Leemos en La Política Online sobre las quejas de las compañías de seguros porque el
gobierno les puso límites a través de la Comisión Nacional de Valores a las
inversiones que pueden hacer en LEBAC´S; forzándolas de algún modo a reorientar
sus carteras hacia los fondos comunes de inversión y fideicomisos que servirían
para financiar los contratos para obras de infraestructura bajo el régimen de
“participación pública privada”.
Si uno leyera la
noticia fuera de todo el contexto de la política económica del gobierno de
Macri podría pensar que estamos ante una medida que va por el rumbo correcto de
acercar al sistema financiero entendido en sentido amplio, a la economía real,
y alejándolo de la simple especulación financiera. Sin embargo, hay razones para
dudar que sea así.
En primer lugar,
porque la medida solo alcanza a las aseguradoras y no se extiende a los bancos,
que son los principales tenedores de LEBAC´s y por ende quienes más se
benefician con las altas tasas que viene fijando semana a semana para las
mismas el Banco Central presidido por Sturzenegger.
Y en segundo lugar
porque para beneficio de la economía en su conjunto sería mucho más provechoso
que el festival de LEBAC´S se frenara porque contribuye a encarecer el
financiamiento, y ha demostrado con creces ser un fracaso como estrategia
anti-inflacionaria. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: la bola de nieve
sigue creciendo sin parar.
Pero además porque
si la preocupación del gobierno fuera garantizar financiamiento a la producción
y a la inversión que permitan aumentar la capacidad productiva, exportadora o
generadora de divisas (posibilitando por ejemplo de ese modo el repago de la
astronómica deuda que está contrayendo sin parar hace dos años), no hubieran
liberado hace poco a los bancos de la obligación de destinar parte de sus
depósitos a la línea de préstamos a las empresas a tasa preferencial que
estableció Mercedes Marcó del Pont en 2012, durante su gestión en el BCRA.
Por el contrario la
eliminación de esa obligación les deja a los bancos más margen de maniobra para
seguir timbeando con las LEBAC´S cebando de ese modo la suba de tasas que los
beneficias, porque también se los liberó en éste mismo gobierno del piso de
intereses a pagar a sus depositantes a plazo fijo, y del techo a cobrar a sus
deudores.
Al mismo tiempo, la
precisión quirúrgica de la disposición de la Comisión Nacional de Valores
dirigida a las aseguradoras (invertir en fideicomisos asociados a los contratos
bajo el régimen PPP) autoriza a pensar que el gobierno les está dando una mano
no a todas las empresas (por ejemplo a las Pymes), sino a sus amigos;
sustituyendo la presunta “lluvia de inversiones” que esos contratos iban a
garantizar para compensar la retirada del Estado -en plan de ajuste- del
financiamiento de la obra pública, por el ahorro interno.
Un financiación que
además será costosa, justamente por el alto nivel de las tasas provocado por
las LEBAC´S y las libertades otorgadas a los bancos por la desregulación del
mercado financiero; costos que luego serán cargados al Estado bajo el régimen
PPP, sea con la entrega de mayores negocios (por ejemplo la operación de rutas
por peaje, o la venta de electricidad al mercado mayorista con precios
dolarizados), o del reconocimiento explícito de esos mayores costos, conforme a los cambios al sistema que veíamos acá.
Y siempre mirando
el contexto, fue este mismo gobierno el que cambió el diseño del PROCREAR (que
impulsaba a la industria de la construcción y sus derivados con préstamos a tasa
subsidiada) llevándolo a un programa gestionado por los bancos bajo el
ventajoso (para ellos) sistema de las UVAS, que para peor ahora quieren
“securitizar” a través de la reforma a la ley que regula los mercados de
capitales; permitiendo crear derivados financieros de los préstamos, negociables
a través de letras o cédulas hipotecarias: exactamente el tipo de productos
financieros que provocaron el estallido de la crisis de las sub-prime, en los
países centrales, allá por el 2008, aun sin solución.
Vistas así las
cosas, queda muy claro que nada más alejado de este gobierno que un plan global
de desarrollo para transformar la estructura productiva del país, en el que se
inserten los instrumentos financieros para apalancarlo, incluyendo el
endeudamiento externo del sector público, que hasta acá viene financiando
gastos corrientes en pesos, y la fuga de capitales.
Lo que parece en
cambio más cercano es un modelo de valorización financiera que está muy claro
en las medidas que vino tomando el Banco Central, en el perfil del
endeudamiento y en la búsqueda sistemática de nichos de negocios para los
bancos que son uno de los grandes respaldos de éste gobierno; quizás el más
importante de todos. De allí también la
insistencia en la “insustentabilidad del sistema previsional”, creando el clima
propicio para el retorno de las AFJP.
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