RENUNCIAS Y RENUNCIAMIENTOS

A propósito de la renuncia de María Eugenia Bielsa a su banca de diputada provincial, desde la Corriente Kirchnerista de Santa Fe queremos compartir con los lectores de Nestornautas algunas reflexiones.

En nuestra opinión, resulta imprescindible que el peronismo de Santa Fe se dé, de una buena vez por todas, el verdadero debate ideológico y político que hace mucho tiempo se debe, para definir que proyecto político encarna, a quien quiere representar y -sobre todo- con quiénes no rehúye confrontar, si es necesario.

Eso exige terminar con la teoría (originada en Reutemann) de "alambrar" la provincia como si fuera un partidito provincial; y alinearse definidamente y en serio, en los hechos, con el gobierno nacional y con la conducción de Cristina. 

El país está gobernado por un gobierno peronista, y Cristina (que tiene el 54 % de los votos) conduce en los hechos al PJ nacional, pero en el único lugar donde parece que no se enteraron es en Santa Fe, donde muchos -incluso algunos que se dicen kirchneristas- siguen añorando los tiermpos del peronismo disidente o federal; o la campera roja de Reutemann.

Parte (y muy importante) del alineamiento con el gobierno nacional y con Cristina, es bancarlo  y bancarla ante las críticas, los ataques y las mentiras del socialismo y de todo el Frente Progresista, con argumentos y dando la cara, poniendo el cuerpo sin dejarles pasar una; porque ellos (sobre todo Binner) han decidido que, ni aun aportando desde el FPV a la gobernabilidad de la provincia, se sienten obligados a dar reciprocidad en el Congreso nacional, sino todo lo contrario.

Y otra parte (no menos importante) es que la dirigencia peronista de Santa Fe que dice encuadrarse detrás del liderazgo de Cristina, haga explícito que se hace cargo de compartir las decisiones estratégicas del gobierno, y las que con mayor potencia simbólica y real expresan su rumbo: las retenciones, la expropiación de YPF, la ley de medios, el control de cambios y el cerrojo a la fuga de capitales, los controles de precios, la política previsional centrada en ampliar la tasa de cobertura del sistema; y podríamos seguir enumerando, porque respecto de muchas de ellas, ante la crítica opositora lo que abunda es el silencio del peronismo santafesino.

Hasta el 2015 y por decisión de la gente, el PJ es oposición en Santa Fe, y tiene que serlo en serio: sin petardismos y sin sabotear al gobierno provincial (como no nos gusta que lo haga la oposición en la Nación con Cristina), pero con firmeza, con convicciones y -sobre todo- con ideas claras, sin agarrarse de cualquier cosa; menos que menos cuando la mediocridad de la gestión del gobierno de Bonfatti -en todas y cada una de sus áreas- da más que sobrados argumentos para la crítica.

Y esas ideas claras tienen que ver absolutamente con el debate pendiente y el proyecto a futuro del que se habla más arriba.

Y si hay acuerdos espúreos (algo que nosotros hemos señalado en reiteradas oportunidades, sin que nadie recogiera el guante), no hay que perder de vista que los acuerdos se construyen con al menos dos partes: no demos pasto a las fieras por exceso de vedettismos personales, para que después desde el oficialismo provincial salgan a predicar moral con la bragueta abierta.

Si hay dirigentes peronistas que cobran de la Fapnelco, es porque hay una chequera del socialismo que paga; mientras Binner nos corre con el honestómetro.

En las elecciones nacionales de éste año se juega buena parte del destino del proyecto político comenzado por Néstor en el 2003, y en función de esa importancia deben definirse las estrategias, los candidatos y los mecanismos de trabajo en la acción electoral. Incluso no hay que tener vergüenza en plantear que, si el pueblo acompaña con su voto y existe la posibilidad, se planteará la reforma constitucional para que Cristina pueda optar por otro mandato; así como -en cualquier caso- un triunfo electoral la fortalecerá para poder tener incidencia en su sucesión, y en la continuidad del proyecto.

Los dirigentes del peronismo kirchnerista en Santa Fe deben aprender que ninguno (recalcamos: ninguno) está por encima del proyecto colectivo, y que los trapos sucios se lavan en casa. 

Las aspiraciones individuales que cada uno tenga (por ejemplo respecto a la lista de diputados nacionales) deben deponerse en beneficio del objetivo primario de estas elecciones, que es ganar la mayor cantidad de diputados posibles, que vayan al Congreso a respaldar a Cristina y al gobierno nacional; aspecto que es fundamental: no sirve ganar para amontonar diputados de lealtad dudosa cuando se sientan en la banca.

Y si alguno no lo entiende, o no acepta la conducción de Cristina (que implica por ejemplo que pueda decidir a dedo, como en el 2011, la lista de diputados nacionales), tiene abierto el camino de las PASO para plantear sus disidencias (políticas, ideológicas, no de vedettismos personales); y que sea el pueblo el que decida. 

Pero en el camino que observe que -por ejemplo- Binner y Barletta (que se detestan, y compiten para el 2015) se sientan a tomar un café para la foto, y armarán una lista única (aunque en el FAP en el resto del país dicen incendios de los radicales, y viceversa), porque saben que de ese modo son más competitivos.

Las disputas palaciegas provinciales con epicentro en la Legislatura son, en éste marco, el menor de los problemas: en todo caso son apenas el síntoma de la ya larga decadencia del peronismo santafesino; donde muchos se rascan para adentro del propio ombligo, y otros muchos no son siquiera capaces de cumplir o respetar un acuerdo, como el que llevó a Freyre a la presidencia del PJ provincial.

Dicho esto, al que le quepa el sayo de la crítica en cada caso, que se lo ponga.

Porque acá el asunto no es tirar renuncias, ni vegetar en cargos legislativos provinciales haciéndose los distraídos cuando otros atacan al Gobierno Nacional, sino que el desafío es ser capaces de tener renunciamientos en base al único objetivo irrenunciable: la defensa del gobierno de Cristina.

CORRIENTE KIRCHNERISTA DE SANTA FE