Tiempo atrás se desató la polémica en la CABA por un "manual de censura" del gobierno del PRO, por el cual se instruía a los docentes a abstenerse de emitir opiniones propias (en especial de índole política) o abordar en clase con los alumnos ciertos temas "conflictivos", como la identidad de género.
El hecho no es nuevo: recordemos como en tiempos del gobierno de Vidal en la provincia de Buenos Aires se habilitó una línea de denuncias por "intentos de adoctrinamiento en las escuelas", y el actual gobierno nacional está convencido que en las universidades pasa lo mismo: se adoctrina a los estudiantes con ideas de izquierda. Como bien dice Cristina, si eso fuera cierto -o el adoctrinamiento hubiera tenido éxito-, él jamás hubiera llegado a ser presidente. Ni hablemos del vergonzoso video oficial conocido en Día de la Memoria para -supuestamente- fomentar "la memoria completa" sobre los crímenes de la dictadura.
El propósito de todas estas paparruchadas es otro: amedrentar para desalentar toda forma de debate o construcción de un pensamiento social crítico, y sobre todo, alimentar a su audiencia cautiva sosteniendo firmes sus prejuicios, con los que esperan conservar su adhesión electoral más allá de los pobres resultados de la gestión de gobierno.
Lo cierto es que al mismo tiempo Milei y LLA son el resultado de mucho más que la frustración democrática, como se ha señalado: son también el canal de expresión política de gente que no sabe muy bien de que se trata, pero quieren soluciones, y las quieren ya.
Adultos que se comportan como niños, negándose a tratar de entender -o a que les expliquen- como funcionan las cosas, o por qué pasan; lo cual si no puede anotarse del todo como una carencia de su formación educativa, bien podría ser materia de una futura reforma en ese campo.
Una reforma pluralista, pensada convocando a los que saben como diseñar las estrategias didácticas y pedagógicas más adecuadas, sin connotaciones partidistas pero tratando de incorporar en las currículas nociones básicas sobre determinadas cuestiones, para formar ciudadanos conscientes de como funciona realmente el mundo en el que viven, de sus propias decisiones, y del efecto que tienen.
Que la escuela (en general, en los distintos niveles y de acuerdo a la capacidad madurativa de los alumnos) ayude a comprender como funcionan la economía en general: la producción, el empleo, las finanzas, el comercio interior y exterior, el sistema previsional, su financiación, las alternativas para gestionarlo o el mercado del trabajo.
Y lo mismo con otras cuestiones como los impuestos y su finalidad, el gasto público, las funciones del Estado, el presupuesto público; o el mundo del trabajo, los derechos laborales, la huelga, el sindicalismo, la plusvalía, la organización de los medios de producción, las empresas, y los fenómenos mundiales como la globalización, las relaciones entre los países y el rol de los organismos internacionales.
Temas se podrían sugerir muchos, a nosotros se nos ocurren la industria, la ciencia, la investigación, el desarrollo tecnológico, la justicia, los tribunales, sus procedimientos, el derecho penal, el delito y su castigo.
Tuit relacionado:
Es imposible hacer un país medianamente normal con un gran porcentaje de su población que, en términos políticos, económicos y sociales desconoce o directamente niega que el agua moja o la tierra es esférica. Es muy difícil.
— La Corriente K (@lacorrientek) February 25, 2025
1 comentario:
Educación formal pero vacía. El objetivo es graduar alumnos ignorantes, promoviendo el culto del pensamiento mágico. Un modelo anticientífico.
La derecha le tiene alergia ( y miedo) a la educaciòn.
El Colo.
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