LA FRASE

"NO ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER: ESTELA DE CARLOTTO ES GOLPISTA Y EL GENERAL VIDELA LO ÚNICO QUE HIZO FUE COMBATIR AL TERRORISMO." (VICTORIA VILLARRUEL)

lunes, 28 de diciembre de 2015

COMO HACER FRENTE A LO QUE SE VIENE, QUE YA ESTÁ ENTRE NOSOTROS


La velocidad con la que avanza la restauración conservadora en marcha en el país fuerza a poner el acento en la crítica al gobierno de Macri, dejando quizás de lado mirar para adentro para otro momento; pero en la política real las cosas no son tan sencillas, ni tan fáciles de separar en etapas sucesivas.

De hecho, el necesario proceso de catarsis y autocrítica hacia el interior de todos los sectores que conformaron la coalición que apoyó -con sus más y con sus menos- los doce años de la experiencia kirchnerista es parte inescindible de la construcción a futuro de la organización necesaria no solo para resistir esa ofensiva que ya se está desplegando, sino generar una alternativa política en la cual la gente pueda depositar su confianza en el próximo turno electoral.

Claro que las elecciones legislativas del 2017 están demasiado lejos, al menos medidas en los mismos términos de la velocidad con que el neoliberalismo viene desplegando sus políticas; pero mucho más cercanas -en cambio- aparecen las elecciones de la conducción nacional del PJ en el primer semestre del año que viene, donde se empezará a dirimir la puja por el liderazgo de la principal fuerza opositora, y seguro campo de disputa entre las tendencias “colaboracionistas” con el gobierno de Macri, o las que perfilen una oposición dura a sus políticas.

Porque como se ha dicho tantas veces -la última de ellas, Guillermo Moreno en su reaparición pública- que con el peronismo solo no alcanza para eso, pero que sin él, los intentos de vertebrar una oposición a la restauración conservadora serán inocuos; por falta de volumen social y consecuente representatividad electoral. Y en las internas del peronismo (a diferencia de las PASO para elegir candidatos) solo votan los afiliados, para que se entienda.

La recomposición del PJ y del conjunto de fuerzas políticas y sociales que acompañaron los grandes trazos de las políticas del kirchnerismo deberá hacerse por fuerza de los acontecimientos en un contexto sumamente adverso, y con otras circunstancias de liderazgo; no solo porque está por verse aun que rol decidirá jugar Cristina, sino porque ese aspecto (el del liderazgo) será también parte de la discusión, nos guste o no.

O en todo caso y como parte de la necesaria autocrítica, también entran en revisión los métodos de construcción política y de conducción del conjunto del dispositivo; en paralelo con las cuestiones estrictamente inherentes a la gestión de gobierno (en especial en el segundo mandato de CFK) que sin dudas influyeron en la derrota electoral en el balotaje a manos de Macri.

Lo real es que -quieran impulsarla o no las instancias institucionales- la autocrítica está a la orden del día en el fuero íntimo de cada peronista/kirchnerista (todos hemos hecho seguramente nuestra propia composición de lugar al respecto) y en las reuniones entre compañeros; pero por la fuerza gravitacional de la organización, la que verdaderamente terminará importando es la que hagan quienes vayan a conducir este espacio político; y es de esperar que al hacerla saquen las conclusiones correctas, y actúen en consecuencia.

Dicho de otro modo: si los errores del kirchnerismo se reducen a una cuestión de métodos o la necesidad de una mayor prolijidad en las formas o en el manejo de ciertas conflictividades, o aun al sistema de organización y construcción política y de toma de decisiones y su comunicación, la respuesta con la que se salga de la autocrítica será una.

Si por el contrario la autocrítica alcanza al núcleo duro de las políticas desplegadas en los gobiernos de Néstor y Cristina (aun admitiendo por nuestra parte que los instrumentos de ejecución circunstanciales son discutibles, adaptables y revisables, de modo permanente) y los objetivos troncales del proyecto puesto en marcha en el país aquél 25 de marzo del 2003, la cuestión será muy otra.

Con Macri en el gobierno y en acción ya se está viendo donde quedó aquélla promesa de “mantener lo bueno y cambiar lo malo”. Pues bien, del mismo modo hay quienes hasta ayer estaban fronteras adentro del proyecto conducido por Cristina -en especial en el peronismo- y hoy empiezan a sentirse casi como aliviados porque finalizó una etapa de “anormalidad”; en la que el PJ fue conducido por una fuerza invasora extraña, y una vez librado de ella, puede volver a los cauces de la racionalidad, buscando su lugar en la pax macrista.

En paralelo, hay expresiones multitudinarias de gente que gana los espacios públicos tratando de hacer explícito su rechazo a las políticas del gobierno, y evitar así lo que los medios hegemónicos tratan de instalar: un supuesto clima de “total normalidad”, en el que el conjunto de la sociedad no solo se resigna a las políticas que Macri y su administración vienen desplegando, sino que las acompaña con entusiasmo.

Tales expresiones de movilización popular no dejan de ser valiosas en ese exacto punto: demostrar que no todos comparten el entusiasmo por la “revolución de la alegría”. Pero para adquirir un mayor volumen político que el de la mera expresión de disconformidad deben traducirse en llenar de ese entusiasmo y fervor ciudadano los espacios institucionales desde los que debe darse la pelea de ahora en más; además de evitar el riesgo de caer en una suerte de endogamia reiterativa, en la que nos estemos diciendo las cosas siempre entre nosotros mismos; cuando lo que el momento reclama es abrirse al “afuera”.

Esos espacios institucionales tienen por cierto sus propias complejidades y dificultades: el FPV poco puede hacer para oponer su condición de primera minoría legislativa para oponerse a la lluvia de decretazos, si Macri persiste en tener cerrado el Congreso hasta marzo; y si su plan económico ya empezó a descargar el peso del ajuste sobre las espaldas de los trabajadores, la respuesta organizada debe provenir en primer lugar de las organizaciones sindicales; fragmentadas y divididas, deslegitimadas socialmente y oscilando entre un puñado de demandas que no comprenden al conjunto de sus representados (como los reclamos por Ganancias), o solo interesan a sus dirigentes; como el manejo de los fondos de las obras sociales.

Aun así ese aspecto de la cuestión (tender puentes hacia el mundo sindical, porque es en la defensa del empleo y el salario donde estará el corazón de la disputa con las políticas neoliberales en curso) es una enorme deuda pendiente del kirchnerismo; que nunca terminó de articular una política clara para el sector, aunque haya consagrado beneficios objetivos para sus representados, los trabajadores. Empezando precisamente por el empleo y el salario como variables centrales de la política económica.

Y es que toda autocrítica sobre lo que ha pasado, así como toda discusión sobre lo que vendrá hacia el interior del dispositivo FPV/PJ (organización, encuadramientos, liderazgo) debe encauzarse desde la verdadera divisoria de aguas: entre los que están a favor del ajuste en marcha y sus seguras ampliaciones; y los que están decididamente en su contra.

Definido eso -que define a su vez que modelo de país se defiende, y a que sectores se aspira a presentar políticamente- las demás cuestiones vienen por añadidura.

5 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

a respuesta organizada debe provenir en primer lugar de las organizaciones sindicales; fragmentadas y divididas, deslegitimadas socialmente y oscilando entre un puñado de demandas que no comprenden al conjunto de sus representados (como los reclamos por Ganancias), o solo interesan a sus dirigentes; como el manejo de los fondos de las obras sociales.
Macri ya les ha cedido el manejo de esos fondos,ha nacido el neo gordismo

Oscar Cuervo dijo...

Yo creo que "los objetivos troncales del proyecto puesto en marcha en el país aquél 25 de marzo del 2003" son innegociables. No me veo a Scioli o Urtbey conduciendo esas masas automovilizadas mintras hacen una oposición benevolente a Macri. Ni los veo haciéndose cargo que colaboraron con Lanata, Clarín y Casal en la operación para demoler a Anibal. Hay cosas sin retorno.

marioaya dijo...

coincido con el sr. Oscar Cuervo

GISOFANIA dijo...

Exactamente como ustedes lo plantean: la mente fresca y clara para el análisis y necesaria autocrítica, el corazón apasionado para la lealtad y el espíritu pronto para la lucha.
De otro modo, sucumbiremos. Y no habrá regreso.

Infinitamente GRACIAS!

Luiggi dijo...

Nando, me permito disentir. Las organizaciones sindicales son poco más que cotos de caza privados para sus dirigentes. Encima la derecha les devolvió la caja de las obras sociales. Con Moyano, Urtubey, Barrionuevo, Venegas, Duhalde y Piumatto no hay kirchnerismo que valga.

O mejor dicho, no pueden estar adentro. O el peronismo pega un giro a la izquierda, o se desintegra. Tan simple como eso. Ganar por ganar para tener a la misma mersa de ladrones en el poder no tiene sentido.

Y ya que estamos, podemos echar a patadas a esa runfla de hijos de puta del conurbano, Cariglino y Espinoza a la cabeza.