¿Quién está más desesperado por la reelección, Cristina o los opositores que hablan todo el tiempo del tema, y lo han convertido en su bandera unificadora?
Que para el oficialismo sea un problema que Cristina no pueda ser reelecta implica solo una cosa: que sigue siendo por lejos la mejor candidata.
Pero lo que no se entiende es que tendría que ver su reelección con que no haya referentes en la oposición: si son todos unos nabos (al menos eso se infiere de los dichos de Barletta), cualquier kirchnerista podría ganarles perfectamente.
Como tampoco se entiende tanto lío con la reelección si (como dice acá el propio Barletta) el gobierno es un desastre, la imagen de Cristina y su gestión se caen a pedazos: por el contraruio, siguiendo su propio razonamiento, lo mejor que le podría pasar a la oposición es que Cristina compitiera otra vez por la presidencia en el 2015.
Y queda muy en claro que los que están verdaderamente obsesionados con el tema son (entre otros) los radicales, porque además Barletta no es el único radical en hablar del asunto, como pueden ver acá:
La Unión Democrática de 1945 también se armó con la excusa de la defensa de la Constitución, de hecho el 19 de septiembre de ese año marcharon por Buenos Aires en la "Marcha de la Constitución y la Libertad", para después terminar confluyendo un amontonamiento electoral que trató -por suerte en vano- de cerrarle el paso al triunfo de Perón.
Ricardito (el hijo bobo de la democracia) toma nota de las palabras de Cristina en Harvard cuando el estudiante PRO le preguntó, y el asunto es muy claro: no se trata de que el gobierno o ella misma quieran la reelección, sino de que puedan.
Y para eso se necesita reformar la Constitución, lo que requiere de dos tercios de los votos en el Congreso, y eso (como quedó demostrado en el caso Reposo) no es posible sin un acuerdo del kirchnerismo con al menos una parte de la oposición.
Cosa que -si nos atenemos a lo que ellos mismos dicen- no es posible porque no están dispuestos.
Es decir que todo el barullo en torno al tema parece más dirigido a intentar capitalizar parte del voto cacerolero, que a frenar una iniciativa política que -hoy por hoy- no está planteada concretamente.
O quizás a cerrar filas internamente, como para que a ningún radical suelto se le ocurra plantear hacia el interior del partido negociar con el kirchnerismo la reforma a cambio de algo, o hacerlo por su cuenta cortándose solo.
Como Alfonsín padre con Menem en 1993, en el Pacto de Olivos, sin ir más lejos.
Justo la transa en la que los radicales consiguieron el invento del tercer senador por la minoría de cada provincia como un conchabo para los candidatos a gobernadores perdedores sempiternos en sus provincias (como Gerardo Morales), y que hoy les da la llave para frenar la reforma, porque el año que viene se renuevan un tercio de la bancas, justo las que se eligieron en el 2007; cuando el primer triunfo rotundo de Cristina.
Quizás Ricardito o Barletta tengan miedo que el gobierno encare alguna negociación con algún incentivo similar, ante el cual tanto apego a la república y las instituciones decaiga, o quizás -simplemente- tienen miedo que, si hay una reforma que posibilite otro mandato de Cristina, les vuelva a pasar el trapo en las urnas (aunque digan todo lo contrario).
De no ser cualquiera de esas cosas, no se entiende bien porque los radicales están más desesperados que ella porque haya o no reelección.
2 comentarios:
Una corrección filiatoria: Ricardito es el hermano bobo de la democracia. Saludos.
El simio enano, de uñas largas y ladrón, es coherente con su pensamiento porque días atrás dijo que la Tupac es un grupo armado que actuaría como fuerza de choque del Gobierno Nacional. Ahora junto con canaleta Sanz, Morales y otros iguales, salen a respaldar a los caceroleros uniformados.
Nunca van a investigar como apareció este farsante en la vida política santafesina?. De la mano de qué rector UNL vino y se asoció con el grorilaje santafesino.
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