LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 2 de agosto de 2011

MISMOS PROBLEMAS, DIFERENTES SOLUCIONES


Hoy es el "Día D" para determinar si los Estados Unidos entran o no en default de su deuda, y en las últimas horas se conocieron los acuerdos contra reloj realizados en el Congreso entre republicanos y demócratas para salir del paso. 

Acuerdos que involucran la asunción total por parte de Obama del programa económico de los republicanos: ajuste fiscal, extensivo a programas sociales como el seguro social y el Medicare (programa de cobertura pública de salud) y mantener las exenciones impositivas a los más ricos. 

Y no es que el morocho se hubiese propuesto instaurar la revolución socialista ni nada parecido, todo lo contrario: desde que estalló la crisis financiera viene produciendo uno tras otro programas de rescate del sector financiero, inyectándoles a los bancos ingentes cantidades de plata en la creencia que -de ese modo- estos volverían a facilitar créditos, y la rueda de la economía se pondría en marcha de nuevo.

Aquí nada menos que en La Nación Paul Krugmann analiza con crudeza las decisiones tomadas por Obama y sus efectos futuros sobre la economía norteamericana, con una pintura que nos recuerda a nuestra propia experiencia con el derrumbe de la Convertibilidad y la crisis del 2001.

El Premio Nobel de Economía explica en lo que es su metier profesional los efectos nefastos del ajuste que votará el Congreso norteamericano, pero se detiene en un punto: la capitulación política de Obama frente a las demandas y la presión de los halcones republicanos del Tea Party, el ala más recalcitrante de la derecha conservadora yanqui.

Y donde lo deja Krugmann al tema, lo queremos retomar nosotros, para reflexionar sobre lo que pasó en la Argentina cuando la crisis internacional comenzó a golpear.

El gobierno venía de la derrota en el conflicto con las patronales del campo, y reaccionó yendo por mas: se sancionó la ley de movilidad de los haberes jubilatorios, se estatizaron los fondos de jubilación y pensión, se mantuvieron los programas sociales y la inversión pública en obras de infraestructura y no se suspendieron las paritarias.

Cuando el kirchnerismo perdió las elecciones legislativas de junio del 2009 quedó en minoría en ambas Cámaras del Congreso (como hoy le sucede a Obama en la Cámara de Representantes), y el hoy extinto Grupo A tomó por asalto las comisiones y pretendió instaurar un gobierno parlamentario e imponer su propio programa económico; como ahora hacen los republicanos del Tea Party: reemplacen exenciones impositivas para los ricos en EEUU, por eliminación de las retenciones acá; y verán el paralelismo entre ambas situaciones.

Donde el paralelismo se rompe es en las respuestas de Cristina y de Obama para lidiar con los problemas: lejos de capitular ante las presiones, la presidenta impuso la Asignación Universal y envió al Congreso la ley de medios, y comenzó a utilizar todos los recursos públicos disponibles para apuntalar políticas contracíclicas que permitieran mantener el empleo y los salarios de los argentinos.

Cuando estatizó las AFJP se opusieron, cuando utilizó los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad para otorgar créditos a las empresas (como acá en Santa Fe a General Motors) para que mantuvieran puestos de trabajo se opusieron, cuando decidió utilizar las reservas del Banco Central (que su gobierno y el de Néstor Kirchner acumularon durante años, con políticas a las que también se opusieron en su momento) para cancelar vencimientos de la deuda externa, se opusieron.

Querían que la deuda se pagase con los recursos del Presupuesto, provocando un ajuste fiscal que se iba a sentir en los programas sociales y en la inversión pública, que ha sido desde el 2003 uno de los pilares del crecimiento.

Al revés que Obama, Cristina no cedió nunca a las presiones, y los resultados están a la vista: el país capeó el temporal casi sin sentirlo, y retomó rápidamente la senda del crecimiento a tasas chinas.

Cuando se acercan las elecciones del 14 de agosto, y vuelven a la palestra tristes personajes como Duhalde que sacan chapa de estadistas y pilotos de tormentas, lo que está pasando en la primera potencia del mundo es una lección clarísima para ayudarnos a entender -junto a un millón de razones más- porque hay que votar a Cristina. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que artículo, papá!.
Es para Magnetto que lee por internet (Vaso)

Anónimo dijo...

Dejen de dar ideas, a ver si al morocho se le ocurre llevársela a Cristina de asesora y acà quedamos en pelotas.
El Colo