueblo mediante el cumplimiento de sus necesidades postergadas,...".

Traspolando las diferencias de circunstancias entre aquella época y hoy, el dilema sustancial sigue siendo el mismo, porque como entonces -cuando Perón llegó al gobierno- hay derechos desconocidos, consumos deprimidos, salarios que pierden frente a la inflación y trabajadores que ven disminuida su participación en los beneficios de la renta nacional.

Así como quedó demostrado -este mismo año- que no se ganan elecciones simplemente vacunando y diciéndole a la gente que el macrismo fue horrible, pensando en las presidenciales del 2023, tampoco se ganan exhibiendo cifras consistentes de la macroeconomía, ni se entusiasma a nadie con el récord de exportaciones, o el superávit comercial: imaginémonos, en dos años, haciendo campaña con eso como bandera. 

El experimento de conseguir esos logros a costa del retraso salarial, o la postergación de los reclamos legítimos de recomposición de ingresos en aras de un desarrollo futuro (otra vez: si suena parecido al discurso neoliberal, en términos políticos, es porque lo es) podrá servirle en un futuro a Kulfas para escribir otro libro sobre la economía en los gobiernos kirchneristas, diciendo que logró demostrar su punto. Pero no para mucho más, y ciertamente nunca para ganar una elección.

4 comentarios:

canalla dijo...

Muy buen análisis. Serio y con sentido histórico. Si hubo políticos que se alinearon en contra de los cupos cárneos (no el inmundo gorilaje, obvio, sino gobernadores diz que peronistas) es de esperar que cualquier aumento de retenciones a las exportaciones, por ejemplo, los encuentre alineados en contra de políticas y funcionarios como Feletti, por ejemplo, por aquello de la moderación, del electorado gringo de la pampa húmeda, etc. etc. (remember Vicentín, por ejemplo). Ya pasó la interna en Santa Fe y habiendo votado a Rossi obviamente, voté la lista, digamos, peronista. Esperemos: decía Quevedo que el tiempo es el único enemigo que mata huyendo y el General que su solo transcurso acomodaba la carga. Ya se verán los futuros alineamientos, pero, lamentablemente, aparecen indicios de políticos santafesinos (Mirabella, para ser precisos) que ha dicho que Nación no puede condicionar a la provincia en algunos temas. Hasta los neo peronistas y los vandoristas tenían un poco más de color nuestro.


La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Variaciones sobre un mismo tema. El de siempre.

Anónimo dijo...

Si entre Kulfas y Feletti elegís a Kulfas, en tres meses tenés el kilo de carne a $2.000 y el kilo de pan a $400.
El Colo.

Anónimo dijo...

Que cagada que nadie les aviso hace 1 año que había que gestionar los dólares... Ah, no.. para...