(*)
El
miércoles 25 de octubre fue un día histórico. Sin embargo el Presidente no
sintió la necesidad de cambiar su agenda. (O sea, siguió durmiendo hasta las
doce del mediodía. Día histórico hubiera sido si se levantaba antes) Lucía
imperturbable, mientras Julio De Vido, el hombre más poderoso de los últimos
años después de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, (¿Más que Magneto y
Paolo Rocca?) ingresaba a prisión. En cada rincón de la quinta de Olivos se
respiraba un clima reivindicatorio. (Que viene de la famlia de “revancha”,
digamos todo) Hacía pocas horas que Mauricio Macri terminaba de conseguir,
quizá, la victoria electoral más importante de su carrera. (Esperemos que
así sea, para bien de todos) Altos funcionarios incluido lo más granado de
su gabinete se abrazaban y continuaban con los medidos festejos iniciados el
domingo. (Claro, porque no iban a bailar ni nada por lo de Santiago
Maldonado. Ah, no, pará...) Esperaban
el turno de ser recibidos por el número uno con alegre ansiedad. (Y un poco
de chupaculismo, digamos todo) Pero el jefe de Estado recibió al visitante
que tenía agendado a la hora señalada y con inusitada sobriedad. (¿A
Magneto?) ¿Acaso no estaba contento? En las calles de la Argentina miles
tocaban las bocinas de sus autos, (¿Adónde Luis?) como si estuvieran
celebrando el fin de la impunidad. La fantasía del círculo rojo, sobre que
jamás permitiría que De Vido fuera detenido por miedo a que prendiera el
ventilador y complicara a su padre Franco o a su primo Angelo Calcaterra con
sus negocios turbios, se terminaba de hacer pedazos. (Ojo que De Vido
todavía no abrió la boca, no descorchen a cuenta)
¿Qué
tiene en la cabeza de verdad Mauricio Macri? (Que buena pregunta Luis, es el
misterio del milenio) ¿Hacía dónde va? ¿Cuál es su plan estratégico? ¿A
cuántos exfuncionarios, sindicalistas y empresarios más, veremos ingresar a
prisión? (Y, eran 562 los del cohete a la Luna, así que sacá la cuenta) El
Presidente jura que la justicia se maneja con independencia del nuevo poder
político, (Sí, también juró respetar la Constitución cuando asumió, y así
estamos) pero parece no ocultar su satisfacción ante la certeza de que
algunos fiscales y jueces, de la provincia y de Comodoro Py, salieron de su
letargo. (Claro, es la alegría del que no tiene nada que ver con lo que está pasando) No quiere ponerse el
mismo traje de fiscal de la República que luce Elisa Carrió. (Sobre todo
porque tiene el culo más sucio que Carrió. Y la ropa de la gorda le quedaría
grande) Entiende que con no proteger a ningún presunto delincuente basta y
sobra. (¿Se vienen cambios en el gabinete entonces?) Sin embargo, justo
en el momento que debía relajarse y disfrutar, (¿Lo estabas atendiendo,
Luis?) envía a su interlocutor un mensaje inquietante. Dice que ya está
jugado. Que no le importa que el día de mañana, los presos de hoy salgan en
libertad y decidan tomar venganza contra él. (No deberían, ¿o la justicia no
es independiente y él tiene algo que ver con los encanamientos? ¿Por qué se la
agarrarían con él, acaso algún pacto mafioso quebrado, Luis?) Que ya dedicó
la tercera parte de su vida a la función pública (Por nosotros decíle que
deje nomás, que no se sacrifique) y que no piensa dar marcha atrás. Explica
que no gritó, como si fuera un gol de Boca, cuando le confirmaron la amplia
victoria en todo el país o la derrota de Cristina. (Información crucial toda
estas que nos estás aportando, Luis) Tampoco sintió el resultado como una
revancha personal. Macri no lo dice ahora, pero era el más convencido de toda la plana mayor de Cambiemos,
de que se iba a ganar con semejante contundencia. ¿Se guardó en su memoria una
postal íntima y secreta del triunfo? No. (Siguen los datos relevantes y
esenciales, que bueno es tenerte, Luis) Solo recuerda, una y otra vez, lo
que le pasó después de los festejos de Costa Salguero, cuando fue a comer,
cerca de la media noche, con Juliana Awada y Antonia Macri a Los Platitos de la
Costanera. (¿Recuerda que le cayó mal la comida, le dio colitis?) Primero
se le acercó un taxista que lo vio de lejos. Lo abrazó bien fuerte. No lo
quería soltar. (Y gritaba ¡acá lo tengo, vengan a buscarlo, no se puede
escapar!) Después lo volvió a abrazar, (¿Cómo hizo si no lo quería
soltar?) ya con lágrimas en los ojos, alguien que se presentó como un peón
de taxi. (¿Viviani?) No tenía la dentadura completa, (Es lo que
ocurre porque suspendieron el plan dental de Cristina) pero su esperanza
estaba intacta. (Una pena que no podamos decir lo mismo de los esfínteres) No
era que estaba a punto de: lloraba. Lloraba sin parar. (Le había llegado la
boleta de la luz, no era para menos) Y casi le gritaba."Yo le dije a
la patrona: ¿Macri nos va a salvar. Macri nos va a salvar! Va a volver el
laburo digno. (“Laburo” y “digno” viniendo de Macri es un oxímoron) Vamos
a poder vivir mejor ¿Por qué vos nos vas a salvar no?" (Confirmado: se
cruzó con uno más pelotudo que vos, Luis, perdiste el cetro) Feliz pero
agobiado, le respondió: "Por lo menos voy a tratar". El Presidente no
se puede sacar esa imagen de la cabeza. (Sobre todo porque Durán Barba le
dijo que la tenga a mano y la cuenta a cada rato, como la de Cacho, el de las
bochas) Se pregunta ¿un solo tipo, un solo Presidente, puede arreglar
semejante quilombo? Se responde: es imposible. (Menos cuando se dedica todos
los días a hacerlo cada vez más grande) Ni aunque sea Superman. Ni aunque
sea David Coperfield. (O el mago sin dientes) Dice que será muy
importante la enorme convocatoria de hoy, en el Centro Cultural Kirchner.
Cuando habla de todos ellos, parece un líder de izquierda. (¿De todos
quiénes, Luis?) O de centroizquierda. O progresista, para ser más concreto.
(Los excesos en el consumo de sustancias son peligrosos, cuidáte, Luis) Los
define, a estos empresarios, sindicalistas y dirigentes políticos, como parte
del 3% de la pirámide más rica de la Argentina. (Ah, su gente, digamos) Los
que perciben, por lo menos, cerca de $ 200 mil por mes, muy lejos del salario
promedio, de apenas $ 20 mil. (Ahí se amplía un poco más, entran todos los
funcionarios del gabinete completo)
Piensa que su
gran desafío es convencerlos para que, de una vez por todas, ayuden a crear
riqueza, en vez de tratar de sacarle al Estado alguna ventaja para mejorar su
rentabilidad o mantener sus quioscos. (Sonamos, otra vez empieza con los
quilombo con el padre y los hermanos. Mirá que van a cantar que blanquearon la
de él) Espera que la sociedad lo siga acompañando, porque él, asegura, va a
continuar defendiendo la idea de que la energía, el transporte y los servicios
no pueden ni deben ser gratis. O casi gratis. (Si esa es la idea lo van a
acompañar, pero hasta la puerta del Rapipago nomás) Y que no se puede
seguir viviendo por semejante déficit fiscal. Plantea que ese 3% tiene que
dejar de demandar (la famosa industria del juicio) y que los sindicatos
se deben modernizar (Leáse: “abrirse de nalgas y relajar”) para que
aparezcan nuevos puestos de trabajo genuinos. Sentencia que la mayoría de ellos
viven en Palermo, Recoleta, Palermo Chico, Belgrano y los countries de zona
norte de la provincia. (Ah, ahí donde “Cambiemos” anduvo por el 70 % de los
votos, promedio) Que son los que, si la Argentina vuelve a estallar, tienen
la capacidad y los recursos para tomarse un avión y aterrizar en Miami. (Obvio,
es lo que él y su familia han hecho siempre, cargándonos la deuda a todos, mirá
si no va a saber como son) El problema, reflexiona, es que él no tiene el
poder para obligarlos a cambiar su conducta especulativa y oportunista. (Ah,
era por eso nomás, no es porque son socios o testaferros suyos. Pobre, es
impotente al final) Que debe convencerlos para que aprendan a competir. (Eso,
que a Clarín le ponga una ley de medios ponéle. Ah, no, pará...) Dentro de
la Argentina y con el mundo también. Que su tarea es seducirlos para que
entiendan que tienen que hacer una contribución al país. (Mientras no
hablemos de pagar impuestos, no hay problemas) Que no hay otra. Que es la
última oportunidad de que la Argentina no se vaya al diablo. Algo parecido
decía inmediatamente después de asumir. En ese entonces agregaba. "Espero
que lo entiendan. Y si no lo comprenden o no puedo hacerlos comprender, me
vuelvo a mi casa y me dedico a disfrutar los últimos años de mi vida". (Claro,
porque ahora no está disfrutando nada, si cada tres días se va de vacaciones) Ahora
no lo repite. No tiene en la cabeza su propia reelección pero entiende que se
dará de manera natural, si la economía y el cambio cultural se lo permiten. (Y
el voto electrónico, por las dudas. Siempre es bueno tener un reaseguro cuando
todo falla) Insiste, igual que Marcos Peña, que el cambio no es patrimonio
de su organización política, ni del gobierno. Que está sucediendo de abajo
hacia arriba. (Pero claro, el famoso Argentinazo del que hablaba Pino
Solanas) Y que por lo tanto, se llevará puesto a quienes no lo entiendan.
Incluso a sus propios funcionarios y partidarios. Sospecha que también se lo
llevará puesto a él, si un día se marea con el perfume del poder y deja de
salir a la calle. (Sobro todo si empieza a salir rodeados de gendarmes y
milicos, sin gente y en escenarios montados. Ah, no, pará...) O deja de
escuchar a quienes lo critican. (Eso, que no cesen las pinchaduras de la
AFI, para tenerlo informado de en que andan esos turros) Sugiere que por
eso le sirve hablar con periodistas. (Claro, con Verbitsky, Navarro o Víctor
Hugo, ponéle) En especial, cuando muchos, en su equipo experimentan la
euforia de haber ganado a una mujer que se creía eterna e imbatible. (Tal
como se creen ellos mismos ahora, ponéle)
(*) Las
negritas son nuestras, el original acá.
2 comentarios:
Los felicito por los huevos de oro que tienen para soportar tener que leer a este infantil idiota sin negritas, como gracias a ustedes, hacemos nosotros.
A no aflojar compañeros!
Cada vez que leo los artículos del pelotudo Majul, no puedo dejar de reírme. Este tipo está muy snifeado, es muy pedorro. Ni hablar de que le ponen montañas de guita para chuparle los pies al Gato. Pero se pasa de asqueroso.
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